Malos tiempos para la muerte
El documental 'Tauromaquia' degrada al toro al papel de un animalillo martirizado, lo despoja de su fiereza y de su posici¨®n tot¨¦mica
He declinado amablemente la amable invitaci¨®n de asistir al estreno oficial de Tauromaquia. Me la hab¨ªa cursado el Partido Animalista (Pacma) sin animosidad. Y no tem¨ªa uno convertirse en objeto de escarnio ni acabar manteado ¡ªese trabajo se hace en las redes sociales¡ª, pero tambi¨¦n recelaba de sumarme a un acto cat¨¢rtico de contrici¨®n o de conversi¨®n. Se supon¨ªa que la pel¨ªcula deb¨ªa disuadirme de mis h¨¢bitos toricidas y sanguinarios. Se me planteaba Tauromaquia como un esmerado ejercicio de realidad.
Y es real todo cuanto traslada el documental ¡ªlo he visto en la intimidad del ordenador¡ª, pero la selecci¨®n de los hechos y la tergiversaci¨®n editorial contradicen la antigua ambici¨®n de la verdad revelada. Y sobrepasa la pretensi¨®n de recrear la tortura desde la perspectiva del toro. Que aparece como un animalillo desorientado, desprovisto de ferocidad, castrado de su dimensi¨®n tot¨¦mica, despojado de su linaje mitol¨®gico y de toda la simbolog¨ªa eucar¨ªstica, limitado al papel de una hermosa mascota martirizada.
Tauromaquia es un t¨ªtulo demasiado avaricioso para una visi¨®n tan restringida. Bien sabemos los aficionados a los toros que la fiera sufre, agoniza y muere, pero la tauromaquia no consiste en una anacr¨®nica patolog¨ªa social donde los taurinos evacuamos nuestra aberrante crueldad relami¨¦ndonos con la sangre del uro, sino en una ceremonia lit¨²rgica y atemporal que sublima el trance de la muerte (tanatos) desde el di¨¢logo, la dial¨¦ctica, que proporciona el contrapeso de la creatividad (eros).
Y el toro no es una v¨ªctima, sino un ¨ªdolo en la noci¨®n pagana, en la devoci¨®n popular. Y la lidia no es una lucha, sino una experiencia coreogr¨¢fica que hacen del toro y el torero una aspiraci¨®n indisoluble. Cuando los aficionados decimos que el torero ha acertado a "reunirse" con el toro hablamos de una comuni¨®n entre la brutalidad y la estilizaci¨®n. Se torea despacio en la guada?a. Y la propia cercan¨ªa de la muerte ¡ªsegura, la del toro, posible la del torero¡ª extrema la relaci¨®n entre la oscuridad y la creatividad.
La c¨¢mara de Jaime Alekos reduce la Tauromaquia al sufrimiento del animal. La despoja de su dimensi¨®n "ag¨®nica" en el sentido griego de la palabra. Y pretende convencernos de que el toro es obligado a luchar. Para demostrarlo, aparecen en el documental algunas escenas del corn¨²peta huyendo de los enga?os. Tambi¨¦n podr¨ªan escogerse otras donde aparece saltando la barrera. Comportamientos heterodoxos, fuera de la costumbre, que retratan la propia tergiversaci¨®n de un documental "objetivo".
Objetivo y para adultos. Es la primera advertencia que me he encontrado a descarg¨¢rmelo (legalmente). De hecho, Tauromaquia incurre en la demagogia de ponernos de espaldas la imagen de un ni?o que asiste ufano a un espect¨¢culo tan monstruoso. Ese ni?o podr¨ªa ser yo cuando me inici¨® mi padre. Podr¨ªa serlo mi hijo cuando lo inici¨¦ yo, esperando que una ver¨®nica de Morante o un natural de Jos¨¦ Tom¨¢s le cambiaran la vida, como a m¨ª me la cambiaron Rafael de Paula y Curro V¨¢zquez, arrebatando a las entra?as una experiencia sublime, inexplicable, desde luego que irracional, afortunadamente irracional y embriagadora.
Urge hacer un documental alternativo que se titule Matadero, colocar el objetivo en la "realidad" de un degolladero industrial . Estamos en los tiempos del hacinamiento y sacrificio masivo de los b¨®vidos, pero esta sociedad hip¨®crita, infantilizada, reniega, abomina, de la tauromaquia porque nos pone en contacto con un acontecimiento tan insoportable como la muerte. Y porque se permite torearla.
Babelia
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