?Escritoras locas? No, sencillamente, incomprendidas
Un curso desnuda los malentendidos y las relaciones entre literatura femenina y la privaci¨®n del juicio
?Estaban locas o simplemente pose¨ªan una desbocada creatividad? ?Necesitaban tratamiento o era una manera de doblegar su disidencia social, pol¨ªtica, moral? ?Eran brujas o, sin m¨¢s, se empe?aron en transgredir normas que las asfixiaban? ?Portaban el demonio de la carne o no se plegaban a la seca ?o?er¨ªa de una sexualidad castrante? En cada una de estas preguntas podemos observar el esp¨ªritu de Virginia Woolf, Leonora Carrington, Alejandra Pizarnik, Clarice Lispector¡ ?Enfermas mentales o, sencillamente, incomprendidas?
Esa es la raz¨®n del curso ?Una maldici¨®n que salva? Escritoras y locura, del 7 al 11 de agosto, impartido en la Universidad Internacional Men¨¦ndez y Pelayo (UIMP), de Santander, dirigido por las profesoras de la Aut¨®noma de Madrid Carmen Valc¨¢rcel y Elisa Mart¨ªn Ortega. M¨¢s de 120 asistentes en el aula comparten la mirada de expertos y literatos en torno a ese tab¨², esa todav¨ªa confusa maldici¨®n.
Marta Sanz fue una de las primeras en hablar el pasado lunes, 7 de agosto. Con su novela Clav¨ªcula (Anagrama) como eje psicosom¨¢tico y actual. "Se trata de un texto roto porque quiere reflejar la imagen del cuerpo femenino como territorio violentado y pasto de una fragilidad que tiene que ver con el g¨¦nero, con el paso del tiempo, con la percepci¨®n de la vulnerabilidad de las personas que quieres y con la precarizaci¨®n de nuestro oficio en particular y del pa¨ªs en general", asegur¨® Sanz.
Sirve como met¨¢fora de todo un desgarro presente. ¡°De las secuelas que deja en el cuerpo navegar contracorriente y de c¨®mo es muy dif¨ªcil separarlo de la psique, la qu¨ªmica de la fisiolog¨ªa, el esp¨ªritu de la econom¨ªa, sobre todo, en el caso de las mujeres que llevamos sobre la espalda un peso al que a veces no sabemos ponerle nombre", coment¨® la autora.
Menos estudiadas que los hombres
Conven¨ªa ahondar en el g¨¦nero esta semana en el Palacio de la Magdalena, sede de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, en Santander, dentro del curso sobre literatas locas. "Los casos de estas escritoras han sido menos estudiados que los de los hombres en diagn¨®sticos similares", coment¨® Javier Exp¨®sito, impulsor del encuentro, como responsable de Literatura de la Fundaci¨®n Banco Santander. Pero son ellas quienes representan con m¨¢s dramatismo la confusi¨®n, esa catarsis del individuo frente a la norma y consiguiente desplome. "La definici¨®n de la locura de la que partimos es la de un constructo social, es decir, independientemente de la alteraci¨®n mental que tuviera (o no) cada una de las autoras, lo relevante es que se las trata de enfermas mentales, algo que incide significativamente en la construcci¨®n de su propia identidad, y que las hace escribir acerca de la locura y de su internamiento", a?ade Exp¨®sito. "Estudiamos sus obras como un medio para conocer de primera mano esta experiencia de los l¨ªmites, as¨ª como los nexos entre la creaci¨®n y la locura. Aparte de que las obras de estas autoras han sido significativamente menos analizadas, la definici¨®n de la locura ha sido hist¨®ricamente utilizada de forma distinta al ser aplicada a las mujeres".
Antes fue la histeria, hoy es la ansiedad, la fibromialgia¡ "el caj¨®n de sastre de las enfermedades m¨¢gicas para las que la soluci¨®n siempre es tard¨ªa o ambigua dentro de un relato m¨¦dico heteropatriarcal", a?adi¨®. "De ah¨ª salen nombres de mujeres que se movieron en ese delicado filo y que a veces se cayeron y a veces se hicieron un poco m¨¢s poderosas ¡ªVirginia Woolf, Sylvia Plath, Anne Sexton, Alejandra Pizarnik, Frances Farmer, Janet Frame..."¡ª. Tambi¨¦n estereotipos literarios como el de la loca del desv¨¢n, de la psiquiatr¨ªa darwinista, o relatos excelentes como El despertar, de Kate Chopin; Luella Miller, de Mary Wilkins Freeman, o El empapelado amarillo, de Charlotte Perkins Gilman, propuso la escritora.
Todo ha sido ¡ªy, en parte, sigue siendo¡ª un doloroso malentendido. "El concepto de locura ha sido utilizado hist¨®ricamente de forma distinta en el caso de las mujeres, aplic¨¢ndolo en ocasiones a aquellas que no cumpl¨ªan con los imperativos sociales y morales que se consideraban propios de su g¨¦nero", afirma la profesora Elisa Mart¨ªn Ortega. "La cuesti¨®n no es si la escritura femenina es distinta de la masculina. Tratamos de reflexionar acerca de las representaciones literarias (diarios, cartas, memorias, autoficciones) del dolor ps¨ªquico y del estigma asociado a los diagn¨®sticos psiqui¨¢tricos, independientemente de que existiera o no una enfermedad mental".
Creativamente, para algunas, acab¨® como cierta ventaja: "Adoptamos una definici¨®n de la locura como constructo social, sometido a cambios hist¨®ricos y culturales. No entramos en si las escritoras padec¨ªan o no una enfermedad mental, sino que nos interesa el modo en que transmiten esta experiencia l¨ªmite y son capaces de crear una nueva identidad a trav¨¦s de la escritura". El t¨ªtulo del curso ¡ª?Una maldici¨®n que salva?¡ª parte de una frase de Clarice Lispector. "Pretendemos interrogarnos sobre aquellos casos en los que la creaci¨®n funciona como una forma de reparaci¨®n y salvaci¨®n, y otros en los que la artista se precipita en el abismo. ?Por qu¨¦ donde unas naufragan otras se ahogan?", se preguntaba Lispector, en palabras de Carmen Valc¨¢rcel.
Santander era el lugar indicado para hablar de casos como el de Leonora Carrington, internada en un psiqui¨¢trico de la ciudad en los a?os cuarenta. Ah¨ª lleg¨®, en su huida del contexto europeo, atosigada por pesadillas bombeadas por sus amigos y amantes surrealistas, caso de Max Ernst. De ello habl¨® Javier Mart¨ªn-Dom¨ªnguez, autor de Leonora Carrington y el juego surrealista, un documental sobre la artista que tambi¨¦n se ha proyectado en el curso: "Viene a simbolizar la Historia con may¨²scula, esos a?os que destrozan su mapa de viaje, como el de tantos otros, y especialmente el de los surrealistas parisinos, amenazados por el delirio totalitario", asegur¨®.
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