El edificio c¨®mico y las habitaciones
Hay demasiados acentos, demasiados peluquines, demasiadas interioridades que acaban enturbiando el conjunto
Incluso el mejor chiste del mundo puede no tener maldita la gracia. Por exceso, por defecto, por automatismo, por equivocaci¨®n del tempo a la hora de contarlo. Y exactamente igual le ocurre a la comedia como engranaje general, como conjunto de situaciones con tendencia a la diversi¨®n, a la sorpresa, a la risa. De El golpe a Nueve reinas, la comedia de estafas es un cl¨¢sico del cine, pero una gran idea y una profesional escaleta de sucesos no tiene por qu¨¦ converger en una buena pel¨ªcula. Ese esquema hay que nutrirlo, interiormente, de sentido interpretativo, de puesta en escena, de montaje, de graduaci¨®n del chiste, de concreci¨®n de la gracia a trav¨¦s del di¨¢logo y del plano, de visualizaci¨®n. Y eso es lo m¨¢s complejo.
Operaci¨®n Concha
Direcci¨®n: Antonio Cuadri.
Int¨¦rpretes: Jordi Moll¨¤, Karra Elejalde, Unax Ugalde, B¨¢rbara Goenaga, Ram¨®n Agirre.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2017.
Duraci¨®n: 104 minutos.
Operaci¨®n Concha, quinto largometraje de Antonio Cuadri, puede dar buena cuenta de que en estos casos los peligros son m¨²ltiples, y todos est¨¢n al acecho. El director andaluz es un cin¨¦filo, y tiene la experiencia suficiente como para conocer tambi¨¦n la picaresca que demasiadas veces anida en la construcci¨®n exterior, la econ¨®mica, de una producci¨®n cinematogr¨¢fica. Por eso su comedia de timos, de cine dentro del cine, ambientada en el Festival de San Sebasti¨¢n, pod¨ªa tener sentido exterior. Sin embargo, salvo la interpretaci¨®n de Jordi Moll¨¤, que sale vivo de un doble personaje peligros¨ªsimo, pocas secuencias llevan a la implacable conjunci¨®n entre la ruindad del enga?o de convertir al camarero onubense de un puticlub de San Sebasti¨¢n en el doble de un prestigioso actor cubano al que han otorgado el Premio Donostia, y el glamour inherente al Kursaal, al Mar¨ªa Cristina, al acontecimiento. Y ah¨ª incluso unos falsos contraplanos del p¨²blico, filmados ad hoc con extras, se pueden convertir en la tumba de una buena secuencia clim¨¢tica, rodada in situ, con aroma al Tootsie de Sydney Pollack.
El chiste es acci¨®n, pero tambi¨¦n reacci¨®n, y la segunda se puede cargar la primera. Es la temible mec¨¢nica del gag, y en Operaci¨®n Concha hay demasiados acentos, demasiados peluquines, demasiadas interioridades que, sumadas, acaban enturbiando un conjunto que pod¨ªa tener posibilidades en su dispositivo externo, en su fachada, pero que habitaci¨®n por habitaci¨®n (casi) nunca provoca la chispa.
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