Ricardo Cantalapiedra, el cantautor de los peri¨®dicos
Escritor, guionista, militante del PCE y rey del bolero, compuso famosas canciones de misa
Cantautor cristiano, seminarista, cantautor protesta, militante comunista, escritor, periodista, guionista, rey del bolero, gran jugador de billar. Ricardo Cantalapiedra (Carrizo de la Ribera, Le¨®n) muri¨® el domingo 24 de septiembre en Madrid, a los 74 a?os, v¨ªctima de un tumor. Su vida ser¨¢ recordada por fragmentos, pero pocos podr¨¢n reunirlos todos en un mismo rompecabezas, ni siquiera los que fuimos sus amigos. Yo mismo, que lo trat¨¦ tanto, me he sorprendido al repasar la documentaci¨®n del peri¨®dico y descubrir que ¨¦l escribi¨® la famosa versi¨®n-invenci¨®n en castellano de Blowin¡¯ in the Wind, titulada aqu¨ª Saber que vendr¨¢s y que tanto se cant¨® en las iglesias en los a?os sesenta y setenta, probablemente sin que Bob Dylan fuera avisado.
Ricardo hab¨ªa estudiado seis a?os en un seminario, y luego, mientras cursaba Filosof¨ªa y Letras en Madrid, se encuadr¨® en las comunidades cristianas antifranquistas. Por aquel entonces cantaba con su guitarra por los ambientes estudiantiles, donde lleg¨® a compartir escenario con su amigo Julio Iglesias.
Muchas de sus composiciones religiosas (algunas con ciertos tintes reivindicativos) se entonaron durante a?os en los templos: El profeta, El peregrino, Hombre de barro¡
Su conciencia social lo llev¨® a integrarse despu¨¦s en el PCE, entonces ilegal, y sus discos cambiaron de enfoque: compuso En casa de la Maruja (un retrato de la clandestinidad) o las ir¨®nicas Qu¨¦ bello es mi pa¨ªs y Perpi?¨¢n, jard¨ªn de flores, que cant¨® por colegios mayores, festivales estudiantiles y grandes concentraciones en favor de la democracia. En una ocasi¨®n, en Astorga, la censura le prohibi¨® todas las canciones del repertorio menos una. Como ten¨ªa contratado actuar durante una hora, enton¨® la misma canci¨®n todo el rato. La gente entendi¨® lo que suced¨ªa y rompi¨® a re¨ªr con cada repetici¨®n.
En los a?os noventa, su faceta de cantante protesta deriv¨® en bolerista. Con el seud¨®nimo de Rocky Bolero, actuaba por los garitos del barrio de Malasa?a. Y en 2008 lleg¨® a cantar en un programa de El Larguero (cadena SER) que se transmiti¨® desde Getafe, lugar donde ¨¦l hab¨ªa vivido durante sus primeros tiempos madrile?os.
Esa carrera musical convivi¨® luego con otras facetas. A partir de 1982 dedic¨® una parte de su creatividad a la literatura, y gan¨® dos prestigiosos premios de relatos: el Ignacio Aldecoa y el Ciudad de San Sebasti¨¢n. Public¨® obras divertidas como El libro secreto de los camareros o Bestiario urbano y empez¨® a colaborar en la prensa. En EL PA?S escribi¨® desde 1984 cr¨ªticas musicales, y m¨¢s tarde reportajes, entre ellos uno desde la Ruanda en guerra en la que vivi¨® el asesinato de su compa?ero de expedici¨®n Luis Valtue?a, reportero gr¨¢fico. Pero su gran satisfacci¨®n era escribir una columna dominical para el cuadernillo Madrid (desde 1993 a 2012), casi siempre con tintes humor¨ªsticos y surrealistas. Uno de esos art¨ªculos fue galardonado con el premio Don Quijote de Periodismo 2011, que recibi¨® de manos del rey Juan Carlos. En aquel texto afirmaba sin despeinarse que las estatuas de Madrid tienen la cara muy dura.
Antes hab¨ªa colaborado en la extinta Radio El Pa¨ªs como guionista, oficio que tambi¨¦n desempe?¨® en televisi¨®n (trabaj¨® en diversas producciones de Globomedia).
Sus ¨²ltimos a?os los pas¨® entre atenciones m¨¦dicas, cuidado y ayudado por el viejo amigo Jorge Lafora. Sus conocidos lo recuerdan como un ejemplo de ser entra?able a quien siempre se recib¨ªa con agrado. Sobre todo, en el viejo Caf¨¦ de Mah¨®n, en la plaza madrile?a del Dos de Mayo, donde en los a?os noventa demostraba su clase en el juego del billar. Como siempre hab¨ªa alguien que le propon¨ªa alg¨²n tema m¨¢s de conversaci¨®n, acab¨® desarrollando una gran habilidad para desaparecer de los sitios sin que nadie se diera cuenta y sin despedirse.
Ahora lo ha vuelto a hacer.
Babelia
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