Berl¨ªn y el muro, sello de estilo
La pel¨ªcula ofrece m¨²ltiples apariencias. Pero al final domina solamente la fachada
Berl¨ªn, a?o 1989. Era un tiempo de espanto en una ciudad asolada por la divisi¨®n. Pero, en el fondo, si el cine se empe?a, tambi¨¦n era un tiempo estiloso: lo falsamente nost¨¢lgico como s¨ªmbolo de distinci¨®n. El poder de fascinaci¨®n de una ciudad de hielo pero en realidad en llamas, en un cine distanciado, alejado de la trascendencia y que impone una representaci¨®n estilizada de la mugre pol¨ªtica y moral. Es At¨®mica, pel¨ªcula de esp¨ªas al estilo siglo XXI, una espectacular pompa de jab¨®n sin relleno (o muy poco), basada en la serie de novelas gr¨¢ficas La ciudad m¨¢s fr¨ªa, creada por Antony Johnson y Sam Hart, y editada en Espa?a por Planeta.
AT?MICA
Direcci¨®n: David Leitch.
Int¨¦rpretes: Charlize Theron, James McAvoy, Sofia Boutella, John Goodman.
G¨¦nero: espionaje. EE UU, 2017.
Duraci¨®n: 115 minutos.
En su primera pel¨ªcula como director, lo primero que ha hecho David Leitch, hasta ahora en el departamento de especialistas de m¨²ltiples superproducciones, es convertir el helador c¨®mic (dibujo en blanco y negro, sutil y de trazos sencillos) en un estallido de color y sensaciones que, adem¨¢s, viene acompa?ado de un carism¨¢tico reparto de int¨¦rpretes. Y la novedad quiz¨¢ est¨¦ en que el habitual personaje florero rom¨¢ntico de las pel¨ªculas de esp¨ªas, con James Bond a la cabeza, siempre mujer, lleve a la pel¨ªcula hasta una nueva dimensi¨®n: la del lesbianismo expuesto con total naturalidad, al quedar armado frente a una protagonista tambi¨¦n mujer, el personaje de Charlize Theron.
Leitch, criado en el oficio de la lucha y la acci¨®n, sucumbe al hartazgo de la pelea de artes marciales cada cuarto de hora, pero, a cambio, muestra un sorprendente estilo, sobre todo en un debutante, para filmarlas de un modo extraordinario sin apenas cortes de montaje, culminando en el espl¨¦ndido plano secuencia de la lucha en las escaleras. Desigual, aunque nunca desde?able, At¨®mica ofrece aspectos interesantes y al momento se derrumba, como una monta?a rusa de sensaciones a favor y en contra dif¨ªcil de tratar. Frente a un relato cojitranco, con hilo conductor de una entrevista de la que se entra y se sale con demasiada frecuencia, como buena pel¨ªcula de espionaje, contiene un mcguffin interesante y bien expuesto. Y frente a una lista de canciones de exquisito gusto y potencia, Leitch las utiliza sin criterio, como si las introdujera para tapar agujeros de talento y elevar instantes sin el fuste necesario.
Como las dobles y hasta triples personalidades de los personajes, disfrazados de lo que no son, la pel¨ªcula tambi¨¦n ofrece m¨²ltiples apariencias. Pero al final domina solamente la fachada. Dentro, el conjunto vac¨ªo.
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