Contra la ley del silencio
En el sanatorio resiste un grupo de inconformistas que se propone agitar las conciencias de los callados y promover la rebeli¨®n
Nunca se ha sustra¨ªdo Nuria Amat de indagar en sus obras facetas turbias o silenciadas de una determinada experiencia hist¨®rica, por m¨¢s que la imagen predominante que de ella tengamos sea la de una escritora entregada a explorar la intimidad. Pero hay muchas facetas en su trayectoria. Adem¨¢s del plural bagaje narrativo que tiene en su haber, cultivar la poes¨ªa, el ensayo y el periodismo le habr¨¢ sin duda beneficiado al afrontar la escritura de El sanatorio, una obra arriesgada y valiente que formalmente se presenta como una novela de ideas. Vibra desde la primera p¨¢gina la poderosa voz narrativa, una primera persona que a la vez proclama y confiesa: desde el fondo personal y la vida propia proyecta su mirada sobre la realidad en torno para explicar c¨®mo se ha llegado hasta all¨ª, c¨®mo se ha construido un mundo de silencio y opresi¨®n, arbitrario y excluyente y amedrentador, habitado por una masa ciega y obediente a los imperativos de una ¨¦lite que gobierna mediante la t¨¢ctica de la ofuscaci¨®n-deslumbramiento, las artima?as, el fraude y la mentira. En ese mundo, el sanatorio, reside o resiste un grupo de inconformistas que se propone agitar las conciencias de los callados y promover la rebeli¨®n. Conforman el peque?o c¨ªrculo al que pertenece la narradora y son, entre otros, el jurista Jan, el gram¨¢tico Vicente, el fil¨®sofo Enrique, el escritor Mario, el estadista Dami¨¢n, la doctora Khan, el historiador Arnold, Anuska y Beth, el resistente antifranquista Miguel, entre otros. Son miradas y voces que ensanchan y profundizan el relato. Aunque son numerosas las referencias que permiten ce?ir la ficci¨®n a la realidad que actualmente se vive en cat¨¢logo, en El sanatorio Nuria Amat no se limita a darnos una imagen directa y simple. Selecciona lo medular de ese proceso: la apropiaci¨®n y el uso indebido del lenguaje, la intoxicaci¨®n medi¨¢tica, la reducci¨®n de la cultura a un p¨¢ramo m¨¢s propio de un barrac¨®n de feria, la concepci¨®n de la ense?anza como herramienta para la propagaci¨®n de un virus ideol¨®gico. Y, sobre todo, a?ade al diagn¨®stico las ense?anzas de la historia. Y es esa elevaci¨®n lo que nos da que pensar.
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