La revoluci¨®n de los Uffizi
Eike Schmidt, el primer director extranjero del templo italiano, sacude la colecci¨®n y pone en marcha un plan para combatir la masificaci¨®n de la salas y las colas de entrada
Reci¨¦n nombrado director de la Galer¨ªa de los Uffizi, Eike Schmidt (Friburgo, 1968), primer extranjero en gobernar uno de los m¨¢ximos exponentes culturales de Italia, agarr¨® un micro y lanz¨® por los altavoces exteriores un mensaje contra los carteristas y peque?os timadores. Alguien se preocupaba por primera vez ¡ªy con acento alem¨¢n, por cierto¡ª por el caos reinante a las puertas del museo. Pero tres d¨ªas despu¨¦s, la polic¨ªa de Florencia se present¨® en su despacho y le entreg¨® una multa de unos 300 euros por realizar anuncios en v¨ªa p¨²blica sin el permiso correspondiente.
La ma?ana siguiente, Schmidt fue al Ayuntamiento, se rasc¨® el bolsillo y pag¨® la deuda. Ahora sonr¨ªe al recordarlo, aquello le vino bien para entender que las reformas que ten¨ªa en la cabeza no ser¨ªan f¨¢ciles. ¡°Aqu¨ª es m¨¢s dif¨ªcil experimentar que en el resto de museos de Italia, pero la esperanza es que esto sirva tambi¨¦n como modelo para otras instituciones¡±, explica mientras pasea por uno de los corredores de la Galer¨ªa sobre el Arno, justo cuando desaparecen los ¨²ltimos visitantes y el ej¨¦rcito de funcionarios que custodia las salas empieza a mirar ostensiblemente el reloj.
La elecci¨®n de Schmidt hace poco m¨¢s de un a?o, llegado a Florencia desde el departamento de escultura, artes aplicadas y tejidos del Instituto de Artes de Minneapolis, es la punta de lanza de un proceso de renovaci¨®n e internacionalizaci¨®n de los museos italianos que emprendi¨® la adminsitraci¨®n del ex premier Matteo Renzi, tambi¨¦n florentino. Los 20 nuevos directores -siete extranjeros- han sido seleccionados mediante un concurso p¨²blico que pretende profesionalizar y modernizar un sector que cuenta con uno de los mayores acervos culturales del mundo, pero cuya gesti¨®n hab¨ªa quedado desfasada.
Cuando Schmidt lleg¨® en agosto de 2015, los Uffizi, el museo m¨¢s visitado de Italia, no ten¨ªa ni p¨¢gina web. Las estancias de los trabajadores invad¨ªan parte de los pasillos, los ba?os no se renovaban desde los a?os 80 y cada d¨ªa se libraba una guerra de palos selfie delante de las obras maestras del museo. La redistribuci¨®n de las obras llevada a cabo, como la nueva sala Botticelli, est¨¢ empezando a equilibrar los flujos de visitantes. La gente, sostiene el director, comienza a guiarse por otros impulsos y puede pasar m¨¢s tiempo disfrutando de determiandas obras. ¡°?No le parece?¡±, inquiere Schmidt a uno de los vigilantes de la sala donde ahora se encuentra La Primavera junto a La anunciaci¨®n. El funcionario, que parece m¨¢s preocupado en marcharse a casa que en los experimentos del jefe, asiente y le da la raz¨®n.
Schmidt: ¡°El riesgo es gestionar centros como si fueran supermercados¡±
En el planteamiento de las muestras hubiera sido impensable hace un tiempo, por ejemplo, programar anualmente dos exposiciones de mujeres pintoras como las que cada 8 de marzo propondr¨¢ ahora el museo, empezando por la de la monja dominica Plautilla Nelli. Para explicarlo, Schmidt recurre a los feminicidios en Italia, a los consejos recibidos del grupo de activistas Guerrilla Girls cuando estaba en Minneapolis y al machismo rampante de Donald Trump. Sacar a la luz esos cuadros es necesario, opina. ¡°Antes de la Revoluci¨®n francesa se hicieron tantas reformas aqu¨ª que la Toscana se convirti¨® en un oasis de justicia social y progresismo. Muchas mujeres artistas vinieron a trabajar aqu¨ª¡±, se?ala para explicar la abundante obra de artistas femeninas que ha encontrado en el dep¨®sito de los museos y que empezar¨¢ a exhibirse.
Enamorado de la modernidad toscana del siglo XVIII, que convirti¨® lo que hasta entonces era algo as¨ª como el ala oeste del Palazzo Vecchio y los Medici en el segundo museo abierto al p¨²blico de la historia ¡ªel primero fue el British Museum¡ª, Schmidt invoca ahora aquellos or¨ªgenes frente a cierto acartonamiento florentino del ¨²ltimo siglo. Y, sobre todo, ante la insportable masificaci¨®n de la experiencia muse¨ªstica. Porque, ?qu¨¦ sucede cuando, como en los Uffizi, la codicia por atraer m¨¢s visitantes termina comprometiendo la experiencia art¨ªstica que ofrecen? ¡°El riesgo es que algunos directores gestionen los museos como supermercados. La ambici¨®n no debe ser acortar el tiempo de las visitas y tener todav¨ªa m¨¢s gente comprando entradas. Se podr¨ªa hacer m¨¢s dinero, pero el museo perder¨ªa su sentido cultural¡±, se?ala apuntando hacia uno de los ejes de sus reformas.
La Galer¨ªa, de 17.000 metros cuadrados recibe 3,4 millones de visitants. Pero la mayor parte del tiempo lo pasan en solo el 15% del espacio
Los Uffizi, que han visto crecer sus visitas hasta 3,4 millones al a?o (si se incluyen las del Palacio Pitti y los Jardines Boboli) y es el museo m¨¢s rentable de Italia (se autofinancia y cada a?o tiene que dar un 20% de sus beneficios al Ayuntamiento y otro 20% otros museos menos exitosos), estudia como repartir a los visitantes. La Galer¨ªa, de 17.000 metros cuadrados, tiene unas 80 salas abiertas, pero los visitantes ocupan solamente alrededor del 15% del espacio, atra¨ªdos por la seductora llamada de las obras m¨¢s populares. En algunas zonas, como suced¨ªa hasta hace poco con las piezas de Botticelli, se siguen formando aglomeraciones de unos pocos que impiden a la mayor¨ªa disfrutar de las piezas.
Para regular los flujos de visitantes, existen catalizadores artificiales, explica Schmidt, como el nuevo sistema de venta de entradas que el museo est¨¢ a punto de lanzar con la universidad de L'Aquila. Pero tambi¨¦n sistemas naturales, como el legendario Corredor Vasari, que fue objeto de una de sus primeras pol¨¦micas cuando el reci¨¦n llegado director os¨® despojarlo de la colecci¨®n de m¨¢s de 700 autorretratos que lo adornaban y lo cerr¨® para reformarlo. Media ciudad se le tir¨® encima por aquel sacrilegio. ?l se parte de risa. ¡°?Pero si esos cuadros llevaban ah¨ª solo desde 1978! Mi madre tiene m¨¢s a?os. Los autorretratos no volver¨¢n. Han sufrido mucho con los cambios de temperatura del corredor: el 90% del tiempo estaban fuera de los par¨¢metros aceptables. Decoraremos el corredor de una forma m¨¢s adecuada a la ¨¦poca, como inscripciones romanas, griegas y etruscas. Si Vasari vuelve el d¨ªa del Juicio Final estar¨¢ m¨¢s contento¡±.
Mientras tanto, cuando reabra el corredor servir¨¢ de conducto para que las salas del Palacio Pitti y los Uffizi funcionen como vasos comunicantes. Pero tambi¨¦n pondr¨¢ a prueba la revoluci¨®n de un alem¨¢n discreto en el gran templo italiano.
Babelia
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