Nuestro hombre en Medell¨ªn
Una superproducci¨®n pol¨ªtica tan divertida como activista, en la que Tom Cruise encarna a un personaje real, un mercenario de la CIA de los a?os ochenta
BARRY SEAL: EL TRAFICANTE
Direcci¨®n: Doug Liman.
Int¨¦rpretes: Tom Cruise, Sarah Wright, Domhnall Gleeson, Caleb Landry Jones.
G¨¦nero: espionaje. EE UU, 2017.
Duraci¨®n: 118 minutos.
Es posible que el se?or Wormold, vendedor de electrodom¨¦sticos, solo quisiera hacerse socio del Country Club de La Habana, refugio de millonarios durante la era de Batista. Pero, como estaba en el lugar y el tiempo perfectos, y el trabajo le lleg¨® como ca¨ªdo del cielo, casi se vio obligado a convertirse en esp¨ªa brit¨¢nico. En Nuestro hombre en La Habana, Graham Greene, que algo sab¨ªa de espionaje, traz¨® el paradigma de la comedia en la que a veces se transforman la pol¨ªtica, la econom¨ªa, la investigaci¨®n y la influencia internacionales. Supuestos planos a¨¦reos, en realidad rudimentarios dise?os de aspiradoras. No hay quien lo mejore.
O quiz¨¢ s¨ª. Barry Seal, piloto comercial y leg¨ªtimo heredero de Wormold en cuanto a prestidigitaci¨®n en materia de espionaje, tambi¨¦n vivi¨® en un lugar y un tiempo ideales. Y, a diferencia de la creaci¨®n de Greene, fue una persona real. Un tipo que, de 1978 a 1986, como mercenario de la CIA, se code¨® con el dictador paname?o Manuel Antonio Noriega, y con Pablo Escobar y el cartel de Medell¨ªn, convirti¨¦ndose en parte del brazo ejecutor de la financiaci¨®n por parte de EE UU a la contra nicarag¨¹ense con recursos del narcotr¨¢fico. Empez¨® con Jimmy Carter, y en sus acciones acab¨® implicando de lleno a Ronald Reagan y al entonces gobernador de Arkansas, Bill Clinton. En definitiva, una risa muy seria a la que se apunta como un espectacular entretenimiento Barry Seal: el traficante, comedia de espionaje de Doug Liman, que casi deja en la categor¨ªa de aficionado al fabuloso personaje de Greene.
Con Tom Cruise como formidable protagonista, Liman utiliza un montaje el¨¦ctrico, con cambios de texturas fotogr¨¢ficas y de formatos audiovisuales, insertos, recursos del documental (en alg¨²n pasaje, repleto de humor y de documentaci¨®n de apoyo, parece una pel¨ªcula de Michael Moore), y continuos vaivenes narrativos en el espacio y en el tiempo, que llevan a su relato hasta un esp¨ªritu disfrazado de superficialidad que, en cambio, esconde algo tan esencial como las maquinaciones de la pol¨ªtica para enturbiar la divisi¨®n de poderes del pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo.
Estilosa hasta el brillante ¨²ltimo plano, Barry Seal es la historia de un hombre improbable. Una figura que se desvanece porque, pese a todo, a pocos parece interesar. Salvo al cine estadounidense, demostrando una vez m¨¢s su libertad de actuaci¨®n con una superproducci¨®n pol¨ªtica tan divertida como activista.
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