A la guerra por enamoramiento
Pif, en su triple condici¨®n de protagonista, guionista y director, es un c¨®mico con un discurso. Con un proyecto, en definitiva
AMOR A LA SICILIANA
Direcci¨®n: Pif (Pierfrancesco Diliberto).
Int¨¦rpretes: Pif, Miriam Leone, Andrea Di Stefano, Stella Egitto.
G¨¦nero: comedia. Italia, 2016.
Duraci¨®n: 100 minutos.
Una dedicatoria a Ettore Scola abre este segundo largometraje como director del c¨®mico Pierfrancesco Diliberto -Pif es su nombre art¨ªstico- revelando un expl¨ªcito anhelo de filiaci¨®n que el resto del metraje se encargar¨¢ de argumentar y sostener. Como Roberto Benigni o Gianni Di Gregorio, Diliberto, en su triple identidad como actor, guionista y director -es decir, como autor en toda regla-, reclama un espacio en el moderno cine italiano para esa gran tradici¨®n aut¨®ctona que supo convertir la comedia en una herramienta de cuestionamiento de la realidad y la memoria, a trav¨¦s de las tragic¨®micas peripecias de personajes que jam¨¢s ocupar¨ªan ni siquiera las zonas m¨¢s marginales del relato oficial. Con un f¨ªsico que le sit¨²a entre Gassman y Celentano, Diliberto encarna, al modo Benigni y tal y como ya hizo en su ¨®pera prima La mafia uccide solo d¡¯estate (2013), a un desventurado impulsado a involucrarse, como insignificante pe¨®n o nota al pie, en turbulencias hist¨®rico-sociales con el amor desaforado por su inaccesible Flora -su Beatrice particular- como ¨²nico tim¨®n en sus tribulaciones. En ambos casos, Pif encarna al mismo personaje, Arturo Giammaresi -s¨ªntesis del italiano a ras de suelo-, reubicando convenientemente su micropapel hist¨®rico: aqu¨ª la Sicilia de 1943 convertida en punto estrat¨¦gico durante la Segunda Guerra Mundial; en La mafia uccide solo d¡¯estate, la Sicilia dominada por el crimen organizado entre los 70 y los 90 del pasado siglo-. Pif, s¨ª, es un c¨®mico con un discurso. Con un proyecto, en definitiva.
En Amor a la siciliana, Giammaresi entra a formar parte de la misi¨®n b¨¦lica estadounidense para arrebatar la isla al Duce con la agenda secreta de pedirle la mano de su prometida al padre de esta, toda vez que la familia americana de Flora intenta casarla con un joven del entorno de Lucky Luciano. Pif cuenta su historia siguiendo unos patrones cl¨¢sicos que nunca son previsibles, ni mansos, aplicando a su estrategia cierta barroquizante exuberancia formal: la postal de Crisafullo que cobra vida, el juego de montaje que relaciona unas bombas con unas patatas, el efecto de congelaci¨®n de la imagen cuando se anuncia el enlace de Flora. Le funciona tan bien la comedia de base -la petici¨®n de mano en el lecho de muerte- como el equilibrio de slapstick y golpe tr¨¢gico -la ca¨ªda del ciego sobre el mont¨®n de cad¨¢veres-, pero lo mejor es la agudeza pol¨ªtica del desenlace, f¨¢cilmente extrapolable al presente.
Babelia
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