Arqueolog¨ªa televisiva que puedes encontrar en YouTube
De cuando Dal¨ª iba a los concursos de la tele y las actuaciones musicales eran pura sociolog¨ªa en directo
Es una fortuna que YouTube nos conecte con el mundo con solo unos clics. Te das una vuelta y encuentras a chicos muy j¨®venes haciendo cosas de lo m¨¢s interesantes y a otros cometiendo disparates. Unos y otros te ponen al d¨ªa. Pero la plataforma de v¨ªdeos tambi¨¦n es futuro porque est¨¢ logrando almacenar el pasado con una facilidad in¨¦dita. Accedes a documentales de arqueolog¨ªa sin tener que ir a una biblioteca ni esperar a que La 2 los programe. En el caso de un medio tan nuevo como la televisi¨®n, su arqueolog¨ªa no va mucho m¨¢s all¨¢ de finales de los a?os cuarenta.
El glamur intelectual de What¡¯s My Line?
Entre un mar de contenidos te encuentras extractos de las primeras emisiones de What¡¯s My Line? Era un concurso estadounidense en el que un invitado deb¨ªa contestar con un s¨ª o un no a las preguntas del resto de participantes, que intentaban descubrir su profesi¨®n. En las rondas especiales, pasaban por all¨ª Fred Astaire, Eleanor Roosevelt o Woody Allen.
El nivel de los asistentes a estas reuniones televisivas es impensable para el espectador del siglo XXI. Salvador Dal¨ª le echaba dosis de surrealismo y Groucho Marx aportaba brillante humor absurdo para dinamizar el ritmo del juego. Se dedicaban a trolear, como dir¨ªa una estrella de YouTube. Te asomas un rato al programa y te dan ganas de pasar horas buceando en un mundo que ya no existe. O, al menos, al que los espectadores no tenemos acceso. Glamur intelectual encerrado en la caja tonta.
Estudio 1, teatro televisado de primer orden
No era cosa de otros pa¨ªses, en la web de RTVE hay una buena colecci¨®n de Estudio 1, teatro televisado de primer orden. Aunque se conozca sus versiones para cine y teatro, Doce hombres sin piedad se concibi¨® para la televisi¨®n. En Espa?a adapt¨® la pieza Gustavo P¨¦rez Puig en los setenta. Con un reparto espectacular. Sancho Gracia, Manuel Alexandre, Pedro Osinaga, Jes¨²s Puente¡ Es una de las muchas entregas del programa que los usuarios de YouTube han tenido a bien compartir.
El peque?o gran paso feminista de I Love Lucy
Otro ejemplo es la sitcom I Love Lucy, que adem¨¢s de innovar en lo t¨¦cnico como comedia rodada con varias c¨¢maras, abri¨® el camino de la mujer a la comedia. La actriz Lucille Ball es un icono de la cultura pop en Estados Unidos, pero resulta incre¨ªble lo que tuvo que aguantar para que su serie saliera adelante en los a?os cincuenta del siglo pasado. Eso le oblig¨® a mantener la mayor parte del tiempo un tono conservador.
Tuvo que pelear que fuera su marido en la vida real, el showman cubano Desi Arnaz, quien le diera la r¨¦plica en pantalla. A los productores no les convenc¨ªa que la protagonista fuera una mujer casada con un extranjero. Ella gan¨® la batalla. Cuando se qued¨® embarazada, se atrevi¨® a incorporar su nueva circunstancia a la serie en una ¨¦poca en la que apenas se trataba ese tema en televisi¨®n. El pol¨¦mico cap¨ªtulo que introduc¨ªa la trama se titulaba Lucy est¨¢ encinta. La palabra ¡°embarazada¡± era demasiado vulgar para la ¨¦poca. Su marido tuvo que invitar a un sacerdote y a un rabino a que aprobaran los cap¨ªtulos antes de ser emitidos. Esto en vez de arqueolog¨ªa, parece paleontolog¨ªa.
Sociolog¨ªa en formato musical
El programa de Ed Sullivan trataba al mundo del espect¨¢culo con dignidad, como el democratizador cultural que es. Por eso, algunas de las actuaciones en directo que se vivieron all¨ª son puros testimonios sociol¨®gicos. En los tiempos en los que Elvis Presley no era apto para el horario familiar, el presentador del programa supo ver en el m¨²sico a un im¨¢n de audiencias. As¨ª que accedi¨® a que apareciera en el programa a pesar de haberlo vetado con anterioridad. En una de sus canciones, Ready Teddy, le enfocaron de cadera para abajo y el share se dispar¨® tanto como la pol¨¦mica. La censura tuvo que intervenir en ocasiones posteriores, en los que cerraron el plano durante sus intervenciones. Pero al menos esa primer noche en The Ed Sullivan Show, el Rey del rock contribuy¨® al baby boom de su pa¨ªs.
A?os m¨¢s tarde, la contracultura lleg¨® a las masas (en una versi¨®n edulcorada) con The Doors. A Jim Morrison le hab¨ªan pedido que modificara durante su actuaci¨®n en directo algunas de las frases de su tema Light My Fire. En vez de, ¡°Nena, no podemos estar m¨¢s arriba¡± (m¨¢s colocados), pretend¨ªan que dijera ¡°Nena, no podemos estar mejor¡±, para evitar cualquier referencia a las drogas. El cantante se hizo el despistado y cant¨® la letra sin censura, aunque en los ensayos s¨ª hab¨ªa tenido buena memoria. Como en este caso no se pod¨ªa cortar el plano para controlar a su impredecible l¨ªder, el grupo nunca m¨¢s regres¨® al programa.
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