Pablo Escobar: un asesino como icono de ficci¨®n
El m¨¢s famoso narcotraficante, abatido a tiros, gana otras vidas en el cine, las series y los libros
Cuando el pr¨®ximo 1 de septiembre se estrene la tercera temporada de Narcos, Pablo Escobar s¨®lo ser¨¢ una sombra en alta definici¨®n. Sangrienta, pero una sombra con una herencia de cad¨¢veres, familias rotas y millones de billetes sin lavar. El protagonista que dio inicio a las dos primeras entregas de la serie producida por Netflix mor¨ªa abatido en un barrio de Medell¨ªn al final de la segunda. As¨ª fue en la pantalla y as¨ª tambi¨¦n ocurri¨® en realidad. Pero, en medio, el personaje m¨¢s exprimido por la literatura, el cine, la televisi¨®n y hasta los videojuegos en lo que llevamos de siglo, ha ofrecido y sigue lo haciendo, todos los prismas, las pol¨¦micas, los enfoques¡ Tras una vida de exceso y crimen, Escobar pervive en otra: la de toda una oscura leyenda de ficci¨®n.
Tan s¨®lo en septiembre llegan Narcos y?Loving Pablo la nueva pel¨ªcula de Fernando Le¨®n de Aranoa, con Javier Bardem y Pen¨¦lope Cruz como protagonistas. Ser¨¢ estrenada en el pr¨®ximo festival de Venecia. Pero antes han existido Pablo Escobar: el patr¨®n del mal, que supuso un hito en las narcoseries latinoamericanas, o fiascos como Escobar: para¨ªso perdido, en el cine, con Benicio del Toro, adem¨¢s de un inmenso c¨²mulo de otros t¨ªtulos de g¨¦nero menor o documentales rigurosos y plagados de controversia.
Todo empez¨®, no obstante, con los libros. Y no de mano de cualquier autor. Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez puede atribuirse el m¨¦rito de haber sido uno de los primeros ¨Csi no es as¨ª, s¨ª es cierto que el m¨¢s importante- en dedicarle una narraci¨®n que fue reportaje: Noticia de un secuestro. ¡°En los a?os noventa, Gabo quer¨ªa volver de alguna forma al periodismo y la g¨¦nesis y elaboraci¨®n de ese libro coincide con la creaci¨®n de la Fundaci¨®n de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI)¡±. Lo dice Jaime Abello Banfi, su actual responsable y fiel guardi¨¢n del legado del premio Nobel.
La figura de Escobar era un cuerpo muy presente entonces. Y como personaje de una novela no hab¨ªa madurado con una distancia suficiente. ¡°Por eso elige el reportaje, entre otras cosas. Y porque representa un eje fundamental para entender la Colombia de entonces. Serv¨ªa para trasladar una idea de resistencia. ?l lo vivi¨® de cerca. No s¨®lo se encontraba muy pr¨®ximo al presidente C¨¦sar Gaviria, que se encarg¨® de combatirlo con la supremac¨ªa moral del Estado frente al poder del narco, tambi¨¦n asesin¨® a amigos suyos como Guillermo Cano¡±, afirma Abello.
Noticia de un secuestro se fija en el cautiverio de Maruja Pach¨®n de Villamizar, pol¨ªtica y periodista colombiana, cu?ada a su vez de Luis Carlos Gal¨¢n, asesinado por orden de Escobar. El relato navega por la experiencia de otros secuestrados y representa un fresco de ese reto constante llevado por el narco como obsesi¨®n por doblegar al sistema. La figura de Escobar es predominante en la acci¨®n, como el contexto formado por ¨¦l lo han sido en las obras de autores colombianos fundamentales, caso de Fernando Vallejo, H¨¦ctor Abad o Juan Gabriel V¨¢squez.
Pero Escobar ha servido tambi¨¦n al g¨¦nero de la memoria. Ah¨ª, su hijo, Juan Pablo Escobar, tiene mucho que decir. Sus obras, Lo que mi padre nunca me cont¨® y Pablo Escobar, mi padre, son un ejemplo de redenci¨®n. ¡°Cuando fue asesinado, jur¨¦ vengar su muerte y esa promesa dur¨® 10 minutos¡±, confiesa en este ¨²ltimo. Desde entonces, ha dedicado su vida a la reconciliaci¨®n con las v¨ªctimas, a pedir perd¨®n y a ganarse el derecho a una segunda oportunidad y que no le confundan con el legado criminal de su padre. Pero es muy cr¨ªtico con ciertos productos como Narcos. Cuando se enter¨® de que iba a hacerse la serie quiso colaborar y le contestaron que se basar¨ªan en el testimonio de Javier Pe?a, agente de la DEA en la ¨¦poca.
Juan Pablo Escobar la escudri?¨®. De una primera visi¨®n, sac¨® 28 errores que colg¨® en su Facebook y corrieron como la p¨®lvora. ¡°Est¨¢n muy lejos de la realidad, en mi caso, mientras m¨¢s avanza la serie, m¨¢s peque?o me veo. Como Benjamin Button. No respetan la verdad pero como tal se la pretenden vender al mundo. M¨¢s que el tratamiento a m¨ª familia, me sorprendi¨® el nivel de encubrimiento frente al papel de corrupci¨®n internacional del que son part¨ªcipes buena parte de las agencias que garantizan el ¨¦xito de un negocio excelente para ellas y sus ciudadanos mientras a los latinoamericanos s¨®lo nos deja violencia con may¨²sculas¡±, asegura Escobar a EL PA?S.
Cree que su padre se reir¨ªa del glamur que las narcoseries y las pel¨ªculas ofrecen sobre su figura. Respeta el trabajo que hizo Garc¨ªa M¨¢rquez, por ejemplo, y advierte: ¡°La glorificaci¨®n de su vida est¨¢ afectando tan negativamente a las nuevas generaciones en el continente que, parte de ellas, han dejado de so?ar en positivo para creer que el mundo del narco es lo m¨¢s cool del momento¡±.
No le convence la apuesta que en su d¨ªa, seg¨²n Jaime Abello, hizo directamente el presidente del pa¨ªs, Juan Manuel Santos para entrar en la serie. ¡°Quer¨ªa que se aprovechara la oportunidad para introducir el punto de vista colombiano. La haza?a de un pa¨ªs para resistir al narco¡±, comenta el director de la FNPI.
Quiz¨¢s a Escobar hijo s¨ª le hubiera gustado una serie que nunca se hizo y que tuvo en sus manos Aitor Gabilondo, brillante productor ejecutivo espa?ol, creador de El pr¨ªncipe. Se basaba en la experiencia de su madre, Mar¨ªa Victoria Henao, la Tata, esposa de Escobar. ¡°Tuvo que negociar con el gobierno colombiano y con el c¨¢rtel de Cali para poder abandonar el pa¨ªs. Al final le dieron una nueva identidad y se instal¨® con sus hijos menores de edad en Argentina. Vivi¨® en el anonimato hasta que su gestor descubri¨® su verdadera identidad y empez¨® a chantajearla¡¡±, relata Gabilondo.
Eso le impuls¨® a escribir sus memorias. Contaba su vida al lado de Escobar, el gran amor de su vida desde los 15 a?os, hasta su destierro en Argentina. ¡°Su punto de vista sobre el personaje y toda su peripecia es muy singular y por eso quisimos llevarlo a la pantalla. Pero el proyecto se frustr¨® en parte por el aluvi¨®n de series y pel¨ªculas que empezaron a aparecer¡±, confiesa el guionista que prepara ahora en Galicia junto a Mediaset Vivir sin permiso, de nuevo con Jos¨¦ Coronado, esta vez convertido en un narco gallego que resucita las esencias de un Rey Lear shakespeareano en la realidad espa?ola.
Gabilondo renunci¨® a seguir la estela de Escobar, pero le reconoce el im¨¢n para explotarlo en ficci¨®n. ¡°Es el Maradona del crimen, un narcotraficante innovador, ostentoso, carism¨¢tico y muy cruel. Adem¨¢s, so?aba con llegar a convertirse en presidente de Colombia y de no ser por su instinto asesino, hasta podr¨ªa haberlo logrado. A su mujer, le dec¨ªa que se fuera preparando para ser la primera dama del pa¨ªs. Era ya entonces el colmo del populismo¡±.
De Colombia al M¨¦xico del Chapo
Pablo Escobar y sus colegas inspiran tambi¨¦n otros territorios para el desarrollo de la ficci¨®n. M¨¦xico es ahora el punto caliente. El Chapo Guzm¨¢n promete dejar su contribuci¨®n en los pr¨®ximos a?os, como antes lo ha hecho El poder del perro, de Don Winslow, un libro tan impactante como maniqueo y poco riguroso a juzgar porque sit¨²a en Guatemala ¨Cas¨ª se lee en una de las ediciones de Random House- el asesinato del arzobispo Romero, muerto por los paramilitares en El Salvador.
Rodrigo Fres¨¢n, escritor argentino, le escribi¨® un pr¨®logo y da pistas sobre el juego que el narco deja en los g¨¦neros audiovisuales y la literatura: "Comulgan dos arquetipos narrativos muy claros: por un lado est¨¢ el se?or feudal de la hacienda y por otro el dictador latinoamericano. Hay algo muy de sangre din¨¢stica y muy de sangre a derramar. Los mejores narcos tienen pasado y, adem¨¢s, una gran potencia oper¨ªstica", asegura.
Y una mina de ambig¨¹edad: "Como tal, tiene infinitas posibilidades. En el caso de Escobar, como en el de Omar Little de The Wire es, seg¨²n quien lo mire, Robin Hood traficando para los pobres o el sheriff de Nottingham robando para su bolsillo. Est¨¢ claro que su no-ficci¨®n acabar¨¢ siendo superada por las ficciones que ya est¨¢ generando. Suele ocurrir. En un par de generaciones se sabr¨¢ m¨¢s de la serie de televisi¨®n que de su figura real. En cualquier caso, Escobar, a la hora de inspirar, no difiere de Hitler, Napole¨®n o Cicer¨®n. La responsabilidad de resultar un buen personaje no reside en la persona, sino de qui¨¦n se lo apropia, por lo general, sin pedirle permiso". Y en eso, la historia de la creaci¨®n, de Homero a nuestros d¨ªas, va sobrada.
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