As¨ª empez¨® todo
Sonr¨ªo, r¨ªo, me fascina el talento y la imaginaci¨®n de los hermanos Lumi¨¨re, y del centenar de operadores que trabajaron a sus ¨®rdenes fotografiando el desconocido mundo
Estoy solo en la sala donde me hacen el pase matinal de un filme tan necesario como hermoso. Se titula Lumi¨¨re! Comienza la aventura. Lo dirige y ejerce de ilustrado, agradecido, perspicaz y admirable narrador Thierry Fr¨¦maux, el hombre que posee las llaves del reino en el todopoderoso festival de Cannes y cuya programaci¨®n de la secci¨®n oficial en la ¨²ltima edici¨®n pod¨ªa provocar urticaria a cualquier cin¨¦filo con dos dedos de frente y un poco de sensatez.
Ignoro c¨®mo podr¨¢ reaccionar un p¨²blico acostumbrado por el cine actual, mayoritariamente el de Hollywood, a consumir im¨¢genes a toda hostia, a que los planos no duren m¨¢s de veinte segundos, al imperio de los efectos especiales, ante el enamorado retrato que hace Fr¨¦maux de los inventores de algo realista o m¨¢gico, maravilloso en cualquier caso, llamado cine. Tal vez se escandalicen por haber pagado una entrada para asistir a algo tan ex¨®tico y fatigoso para ellos como la arqueolog¨ªa del cine. O sea, que nadie vaya de despistado. Por mi parte, es lo m¨¢s bonito que me ha ocurrido en una sala de cine durante los ¨²ltimos y desalentadores meses. Sonr¨ªo, r¨ªo, me fascina el talento y la imaginaci¨®n de los hermanos Lumi¨¨re (y del centenar de operadores que trabajaron a sus ¨®rdenes fotografiando el desconocido mundo, cuando viajar por ¨¦l era un privilegio de cuatro elegidos, aventureros, comerciantes o exploradores) aplicando tres premisas fundamentales que plantea Fr¨¦maux y que son ?qu¨¦ quiero contar? ?C¨®mo lo voy a hacer? ?Cu¨¢l es la mejor posici¨®n de la c¨¢mara?, resueltas l¨²cidamente por los que estaban inventando el lenguaje de un nuevo arte.
Calculan que los que por primera vez dejaron pasmados a los espectadores con La salida de los obreros de la f¨¢brica crearon entre 1895 y 1905 m¨¢s de 1.400 pel¨ªculas. Fr¨¦maux muestra un centenar de ellas. No se asusten. Solo duran 50 segundos. El temario es muy amplio, pero jam¨¢s ampuloso. Sus c¨¢maras filman la vida, paisajes, el ritmo y el color de las calles (colores reproducidos en blanco y negro), a la gente. Y cualquier ocasi¨®n es buena, desde el desayuno de un beb¨¦ a la partida de cartas entre tres personajes cezannianos, desde la Esfinge egipcia al Big Ben londinense, desde el glorioso ej¨¦rcito espa?ol bailando jotas a ni?os vietnamitas que se acercan con gesto fascinado hacia la c¨¢mara, desde alpinistas fotografiados con enorme riesgo a una familia haciendo memorables acrobacias. La c¨¢mara est¨¢ fija casi siempre, pero tambi¨¦n descubren el travelling y la profundidad de campo en alguna ocasi¨®n.
Los hermanos Lumi¨¨re, como el fenicio Edison, concibieron el cine como un negocio con posibilidades suculentas, pero tambi¨¦n comprendieron que pod¨ªan combinar espect¨¢culo y arte. Tuvieron mala prensa, a diferencia del genial y arruinado Georges M¨¦li¨¨s o de ese magistral visionario y racista militante llamado David Wark Griffith. Merec¨ªan ser reivindicados y Fr¨¦maux lo hace de forma tan justa como mod¨¦lica. Salgo del cine con una sensaci¨®n muy grata y la necesidad de volver a disfrutar en mi casa (?d¨®nde si no?) de algunas de las maravillas que pari¨® el cine mudo. De todo Keaton, o sea, la pureza, la determinaci¨®n, la gracia, la l¨ªrica sutil, el mejor inventor de formas visuales junto a Hitchcock de la historia del cine, de algunos impagables momentos de Chaplin, de la po¨¦tica y preciosa Amanecer. Qu¨¦ inaplazable homenaje a los pioneros supone este filme.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.