Thelonious para los amigos
El proyecto 4 by Monk by 4 re¨²ne en Vitoria a cuatro pianistas excelsos para honrar a Thelonious Monk en su centenario
La primera vez que Kenny Barron grab¨® a d¨²o con otro pianista fue hace casi 40 a?os junto a Tommy Flanagan, en un encuentro que produjo uno de los discos m¨¢s bellos jam¨¢s publicados en ese formato: Together. Flanagan era una de las mayores influencias de Barron, como Barron lo es hoy de la mayor¨ªa de pianistas que vinieron despu¨¦s de ¨¦l. Una influencia casi silenciosa; Barron ha tocado tanto, con tantos y tan bien, que resulta impensable obviar su alargada sombra en la tradici¨®n pian¨ªstica del jazz.
El de Filadelfia es tambi¨¦n el menos monkiano de los pianistas monkianos (y viceversa) porque el incomparable Thelonious Monk ¡ªjazzista ¨²nico e individualista hasta el extremo¡ª tiene pocos herederos directos y much¨ªsimos indirectos. Aunque Barron ya honr¨® su deuda con ¨¦l a primeros de los 80, fundando el grupo Sphere junto a hist¨®ricos acompa?antes de Monk como Charlie Rouse y Ben Riley, este a?o ha vuelto a Vitoria para consumar un homenaje a ocho manos junto a Eric Reed, Cyrus Chestnut y Benny Green, con motivo del centenario de su nacimiento.
Cualquiera puede tocar temas de Monk ¡ªtal vez el compositor m¨¢s interpretado de la historia del jazz¡ª, pero la gracia de este homenaje radica en que, como Barron, ninguno de los pianistas implicados es particularmente monkiano. Y la mejor forma de celebrar a Monk, la ¨²nica que ¨¦l mismo aceptar¨ªa, es con la propia personalidad del int¨¦rprete conduciendo los temas. As¨ª ocurri¨® en Vitoria, en una velada templada y con clase en la que los cuatro pianistas se turnaron para tocar varias composiciones del genio, tanto en solitario como en diferentes d¨²os. Desde elecciones obvias como In Walked Bud (en d¨²o por Green y Chestnut) hasta rarezas como Teo (por Green), pasando por standards asociados para siempre a Monk como Smoke Gets In Your Eyes (por Chestnut) o I'm Getting Sentimental Over You (por Barron).
A pesar de algunos momentos de excelente interacci¨®n en algunos de los d¨²os, fue en varias piezas en solitario en las que los pianistas brillaron con m¨¢s fuerza, con Eric Reed recreando un precioso Reflections o el maestro Barron dando una clase maestra de piano jazz en su versi¨®n de Light Blue. As¨ª, lo limitado del formato qued¨® compensado a golpe de tradici¨®n y de la humildad de cuatro pianistas que, simple y llanamente, salieron al escenario a tocar unos temas del gran Thelonious como lo har¨ªan en la intimidad.
Poco despu¨¦s, los aficionados al jazz m¨¢s avezados se encontraron con una grata sorpresa en Mendizorroza: entre los m¨²sicos del grupo de T.S. Monk ¡ªpieza fundamental en el programa doble para completar el homenaje, al menos desde un punto de vista gen¨¦tico¡ª figuraba el gran Patience Higgins, saxofonista legendario de Harlem y l¨ªder del Sugar Hill Quartet; uno de esos m¨²sicos que relucen en los subsuelos del g¨¦nero, sorprendiendo a cualquiera que quiera prestar atenci¨®n. Y no fue el ¨²nico: el contrabajista Belden Bullock, hist¨®rico acompa?ante de Oliver Lake o Abdullah Ibrahim, fue otro valor importante en Vitoria. Porque el grupo de T.S. Monk vale lo que valen sus m¨²sicos; ¨¦l es un baterista correcto, en el mejor de los casos, cuya cumbre profesional fue acompa?ar a su padre en los ¨²ltimos a?os de su vida por motivos, con toda probabilidad, extra musicales.
Lo que su actuaci¨®n tuvo de homenaje a Monk padre result¨® un poco forzado: el One By One de Wayne Shorter con que abri¨® mostraba una querencia est¨¦tica m¨¢s cercana a los Jazz Messengers de Art Blakey que al legado familiar, lo cual tampoco tiene nada de malo. Monk hijo toca porque le apetece ¡ªlos derechos de la obra de su padre le garantizan una vida desahogada¡ª, se rodea de m¨²sicos s¨®lidos y no se come la cabeza.
Tal y como era de esperar, Higgins protagoniz¨® los solos m¨¢s memorables de la noche, y el concierto se mantuvo a cierto nivel hasta la aparici¨®n, digamos estelar, de la vocalista Nnenna Freelon. Esta, que nunca fue precisamente un portento, convirti¨® lo que hab¨ªa sido una digna muestra de ortodoxia jazz¨ªstica en un t¨®pico de festival veraniego. Porque Freelon es, como Monk hijo, una int¨¦rprete intrascendente; pero ¨¦l tiene nombre. Y qu¨¦ nombre.
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