Estampas del mundo flotante
La 14? Bienal de Lyon concilia lo buc¨®lico y lo emp¨ªrico en la cultura urbana actual
El mundo ideal es m¨¢s susceptible de ser representado y figurado que la realidad. La forma de Dios es una mancha oblonga y luminosa proyectada sobre una tela (Rothko); la fama, cuatro cabezas de Marilyn mejor que una (Warhol); la plenitud, una pared flotante donde se diluye la sustancia (Turrell); el mito alem¨¢n (y su ignominia), un libro de plomo sobre un colch¨®n de paja (Kiefer).
Imposible conocer la totalidad. S¨®lo seremos capaces de reconstruir una parte si distorsionamos nuestras coordenadas ¡ª?Einstein?¡ª o apelamos al inconsciente ¡ª?Freud?¡ª . En esos posibles mundos paralelos, la creaci¨®n art¨ªstica es el s¨ªntoma, la excepci¨®n y la regla, lo que huye y lo que siempre se queda. Una mitad es arte; la otra, lo eterno e inamovible. ?Pero cu¨¢l? Parece un acertijo, pero eso era precisamente la poes¨ªa para Baudelaire. Los grabadores japoneses del periodo Edo, que influyeron notablemente en la pintura francesa del cambio de siglo, llamaron ukiyo-e a esas ¡°habitaciones mentales¡±, im¨¢genes planas que idealizaban la vida y cultura urbanas y que fueron la antesala de ese cuarto de juegos solitarios que hoy conocemos como manga.
Emma Lavigne recupera aquellos ¡°mundos flotantes¡± como materia prima de su 14? Bienal de Lyon. La comisaria francesa, actual directora del Pompidou-Metz, cree que en el actual contexto global, que genera un constante desplazamiento y aceleraci¨®n ¡ª?la identidad l¨ªquida de Zygmunt Bauman ¡ª, un acontecimiento art¨ªstico de gran escala debe explorar el legado y alcance del concepto de modernidad. Lavigne hace una adulaci¨®n casi religiosa del poder del artista, cuyas obras deben ser ¡°una constelaci¨®n de atm¨®sferas¡±, espacios h¨ªbridos para la reconciliaci¨®n. Su defensa de un arte basado en las sensaciones, y nunca groseramente ideol¨®gico, es un brindis a la vieja escuela curatorial, desaparecida con la muerte (art¨ªstica) del comisario suizo Harald Szeemann y su modelo Aperto para la 49? Bienal de Venecia de 2001.
En Lyon, como ya se ha establecido de manera permanente en Venecia, hay dos escenarios principales: el m¨¢s convencional MAC Lyon y la antigua f¨¢brica de az¨²car, la Sucri¨¨re, a los que se suman las vedute distribuidas por la ciudad y otros enclaves en la regi¨®n del R¨®dano. Los m¨¢s de sesenta ¡°mundos flotantes¡± escogidos por Lavigne recorren de cabo a rabo todo el siglo XX y adem¨¢s son descaradamente vers¨¢tiles: una sencilla maleta (la Bo?te-en-valise de Duchamp, con sus reproducciones de rea?dy-made, anotaciones y dibujos cuidadosamente colocados en vitrinas); la c¨²pula geod¨¦sica de Buckminster Fuller que nos prepara para un viaje a las estrellas (¡°todos somos astronautas¡±, sol¨ªa decir el vagabundo-arquitecto norteamericano); los paisajes minerales de Aldo van Eyck, convertidos en c¨¢maras secretas por el duo franc¨¦s Berger & Berger; las descomunales cavernas de pl¨¢stico que se tragan al visitante de Philippe Quesne; las avalanchas de escombros tra¨ªdos de una f¨¢brica derruida de Lara Almarcegui, la arquitectura an¨¢rquica de Gordon Matta-Clark, o los caprichosos vientres de fibra de nailon de Ernesto Neto, que reproducen la luminosidad quebrada de nuestra infancia. Otros espacios m¨¢s ¨ªntimos se instalan en alg¨²n rizo de la historia de la m¨²sica electr¨®nica, como el bosque de instrumentos de David Tudor (1975-2015) o el inspirador Libro de viento (1974) de Laurie Anderson, un diario personal encerrado en una caja de madera y cristal que permite una lectura azarosa mediante un sistema de ventilaci¨®n interior que hace que las hojas se muevan en un sentido u otro.
La bienal tambi¨¦n planea por obras m¨¢s astringentes: los cuentos flotantes de una sola l¨ªnea del checo J¨¢n Mancusca, el v¨ªdeo de Marcel Broodthaers La pluie (1969) ¡ªdonde vemos al artista belga intentar una y otra vez sin ¨¦xito escribir un texto bajo la lluvia¡ª, las escrituras ¡°s¨ªsmicas¡± de la alemana Jorinde Voigt o los caparazones que vuelan del mexicano H¨¦ctor Zamora.
Pero es en los v¨ªdeos insuperablemente tiernos del artista japon¨¦s Shimabuku, con sus escenarios po¨¦ticos de vacas voladoras y otras f¨¢bulas absurdas, donde nos enfrentamos m¨¢s v¨ªvidamente con las fantas¨ªas de nuestra mente. ?ste es el verdadero asunto de la bienal: c¨®mo lo buc¨®lico y lo emp¨ªrico se mezclan diariamente en alg¨²n lugar. La obra de todo artista ser¨ªa una abertura imaginaria en ese punto de fuga, si existiera alguna perspectiva.
¡®Mondes Flottants¡¯. 14? Bienal de Lyon. Hasta el 7 de enero de 2018.
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