Roc¨ªo M¨¢rquez, pura y gozosa heterodoxia
El Cante de las Minas aplaude a dos generaciones innovadoras, la de la cantaora onubense y la de Lole Montoya.
Hace algunos a?os este peri¨®dico public¨® un reportaje titulado "Los hijos de la Ni?a", en el que se presentaba a artistas, entonces muy j¨®venes pero ya exitosos, como Arc¨¢ngel, Estrella Morente, Mayte Mart¨ªn o Miguel Poveda.
El reportaje mostraba una evidente paradoja: artistas renovadores, que se plantaban ante la "dictadura" mairenista con naturalidad y sin aspavientos, que no se hab¨ªan formado en el tablao ni hab¨ªan pasado calamidades, y que a veces no pertenec¨ªan a ninguna tradici¨®n familiar, a la hora de buscar ra¨ªces miraban muy atr¨¢s en el tiempo, por ejemplo, a Pastora Pav¨®n, "La Ni?a de los Peines".
Ahora, una nueva generaci¨®n, en la que destaca con todo merecimiento la onubense Roc¨ªo M¨¢rquez, ha logrado perder todo complejo, dar un paso m¨¢s si cabe y no poner traba alguna a su libertad creadora. La joven cantaora, acompa?ada por la brillante sonanta de Miguel ?ngel Cort¨¦s, actu¨® la noche del viernes en la primera de las galas de la 57 edici¨®n del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Uni¨®n, donde en 2008 arras¨® en el concurso del festival y gan¨®, entre otros premios, la 'L¨¢mpara Minera'.
Roc¨ªo se anunciaba en un cartel que completaba, precisamente, alguien que en los a?os setenta del pasado siglo supuso un verdadero esc¨¢ndalo en las aguas del purismo flamenco: Lole Montoya, que formando pareja con Manuel Molina ("Lole y Manuel") contribuy¨® a cambiar los caminos de esta m¨²sica.
Roc¨ªo M¨¢rquez no dedic¨® su recital a ninguno de sus ¨²ltimos discos, "Firmamento" o "El Ni?o", este ¨²ltimo dedicado a recrear los cantes de Pepe Marchena, que en su primera ¨¦poca fue conocido como Ni?o Marchena. Hizo, como ella misma lo llam¨®, un recital cl¨¢sico y variado. Su primer palo, una guajira, ya fue una declaraci¨®n de intenciones marchenista.
Esta generaci¨®n, esta artista, innova mirando hacia atr¨¢s, salt¨¢ndose el mairenismo y buscando ra¨ªces en Marchena, en Vallejo o en la Ni?a de los Peines. Claro, todo eso no ser¨ªa posible sin el eslab¨®n y magisterio reciente de Enrique Morente. De hecho la voz de Roc¨ªo, poderosa y educada acad¨¦micamente, siendo tremendamente personal, tiene ecos de Morente, y siempre de Marchena: ese gusto por el potente melisma. Todo suena en ella nuevo y antiguo a la vez, a a?os treinta, a ¨®pera flamenca. Como esa seguiriya, por cierto majestuosa, imperial, cantada a la manera antigua, con gran ritmo, al aire de Vallejo.
Una relajada cantaora, mientras espera para la prueba de sonido, antes de la actuaci¨®n, y en conversaci¨®n con EL PA?S, as¨ª lo acepta: "Es la ley del p¨¦ndulo hist¨®rico, en realidad todo est¨¢ escrito en la historia, no podemos olvidarnos de lo que hay en medio."
Y sobre Marchena exclama: "Qu¨¦ alegr¨ªa escuchar a Pepe, el variaba las cosas veinte veces, era un genio". Pero advierte con seguridad: "El comienzo del conocimiento est¨¢ en la repetici¨®n, pero s¨®lo el comienzo, no el final". Pureza y heterodoxia, tradici¨®n y renovaci¨®n.
Lole Montoya
Cerraba la noche Lole Montoya, ahora no con el inolvidable Manuel Molina, sino con Juan Carmona y El Paquete. Muchos ya casi no la conocen, pero los que por edad s¨ª conocieron la ¨¦poca dorada del c¨¦lebre y revolucionario d¨²o (a?os setenta del pasado siglo) parec¨ªan expectantes, aunque deseando que la voz sonara clara y rotunda, como en los buenos tiempos. Fue un recital de menos a m¨¢s, en el que ofreci¨® el repertorio esperado con los versos que el olvidado y bohemio escritor Juan Manuel Flores escrib¨ªa en servilletas de papel en las tabernas de Sevilla y que Manuel Molina convert¨ªa en melod¨ªas flamencas para Lole. Como esos iniciales: "ni?a, hab¨ªa una vez una mariposa blanca".
Lole fue calentando la voz y se atrevi¨® con todo, despacio y con gusto. Nadie puede esperar que su voz se mantenga como hace cuarenta a?os. Pero es que entonces todo era nuevo y ven¨ªa "la ma?ana", y seguramente todos ¨¦ramos j¨®venes y felices, o eso cre¨ªamos. Pero la noche, en conjunto, fue brillante y bonita, muy completa.
Babelia
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