Hombres blancos, enfadados... y muy pobres
'Manifiesto redneck' diagnostic¨® hace ya 20 a?os la frustraci¨®n clasista que ha llevado a Donald Trump al poder
Al terminar este ensayo tuve que comprobar en Internet que realmente hab¨ªa sido publicado por primera vez en 1997, como indica la p¨¢gina de cr¨¦ditos. Manifiesto redneck da un nuevo sentido a la palabra premonitorio: diagnostica con toda exactitud lo que est¨¢ pasando en Estados Unidos y aspectos fundamentales de la degradaci¨®n iliberal de la democracia en otros lugares. Curiosamente (o no) es dif¨ªcil imaginar un libro m¨¢s alejado de los c¨¢nones acad¨¦micos. Goad es una leyenda del underground norteamericano y escribe como un hooligan alcoholizado. El tono de su prosa es inequ¨ªvocamente fanzinero y sus p¨¢ginas est¨¢n llenas de insultos gratuitos y exageraciones. Una legi¨®n de soci¨®logos se esfuerza hoy por comprender la ola de frustraci¨®n nihilista que ha propulsado a la Casa Blanca a un trol de Twitter millonario. Resulta que un C¨¦line cowpunk aficionado a la metanfetamina lo hab¨ªa explicado con pelos y se?ales siete a?os antes de que Thomas Frank escribiera ?Qu¨¦ pasa con Kansas?
Manifiesto redneck es una denuncia del brutal clasismo que padece la clase trabajadora blanca estadounidense. En un clima ideol¨®gico dominado por la tolerancia postmoderna y el multiculturalismo, los blancos pobres de origen rural constituyen el ¨²ltimo colectivo al que resulta aceptable estigmatizar. El desprecio hacia la basura blanca es el elitismo low-cost de quien no se puede permitir otras formas de discriminaci¨®n y se ha hecho ubicuo en la prensa y la cultura popular. En ese sentido, Manifiesto redneck constituye un anticipo evidente de Chavs, el ensayo de Owen Jones, y otros an¨¢lisis recientes del clasismo contempor¨¢neo. La diferencia es, de un lado, que Jim Goad escribe en primera persona reivindicando su origen redneck y, de otro, que el trato dedicado a los j¨®venes de clase trabajadora en Inglaterra es un modelo de integraci¨®n y delicadeza comparado con el odio estadounidense a los blancos pobres. Los chavs son caricaturizados como personas vagas, violentas y lujuriosas, los rednecks son literalmente personajes de pel¨ªculas de terror.
A pesar de su vehemencia y su parcialidad, en ocasiones la argumentaci¨®n de Goad es rigurosa. Propone un an¨¢lisis hist¨®rico inspirado expl¨ªcitamente en la obra de Howard Zinn y cercano a las tesis de Peter Linebaugh. El origen de la demonizaci¨®n de los grupos rurales pobres es la importancia que tuvo la servidumbre voluntaria en la colonizaci¨®n de Norteam¨¦rica. La basura blanca estadounidense desciende directamente de esclavos blancos embarcados a la fuerza en Europa para servir en las colonias que, tras su liberaci¨®n, quedaron abandonados a su suerte. Adem¨¢s, Goad conecta el desarrollo del mito de una clase campesina embrutecida con sucesivos ciclos de explotaci¨®n extractiva en regiones depauperadas, como los Apalaches, y relaciona la expansi¨®n de esa estigmatizaci¨®n a la periferia de las ciudades con los procesos recientes de desindustrializaci¨®n y precarizaci¨®n laboral.
Pero Jim Goad no busca hacer amigos. A su lado, Christopher Lasch parece un hippie y Ben Hamper un experto en teor¨ªa del discurso. Manifiesto redneck reserva su empat¨ªa para las milicias armadas y los te¨®ricos de la conspiraci¨®n y es incre¨ªblemente injusto con las minor¨ªas ¨¦tnicas, las mujeres y el izquierdismo. Denuncia el modo en que las ¨¦lites estadounidenses han empleado sistem¨¢ticamente las pol¨ªticas identitarias ¨Cmuy en particular las raciales¨C para ocultar las desigualdades de clase e impedir la solidaridad transversal entre todos los trabajadores empobrecidos. Pero tambi¨¦n cr¨ªtica la complicidad bienintencionada con ese proyecto del progresismo, al que reprocha haber escogido a los varones blancos de clase baja como chivo espiatorio: ¡°Al escoger como objetivo a los pobres, el conservadurismo se?al¨® con el dedo a quienes no ten¨ªan culpa de nada. Pero los progresistas al final tambi¨¦n me perdieron. Me se?alaron con el dedo a m¨ª y yo tampoco ten¨ªa culpa de nada¡±. Hay al menos una persona que capt¨® el mensaje de Goad. Hoy viaja en el Air Force One.
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Autor:?Jim Goad. Traducci¨®n de Javier Lucini.
Editorial:?Dirty Works (2017).
Formato: tapa blanda (392 p¨¢ginas).
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