Harina, sangre y serpientes: 500 a?os de mayas y castellanos
A cinco siglos del primer contacto entre los pueblos de Yucat¨¢n y la pen¨ªnsula ib¨¦rica, el Museo de Antropolog¨ªa de la Ciudad de M¨¦xico acoge la gran exposici¨®n del mundo maya
Harina, sangre y serpientes. La tabla peri¨®dica de la religiones, metales de transici¨®n. El libro sagrado de los mayas quich¨¦, el Popol Vuh, narra la creaci¨®n del mundo, sus etapas. Presenta a los dioses creadores, entre ellos Kukulk¨¢n, la serpiente emplumada. Primero, lee el texto, los dioses armaron hombres de barro. Pero fue un fracaso, se deshac¨ªan con la lluvia. Luego probaron con hombres de madera y tampoco funcion¨®: no les rend¨ªan pleites¨ªa. Por ¨²ltimo lo intentaron con una mezcla de ma¨ªz y sangre, su propia sangre. Fue entonces cuando lo consiguieron.
Se entiende que los dioses mayas usaron toneladas de ma¨ªz en harina y millones de litros de sangre; que fue as¨ª como nacieron los primeros hombres capaces de rezar y medir el tiempo. Se multiplicaron y poco a poco se expandieron y poblaron el sur de M¨¦xico, Guatemala y el oeste de Honduras. Cuando llegaron los espa?oles, a principios del siglo XVI, las diferentes etnias mayas integraban una compleja red de ciudades estado.
El primer encuentro sucedi¨® hace justo 500 a?os y fue probablemente muy extra?o. M¨¢s all¨¢ de las barbas y los caballos, y la tez blanca de los europeos, los mayas planteaban una visi¨®n del mundo totalmente opuesta. Si los espa?oles, tan cat¨®licos, com¨ªan y beb¨ªan del cuerpo de Cristo como ofrenda y recuerdo de su sacrificio, los mayas, por el contrario, alimentaban con su sangre y su carne a los dioses. Si la serpiente yucateca, Kukulk¨¢n, era parte del origen del mundo, la cat¨®lica era -y es- el eterno intento de su destrucci¨®n. Al menos de su destrucci¨®n moral.
Se ignora si el explorador cordob¨¦s Francisco Hern¨¢ndez pens¨® en algo de esto cuando lleg¨® a las costas de Yucat¨¢n en 1517. Se ignora porque no dej¨® testimonio escrito de su viaje y muri¨® poco despu¨¦s, malherido y frustrado, en Cuba.
En todo caso y para conmemorar ese primer encuentro, el Gobierno de M¨¦xico ha tra¨ªdo de vuelta a la capital una extraordinaria exposici¨®n de escultura maya. Se trata de una colecci¨®n de m¨¢s de 300 piezas, titulada Mayas, el lenguaje de la belleza. Miradas cruzadas.
La exposici¨®n vuelve a M¨¦xico cuatro a?os despu¨¦s de su concepci¨®n, crecida y bien vestida, con m¨¢s del doble de figuras que en 2013. En estos a?os ha pasado por China, Italia y Alemania. Ahora vuelve a M¨¦xico con nuevo apellido, miradas cruzadas, que alude precisamente al quinto centenario del primer encuentro. Las miradas cruzadas de los mayas, por un lado, y de los castellanos, por otro.
¡°No dividimos la exposici¨®n por estilos, geograf¨ªas o actividades econ¨®micas¡±, explica Karina Romero, curadora de la muestra. ¡°La propuesta fue ir hacia algo m¨¢s est¨¦tico, conceptos que permanezcan a trav¨¦s de la geograf¨ªa y el tiempo¡±.
Esto significa que el orden resulta ciertamente sorprendente. A diferencia de la sala maya del Museo de Antropolog¨ªa, casa de la exposici¨®n, aqu¨ª las piezas responden a un concepto m¨¢s personal. Hay cuatro salas. La primera muestra esculturas de cuerpos pintados, tatuados; m¨¢scaras de ojos estr¨¢bicos, atributo de alcurnia; bocas abiertas con dientes limados. Pero antes, al principio, un gran falo de piedra. ¡°A mucha gente le llama la atenci¨®n esta pieza, el falo¡±, dice Romero. ¡°Pero es una manera de cambiar el concepto, de c¨®mo nos vamos a aproximar a la pl¨¢stica maya. Es un s¨ªmbolo de fertilidad, atributo del gobernante. Pero no es s¨®lo la capacidad de tener hijos, tambi¨¦n refiere a la fertilidad de la tierra¡±.
La segunda sala aborda el vestido, las novedades de la moda maya de casi mil a?os. Hay tocados y yelmos de guerrero, trajes de algod¨®n acolchado, orejeras, narigueras, collares. Todo hecho de estuco, cer¨¢mica y jade, figuras delicadas que desaf¨ªan la quietud de sus vitrinas: parece que se mueven. Hay un par en concreto, dos jugadores de pelota, que arman el brazo con violencia concentrada, preparando su yugo de caucho y algod¨®n para golpear el esf¨¦rico.
La tercera y la cuarta tratan la deidad en sus distintas formas. La tercera, a partir de sus expresiones animales, la cuarta, de su apariencia humana. Casi antes de terminar, aparece El Sol Nocturno, una urna ornamentada con la cabeza de un jaguar, felino del inframundo, la cabeza de un gobernante y arriba, dominando el artilugio, una fusi¨®n de ambos. ¡°La pieza¡±, dice el cat¨¢logo de la exposici¨®n, ¡°ilustra la transformaci¨®n del gobernante deificado como se?or del inframundo¡±.
En su primera carta de relaci¨®n a los reyes de Castilla, Hern¨¢n Cort¨¦s escribi¨® que ¡°[los mayas] honran y sirven de tanta manera [a sus ¨ªdolos] y con tantas ceremonias que en mucho papel no se podr¨ªa hacer de todo ello a vuestras reales altezas, entera y particular relaci¨®n¡±.
Casi 500 a?os m¨¢s tarde, esta exposici¨®n viene a llevarle la contraria.
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