Gloria bajo el terror de la resaca
Cuarto largometraje de Nacho Vigalondo y su obra m¨¢s contundente, inapelable y madura hasta la fecha

COLOSSAL
Direcci¨®n: Nacho Vigalondo.
Int¨¦rpretes: Anne Hathaway, Jason Sudeikis, Austin Stowell, Tim Blake Nelson.
G¨¦nero: ciencia-ficci¨®n. Estados Unidos, 2016
Duraci¨®n: 109 minutos.
La distancia entre una idea aparentemente insensata y una potente imagen po¨¦tica, capaz de justificarse por s¨ª sola y de sostener toda una ficci¨®n, puede ser muy corta, tal y como demuestra Colossal, cuarto largometraje de Nacho Vigalondo y, probablemente, su obra m¨¢s contundente, inapelable y madura hasta la fecha. Una rima improbable se convierte en el precario punto de partida de este trabajo que, entre otras muchas cosas, arroja ben¨¦fica luz sobre la trayectoria anterior del director, desvelando una f¨¦rrea coherencia interna bajo lo que podr¨ªa parecer una sucesi¨®n de arbitrariedades, algunas m¨¢s afortunadas que otras: los pasos err¨¢ticos de una treinta?era alcoh¨®lica en una peque?a localidad estadounidense encuentran su inesperada, delirante correspondencia con las destructivas apariciones de un monstruo gigante sobre la ciudad de Se¨²l. Que Colossal se levante sobre la fragilidad de esa idea, que convierta en absolutamente irrelevante todo empe?o de justificaci¨®n racional y que, finalmente, acabe construyendo un emotivo, poderoso y human¨ªsimo discurso sobre el poder interior (o la toxicidad moral) de sus desamparados personajes no es ya meritorio, sino una jugada triunfal en toda regla.
La imagen que precede a los t¨ªtulos de cr¨¦dito ¨CAnne Hathaway asomada al abismo del abandono, mientras sus amigos se organizan a fondo de plano para seguir disfrutando de la empalmada et¨ªlica- fija el tono de lo que va a venir a continuaci¨®n: un equilibrado h¨ªbrido donde los tonos, en principio, irreconciliables de la comedia dram¨¢tica de filiaci¨®n indie y del kaiju-eiga ¨Cel g¨¦nero oriental de pel¨ªculas protagonizadas por monstruos hiperb¨®licos- se mezclan en inesperada armon¨ªa. En el cine de Vigalondo, la memoria de los g¨¦neros y los peque?os desvelos humanos se reparten un territorio com¨²n e interact¨²an desde sus dispares escalas: Extraterrestre (2011), pel¨ªcula donde una invasi¨®n alien¨ªgena no era necesariamente m¨¢s importante que los da?os colaterales del polvo de una noche, permit¨ªa entender a la perfecci¨®n una estrategia que Colossal eleva y sofistica.
Pel¨ªculas como Monstruoso (2008), de Matt Reeves, y Monsters (2010), de Gareth Edwards, intentaron corregir la dificultad del kaigu-eiga para integrar el factor humano desplazando su punto de vista al sujeto a pie de cat¨¢strofe. Vigalondo hace algo muy distinto: proponer que lo apocal¨ªptico no es sino la amplificaci¨®n de lo ¨ªntimo y lo subjetivo, logrando que una pel¨ªcula donde una cat¨¢strofe remota define la l¨ªnea de bajo encuentre su melod¨ªa ¨¦pica entre supuestos fracasos personales, envenenados regresos a casa y asfixiantes relaciones t¨®xicas.
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