Artiller¨ªa intelectual contra el populismo
Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle firma un ensayo vigoroso contra un "fantasma de contornos imprecisos"
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Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle ha escrito un ensayo breve, ¨¢gil y vigoroso dedicado a combatir la que en su opini¨®n es la principal amenaza para las democracias contempor¨¢neas, un fantasma de contornos imprecisos que en los ¨²ltimos a?os inspira r¨ªos de tinta, gruesos titu?lares y cataratas de adjetivos: el fantasma del populismo. Con un buen olfato intelectual y un expl¨ªcito compromiso liberal y conservador, Lassalle diagnostica la discusi¨®n fundamental de nuestros d¨ªas: para sectores cada vez m¨¢s amplios de nuestras sociedades, las certezas de anta?o, las promesas de seguridad y prosperidad, est¨¢n hoy rotas y se han llevado por delante con ellas la confianza de los gobernados en las ¨¦lites pol¨ªticas y econ¨®micas.
A partir de aqu¨ª, y todo en virtud del combate de la demagogia y las ¡°bajas pasiones¡±, Lassalle no escatima en recursos e im¨¢genes para que compartamos su inquietud: ¡°Entre los escombros de la fe en el progreso (¡) repta silenciosa y oculta a los ojos de la opini¨®n p¨²blica la serpiente de un populismo que puede convertirse en la columna vertebral de un nuevo leviat¨¢n totalitario¡±. Casi nada. A lo largo del ensayo, la ausencia de demostraciones emp¨ªricas que permitan contrastar la encendida prosa con la realidad es compensada por m¨¢s andanadas ret¨®ricas, hasta dibujar un paisaje tenebroso en el que causas y consecuencias se confunden.
El autor acierta en su lectura de la sensaci¨®n generalizada de fin de ciclo, de pacto social y pol¨ªtico resquebrajado. Pero indaga poco o nada en sus causas, en el tipo de pol¨ªticas concretas que han sustituido la conciencia de los derechos por el miedo al futuro, en la voladura de las instituciones o las pol¨ªticas p¨²blicas que ten¨ªan como objetivo limitar el poder de los m¨¢s fuertes, elevar las oportunidades de los m¨¢s d¨¦biles y garantizar unas reglas del juego compartidas por toda la comunidad pol¨ªtica. Este marco de convivencia, en el libro de Lassalle, habr¨ªa volado por los aires fruto de una ¡°crisis¡± sin nombres ni apellidos, sin decisiones concretas con ganadores y perdedores de las mismas. Un fen¨®meno al margen de la pol¨ªtica, sobre el que no cabe hacerse preguntas pol¨ªticas ni, por tanto, pensar alternativas, igual que sucede, por ejemplo, ante un hurac¨¢n. As¨ª que el problema pasa a ser que sobre ese fen¨®meno han surgido fuerzas pol¨ªticas que para Lassalle son m¨¢s bien ¡°estados de ¨¢nimo¡±, por supuesto irracionales: rencor, venganza, miedo. La fractura social, la jibarizaci¨®n de la democracia por poderes privados no sometidos a control alguno no exist¨ªan hasta que despiadados tribunos de la plebe la han se?alado, de tal manera que el problema es se?alarla, no su existencia. Por poner un ejemplo concreto: el desprestigio de las instituciones no tendr¨ªa tanto que ver con su uso patrimonial ¡ªo saqueador¡ª por parte de las ¨¦lites tradicionales como por la artiller¨ªa discursiva del populismo.
El autor acierta en su lectura de la sensaci¨®n de fin de ciclo, de pacto social y pol¨ªtico resquebrajado. Pero indaga poco o nada en sus causas
El constitucionalista norteamericano Ackerman se?ala que la historia pasa por ¡°¨¦pocas fr¨ªas¡±, durante las cuales la institucionalidad existente contiene en lo fundamental las esperanzas y demandas de la poblaci¨®n, y por ¡°¨¦pocas calientes¡±, de car¨¢cter m¨¢s bien fundacionalista, en las que un excedente popular no contenido o satisfecho en la institucionalidad existente reclama con m¨¢s o menos ¨¦xito la reconstrucci¨®n del inter¨¦s general y una arquitectura institucional acorde. Esto no es resultado de malignas y demag¨®gicas conspiraciones, sino la esencia de la pol¨ªtica: los fines de una comunidad, su propia composici¨®n, no est¨¢n dados y es en torno a su definici¨®n que se articula la disputa y el pluralismo. Tambi¨¦n los ¡°antipopulistas¡± elaboran relatos que explican la realidad, atribuyen responsabilidades, reparten posiciones e identifican a un ¡°nosotros¡± que quieren mayoritario. La diferencia es que ellos lo niegan.
Nuestros sistemas pol¨ªticos contempor¨¢neos son hijos de una convergencia, no exenta de conflictos, entre el principio democr¨¢tico y el principio liberal. Ambos han convivido en un equilibrio siempre inestable. En los ¨²ltimos tiempos, ese equilibrio se ha escorado claramente hacia el principio liberal por la erosi¨®n de los derechos sociales y el estrechamiento de la soberan¨ªa popular. De ah¨ª procede el desencanto y la brecha entre gobernantes y gobernados. Sin embargo, a los intentos de reequilibrar esta convivencia Lassalle los mira como afanes revanchistas y rencorosos propios de perdedores. Su soluci¨®n es protegerse a¨²n m¨¢s del componente popular y profundizar el desequilibrio en favor del liberalismo. Salir del hoyo cavando.
Una de las mejores hebras del libro es el an¨¢lisis de la tensi¨®n entre la ¡°excepcionalidad¡± del momento de construcci¨®n popular y la ¡°normalidad¡± del enfriamiento institucional. El problema es que Lassalle no la puede desarrollar pues para ¨¦l no hay tensi¨®n, sino contraposici¨®n moral. A pesar de todas las evidencias emp¨ªricas, para ¨¦l se trata de dos fuerzas antag¨®nicas y no de una tensi¨®n que genera un movimiento pendular. Al negar todo posible entendimiento entre el momento popular y el momento republicano, Lassalle nos devuelve en lo te¨®rico a la dicotom¨ªa simplificada liberalismo versus comunitarismo, y en lo pol¨ªtico nos condena a la inmovilidad y la mistificaci¨®n de lo existente como lo ¨²nico posible.
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Siempre que, tras un momento de dislocaci¨®n y crisis, hay una nueva reuni¨®n de voluntades, un ¡°volver a barajar las cartas¡±, aparece el pueblo, la gente o el pa¨ªs, como nueva voluntad colectiva. Es el momento fundacional de we the people que a los conservadores de distinto signo ideol¨®gico fascina cuando est¨¢ escrito en un c¨®digo o expuesto en un museo de historia, pero horroriza cuando asoma la cabeza en el presente. El ¡°pueblo¡±, por tanto, es entonces algo as¨ª como un imposible imprescindible: imposible porque la diversidad de nuestras sociedades ¡ª?afortunadamente¡ª nunca se cancela o cierra en una voluntad general plenamente unitaria y permanente, pero al mismo tiempo imprescindible, porque no existen sociedades sin mitos, relatos y metas compartidas en torno a las cuales construir orden y anticipar soluciones a los principales problemas del momento. La hegemon¨ªa es la capacidad dirigente para articular un nuevo horizonte general que incluya tambi¨¦n a los adversarios. Y hoy est¨¢ en disputa, lo que inquieta a sus tradicionales detentadores hasta el punto de llevarles a escribir encendidos ensayos.
Los conservadores siempre han desconfiado de ¡°los riesgos que conlleva la arquitectura masiva e igualitaria de la democracia¡± y en los a?os dorados del neoliberalismo acariciaron la utop¨ªa regresiva de establecer ¡°democracias sin demos¡±: de electorados y consumidores, fragmentados, solos frente a los grandes poderes, sin pasiones ni identidades compartidas, que se re¨²nen s¨®lo dentro de los l¨ªmites y cuando son oficialmente convocados: exorcizar la comunidad. Tal cosa nunca fue posible, pero el estallido de la crisis financiera y el devastador resultado de su gesti¨®n en favor de intereses de minor¨ªas privilegiadas hacen hoy inaplazable la discusi¨®n que de manera certera identifica Lassalle: la refundaci¨®n democr¨¢tica de nuestras comunidades pol¨ªticas para paliar la incertidumbre, la precariedad, la desprotecci¨®n y el sentido de injusticia e impunidad de los poderosos que se abaten sobre nosotros.
Parece dif¨ªcil negar que hoy atravesamos un momento caliente. La encrucijada es si sabremos encauzarlo institucionalmente o elegiremos condenarlo moralmente ¡ª¡°los m¨ªos son actores pol¨ªticos leg¨ªtimos, los otros son un estado de ¨¢nimo, una suspensi¨®n de la raz¨®n¡±¡ª. Nos jugamos que el impulso popular sirva para ensanchar y robustecer nuestras democracias o que se estrelle contra unas ¨¦lites atrincheradas y temerosas del futuro... e incluso de una ¡°sobredimensi¨®n de la esencia popular de la democracia¡±. Esta es, como bien se?ala el autor, la batalla intelectual m¨¢s relevante del momento, y Lassalle es sin duda de los m¨¢s l¨²cidos y preparados para librarla desde el campo conservador. Bienvenida sea.
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Autor:?Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle
Editorial:?Debate (2017)
Formato:?version Kindle y tapa blanda (128 p¨¢ginas)
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