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Las im¨¢genes de la exhumaci¨®n

Yuri y Yulia andan absortos por encima de un rect¨¢ngulo de 1,5 toneladas de piedra que hay en la sala principal del?Museo Dal¨ª de Figueres. Observan la barca de Gala, que frente a ellos surca el cielo del Ampurd¨¢n soportada sobre una torre de neum¨¢ticos; en vez de vela, un paraguas negro cerrado la lleva hacia el subconsciente humano. Yuri y Yulia son australianos, est¨¢n de gira por Europa y no saben que bajo sus pies, contrapuesto a sus chancletas y bermudas, reposa el cuerpo de Salvador Dal¨ª ataviado con una t¨²nica blanca y un pa?uelo de seda que le cubre la cara, seg¨²n ha recordado Narc¨ªs Badalet, el doctor que le embalsam¨® en 1989. A las ocho de la tarde, las hordas de turistas fueron sustituidas por una concentraci¨®n de unos 300 vecinos, una divisi¨®n de periodistas y polic¨ªas, todos expectantes ante la llegada de la comitiva judicial que deb¨ªa levantar la l¨¢pida y extraer una muestra de la momia del artista por el que Yuri y Yuli han cruzado el planeta y se han plantado en Figueres.

Las autoridades y los responsables del operativo cruzaron como rayos la plaza del museo, superados por la atenci¨®n generada. Los curiosos que se agolpaban frente al museo se mostraban divididos entre quienes estaban convencidos de que Pilar Abel es hija de Dal¨ª y los que cre¨ªan lo contrario. Carmen Moreno abandon¨® antes su cita diaria en el club de punto que comparte con las amigas para seguir la escena. Con el jersey que est¨¢ tejiendo para su hija bajo el brazo, Moreno aseguraba que Abel no ¡°puede ser hija de Dal¨ª porque siempre se dijo que era impotente¡±. Su marido, a su lado, asent¨ªa y a?ad¨ªa que todo es por dinero. Marisol Garc¨ªa defend¨ªa lo contrario: ¡°La conozco desde hace a?os y me gustar¨ªa que tuviera raz¨®n. Su abogado se lo merece; un abogado de oficio contra tantos poderes y que llega tan lejos¡±. Garc¨ªa, jubilada, trabajaba en la antigua tienda de ropa Tamar¨ªs, frecuentada por Gala y por Dal¨ª, ¡°cada uno por su lado, con sus amantes". "Los de Gala eran m¨¢s guapos. Yo creo que Pilar se parece a Dal¨ª¡±, concluye Garc¨ªa.

Llu¨ªs Duran, propietario del Hotel Duran y del Caf¨¦ Astoria, recuerda la primera vez que, con 9 a?os, vio a Dal¨ª entrar en la pensi¨®n que regentaba su padre, amigo del pintor: Dal¨ª acababa de volver de una gira por Estados Unidos y se present¨® con un gorro mejicano y armilla tejana. Duran hijo tiene mil y una an¨¦cdotas de Dal¨ª, y con cada historia, m¨¢s se amarga su relato. Est¨¢ convencido de que la prueba de paternidad es una estratagema del gobierno espa?ol para llevarse el museo a Madrid. ¡°La situaci¨®n pol¨ªtica es muy dif¨ªcil, no me extra?ar¨ªa que se lo quieran llevar, como venganza¡±, repite Duran. La c¨®lera en esta parte de mundo es m¨ªtica pero tambi¨¦n tangible; como cuando mi abuela, de Portbou, se encolerizaba evocando batallas de las guerras carlistas, o como cuando Josep Pla escrib¨ªa que la tramuntana tiene la culpa de ello: ¡°La tramuntana es un mal negocio, porque es destructiva: es una fuerza c¨®smica superior a cualquier forma humana, una forma gratuita y negativa¡±.

La alcaldesa de Figueres, Marta Felip, asegur¨® ayer que la exhumaci¨®n de Dal¨ª era el segundo momento m¨¢s importante en la historia del municipio; el primero fue el entierro. Pese a la expectativa, la cola durante el d¨ªa frente el museo era la normal en un d¨ªa de julio ¨Cmedia hora de espera para comprar las entradas¨C. La espera de los turistas era amenizada por un mendigo que llevaba una barretina lila, luc¨ªa un bigote daliniano blanco y cargaba todos sus enseres en un carrito de beb¨¦. ¡°Dal¨ª se untaba el bigote con miel para atraer a las moscas. Me lo explicaron en el colegio¡±, dice Esmeralda Sol¨ªs, camarera de la hamburgueser¨ªa Burguer Pla?a. Sol¨ªs tiene 16 a?os y lleg¨® a Catalu?a con 2 a?os. Ha visitado el museo con el colegio en varias ocasiones y lo de la exhumaci¨®n le parece poco pintoresco comparado con el arte de Dal¨ª. Edi es un compa?ero de Esmeralda, franc¨¦s de 20 a?os pero afincado desde joven en Figueres. Se declara admirador de Dal¨ª porque explota su creatividad, y asegura: ¡°Cuando era peque?o y la escuela nos llevaba al museo, no entend¨ªa nada. Pero a partir de los 16 empec¨¦ a sentir aquello y conclu¨ª que este pavo [Dal¨ª] hac¨ªa unas cosas de la hostia¡±. Sol¨ªs recuerda que, de las ense?anzas escolares sobre Dal¨ª, lo que m¨¢s le impresion¨® era que el pintor se levantara a las cuatro de la madrugada para anotar sus sue?os. ¡°A los seis a?os quer¨ªa ser cocinero; a los siete, Napole¨®n. Desde entonces mi ambici¨®n no ha dejado de crecer en una locura de grandeza¡±, escribi¨® Dal¨ª en las primeras palabras de su Vida secreta.

Bardalet dijo a El Punt Avui que ¡°un muerto sin familiares es el ser m¨¢s indefenso que existe. Siento profundamente que Dal¨ª no se puede defender¡±. Duran piensa lo mismo y a?ade que le cuesta mucho creerse a Abel. Insiste que nunca ha visto una imagen de la madre de Abel y que Figueres puede salir perjudicada por este enfrentamiento, aunque todo parezca coherente con la vida de su protagonista: provocaci¨®n y espect¨¢culo.