Elogio del manierismo
Una exposici¨®n reivindica el papel de los artistas florentinos del Cinquecento como precursores de la modernidad
En la Italia del siglo XVI, durante esa ¨¦poca decisiva que hoy conocemos como Renacimiento, convivieron varios de los artistas m¨¢s c¨¦lebres de todos los tiempos: de Leonardo da Vinci a Miguel ?ngel Buonarroti; de Rafael Sanzio a Tiziano Vecellio. Juntos definieron lo que poco tiempo despu¨¦s vino en llamarse ¡°¨¦poca de los genios¡±. No solo fue la inmensa calidad de sus producciones la que hizo que estos a?os fueran ejemplares y dignos de imitaci¨®n, tambi¨¦n destacaron por su empe?o en producir, por primera vez, una profunda reflexi¨®n no solo sobre la propia ¨¦poca, sino sobre todos los periodos anteriores de la cultura occidental.
?Y por qu¨¦ Renacimiento? Porque se pens¨® que la obra de estos artistas hab¨ªa hecho renacer el momento que entonces se consideraba el no va m¨¢s: la Antig¨¹edad cl¨¢sica griega y romana, periodo al que no solo hab¨ªa que imitar, sino, ante todo, superar. La historia del arte y aun la historia occidental se consider¨® entonces dividida en tres grandes periodos: Antig¨¹edad cl¨¢sica, Edad Media y Renacimiento. Esta verdadera ¡°invenci¨®n¡± del devenir hist¨®rico fue ideada en Florencia. Sus artistas, que viv¨ªan a la sombra de Miguel ?ngel y bajo la protecci¨®n pol¨ªtica de Cosme, Francisco y Fernando de M¨¦dici, grandes duques de Toscana, idearon ese relato hist¨®rico y plantearon una divisi¨®n que ha resultado eficaz casi hasta nuestros d¨ªas. La exposici¨®n que ahora se puede ver en el Palazzo Strozzi de Florencia se sit¨²a cronol¨®gicamente despu¨¦s del periodo de los genios, pero sin dejar de mostrar con algunas de sus obras, siempre de primer orden, su impacto en la pintura y escultura florentina del siglo XVI.
En sus dos primeras y espectaculares salas se suceden obras maestras absolutas de artistas como Miguel ?ngel, Andrea del Sarto, Benvenuto Cellini, Rosso, Pontormo y Bronzino. Su contemplaci¨®n conjunta produce una impresi¨®n dif¨ªcil de olvidar: me refiero a tablas como los dos Descendimientos de Rosso (del museo de Volterra) y Pontormo (iglesia de Santa Felicit¨¢, Florencia) y la Piedad de Bronzino (Museo de Besanz¨®n). Se trata de diversas y pat¨¦ticas interpretaciones de los modelos de Miguel ?ngel, como el del maravilloso Dios r¨ªo (Florencia, Casa Buonarroti), que, reci¨¦n restaurado, abre la exposici¨®n.
Durante mucho tiempo se pens¨® que, tras la obra de los genios, el arte italiano hab¨ªa entrado en una ¨¦poca de decadencia a la que se denomin¨® ¡°manierismo¡±. Fue, sin embargo, el periodo de las vanguardias art¨ªsticas de las primeras d¨¦cadas del siglo?XX el que vio en la obra de artistas como Pontormo, Rosso o Bronzino uno de sus m¨¢s claros precedentes. En efecto, los atrevidos y contorsionados juegos espaciales que pueden admirarse en El descendimiento de Rosso, as¨ª como las expresivas deformaciones anat¨®micas de sus figuras, el sentido pat¨¦tico, casi preexpresionista, de ellas o el uso claramente arbitrario del cromatismo y de la iluminaci¨®n de Pontormo, no dejaron de seducir a fauves y expresionistas. El manierismo florentino se convirti¨®, por tanto, en uno de los movimientos favoritos de artistas del siglo XX, que encontraban en ¨¦l un claro precedente de sus audacias y novedades.
La exposici¨®n del Palazzo Strozzi, comisariada por Carlo Falciani y Antonio Conti, tiene a estos artistas como punto de partida, pero se centra en el arte inmediatamente posterior, ya en la segunda mitad del siglo XVI. Hemos de recordar que la muestra se concibe como el punto final de una estupenda trilog¨ªa que comenz¨® con una dedicada a Bronzino, continu¨® con otra de Pontormo y Rosso, y culmina con la que ahora comentamos.
Las ¨²ltimas d¨¦cadas de la centuria contemplaron dos fen¨®menos del m¨¢s alto inter¨¦s no solo hist¨®rico, sino tambi¨¦n actual. Por un lado, la creciente importancia del arte religioso produjo un amplio debate acerca de la eficacia comunicativa de la imagen art¨ªstica. Y frente a las sofisticaciones intelectuales y art¨ªsticas de Miguel ?ngel o Pontormo, se impuso un arte claro, directo, de f¨¢cil lectura. Por otro, el arte, sobre todo el producido para los palacios y los ambientes de la corte medicea, necesitaba igualmente agradar a trav¨¦s de la sensualidad. En el Palazzo Strozzi admiramos una serie de cuadros mitol¨®gicos de alto contenido er¨®tico, fuertemente influidos por Miguel ?ngel, como el precioso Psiquis y Cupido, de Jacopo Zucchi, y varias de las esculturas m¨¢s importantes que decoran las fuentes y grutas de las villas renacentistas de los alrededores de Florencia, como la Venus Anadiome, de Juan de Bolonia, procedente de la villa La Petraia. Estas pinturas se expon¨ªan muchas veces en ambientes reservados, los llamados studioli, lugares donde gobernantes como Francisco I de M¨¦dici (el pr¨ªncipe del studiolo) se refugiaban y trataban de olvidar sus obligaciones pol¨ªticas en ambientes cerrados y misteriosos.
Todo ello puede admirarse en esta importante exposici¨®n, que f¨¢cilmente puede ser complementada con la visita a varios de los santuarios cinquecentescos de la ciudad de Florencia, desde el mencionado Studiolo de Francisco en el Palacio Viejo, la Tribuna de la Galer¨ªa de los Uffizi, los altares de iglesias como Santa Croce o Santa Maria Novella, por no hablar de la prodigiosa plaza de la Signoria.
El manierismo florentino supuso una de las primeras quiebras europeas del sentido de la belleza cl¨¢sica que hab¨ªa expresado el Renacimiento. Con ello dio paso a un sentido complejo y problem¨¢tico de la imagen art¨ªstica que, como hemos dicho, fue profusamente aprovechado por otros artistas m¨¢s cercanos a nosotros que dieron origen a nuestra modernidad.
¡®El Cinquecento a Firenze¡¯. Palazzo Strozzi. Florencia. Hasta el 23 de enero de 2018.
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