Muere John Ashbery: la voz de Am¨¦rica
Fallece el gran poeta estadounidense a los 90 a?os. Representaba lo mejor de su pa¨ªs, hab¨ªa heredado de Walt Whitman la capacidad de hablar y agitar la conciencia de la gente de la calle
John Ashbery, uno de los poetas norteamericanos m¨¢s importantes de nuestro tiempo, falleci¨® ayer a los 90 a?os de causas naturales en la localidad de Hudson, Nueva York. ¡°La principal preocupaci¨®n del poeta¡±, escribi¨® en La vanguardia invisible,breve ensayo de 1972 en el que formulaba, de manera elusiva, sus ideas acerca de la creaci¨®n verbal, ¡°es dar vida a la obra de arte de tal manera que resulte imposible intentar explicarla¡±. Su relaci¨®n con el lector respond¨ªa a ese planteamiento: propiciaba un acercamiento que iba m¨¢s all¨¢ de lo racional. Como en el arte abstracto, del que sus versos eran una refracci¨®n, como en la m¨²sica concreta, todo comenzaba en un plano puramente sensorial del que se saltaba imperceptiblemente a lo emocional; la comprensi¨®n, si es que llegaba, lo hac¨ªa despu¨¦s. ?l mismo no ten¨ªa una idea muy precisa de ad¨®nde le pod¨ªa llevar su imaginaci¨®n cuando empezaba a componer. Las im¨¢genes le llegaban sin que supiera bien de d¨®nde proced¨ªan. Su actitud hacia el objeto po¨¦tico era la misma que la de Czeslaw Milosz quien, cuando le preguntaron c¨®mo nac¨ªa un poema respondi¨®: ¡°Yo no lo s¨¦, me viene dado¡±. Y cuando le insistieron, apremi¨¢ndole: ¡°?Por qui¨¦n?¡± se limit¨® a decir: ¡°No lo s¨¦. No tengo un nombre para eso¡±.
Bibliograf¨ªa
Autorretrato en espejo convexo (Visor, 1990).
Galeones de abril (Visor, 1994).
Diagrama de flujo (C¨¢tedra, 1994).
El doble sue?o de la primavera (Visor, 2009).
Pirograf¨ªa (Visor, 2003).
Una ola (Lumen, 2003).
Por d¨®nde vagar¨¦ (Lumen, 2006).
Un nido de bobos (Elipsis ediciones, 2007).
Un pa¨ªs mundano (Lumen, 2009).
El juramento de la pista de front¨®n (Calambur, 2010).
Otras tradiciones (Vaso roto, 2014).
Pasaje techado (Visor, 2016).
Las palabras introductorias de una entrevista que concedi¨® a este diario en 2004 con motivo de la traducci¨®n al espa?ol de Pirograf¨ªas, antolog¨ªa mayor de sus poemas, cobran hoy un valor inusitado: ¡°Considerado el m¨¢s grande poeta vivo de su pa¨ªs, John Ashbery representa lo mejor de una Am¨¦rica que, en los enrarecidos tiempos que corren, resulta f¨¢cil perder de vista: la Am¨¦rica democr¨¢tica, fundada sobre una fe inquebrantable en las libertades c¨ªvicas e individuales. No en vano, su verbo formidable hunde directamente sus ra¨ªces en el legado de Walt Whitman, el cantor de las multitudes que supo dar cabida en su poes¨ªa a la totalidad de lo real¡±. John Ashbery era un poeta esencialmente elusivo y misterioso, pero que hab¨ªa heredado de su m¨¢s remoto maestro, Walt Whitman, la capacidad para hablar directamente a la gente de la calle, sacudiendo gozosamente sus incertidumbres y logrando una inmediata comunicaci¨®n celebratoria con quien se acercaba a ¨¦l. Autor de m¨¢s de treinta poemarios, su libro m¨¢s revolucionario, Autorretrato en un espejo convexo (1975, el t¨ªtulo procede del de un cuadro de Parmigianino), obtuvo los tres premios m¨¢s prestigiosos de Estados Unidos, el Pulitzer, el de la Cr¨ªtica, y el Nacional del Libro. Paul Auster, que siempre le profes¨® una admiraci¨®n sin l¨ªmites, explic¨® as¨ª el enigm¨¢tico poder de su palabra: ¡°Pocos poetas poseen hoy d¨ªa su misteriosa habilidad para socavar nuestras certidumbres, para articular tan plenamente las zonas m¨¢s ambiguas de nuestra conciencia¡±. Muchos a?os antes, cuando Ashbery era un perfecto desconocido y cay¨® en manos de W. H. Auden el manuscrito de Unos ¨¢rboles, su primer libro, el poeta angloamericano tuvo una curiosa reacci¨®n a dos tiempos. Primero afirm¨® no haber entendido una sola palabra. Tras dejarse llevar por lo que se le escapaba, se sumergi¨® en el texto sin poner trabas y al concluir celebr¨® el hallazgo declarando: ¡°Solo es merecedor del t¨ªtulo de poeta quien sepa regresar a las regiones de lo sagrado. [. . .]De Rimbaud a Ashbery la imaginaci¨®n sigue aferrada a los valores de lo m¨¢gico¡±. Coronando la opini¨®n de los mejores conocedores de la poes¨ªa estadounidense de nuestro tiempo, Harold Bloom, que consideraba que Ashbery era el mejor poeta de su generaci¨®n, escribi¨® en una ocasi¨®n: ¡°Hoy d¨ªa no hay ning¨²n poeta en lengua inglesa que tenga m¨¢s posibilidades que Ashbery de sobrevivir el severo juicio del tiempo. Est¨¢ destinado a formar parte de la insigne estela de poetas que incluye a Walt Whitman, Emily Dickinson, Wallace Stevens y Hart Crane¡±.
John Ashbery naci¨® en Rochester, Nueva York, en 1927, y repart¨ªa su tiempo entre su apartamento del barrio neoyorquino de Chelsea y una vivienda a orillas del Hudson, lugares en los que compart¨ªa sus d¨ªas con su esposo, David Kermani. Se cri¨® en una granja rodeada de manzanos, donde su mayor fascinaci¨®n era ver nevar, motivo que cristaliz¨® en la composici¨®n de su primer poema, a los ocho a?os. Desde entonces, lanz¨® sus versos al vac¨ªo sin saber d¨®nde pod¨ªan caer. Uno de ellos, Saliendo de la estaci¨®n de Atocha, acab¨® siendo el t¨ªtulo de la primera novela de Ben Lerner. La m¨²sica, el arte abstracto, el lenguaje de la naturaleza y el habla impersonal, que pertenece a todos, con sus clich¨¦s y frases hechas, eran los ingredientes esenciales de su poes¨ªa. Pero tambi¨¦n lo era su contrario: el reverso del ruido, la m¨²sica y la palabra, es decir el silencio. Para Ashbery, no hab¨ªa mejor definici¨®n de poes¨ªa que la que formul¨® John Cage: ¡°No tengo nada que decir y lo estoy diciendo y eso es poes¨ªa¡±.
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