Lo sublime
La revisi¨®n de una de las obras maestras del videojuego, 'Shadow of colossus', destila lo mejor del original y lo eleva a otro nivel
Voy a caballo por un bosque, en la completa soledad. Ante m¨ª, se alzan inmensos gigantes de le?o rojizo. La luz se filtra en un ajedrez oblicuo de luces y sombras, el cielo resplandece de azul, lo poco que se ve de ¨¦l en la penumbra de la foresta. Al fin, un camino a mi derecha, una trocha en el lindero que desciende en un acantilado hacia un paisaje surreal por la cercan¨ªa al bosque. Un inmenso desierto. Y entremedias de la arena, las ruinas de un templo.
Restallo las riendas de mi corcel y, a trote vivo, hollamos el templo. Es entonces cuando sentimos el temblor en la arena. Un inmenso ser serpentino, que nos empeque?ece como una mota de polvo ante una monta?a, surge de las arenas. No hace el menor intento de atacarnos. Simplemente, flota, gracias a unas bolsas de piel llenas de aire que mantienen su inmenso cuerpo muy lejos, a unos veinte metros de altura. Cojo una flecha del carcaj y la encajo en la cuerda. Espoleo a Agro y nos lanzamos sobre las arenas, camino del morir o matar.
Estos son los proleg¨®menos del decimotercer tit¨¢n de Shadow of the colossus, obra maestra de Fumito Ueda. Hoy, desde la bella Par¨ªs, la prensa de todo el mundo ha podido probar esta y otras tres batallas del legendario videojuego en su nueva versi¨®n para PlayStation 4. Y hoy se ha vuelto a demostrar, como sucede en la pintura, la literatura o el cine, que las obras inmortales son inmortales por algo. El remake de Shadow of the colossus, una reconstrucci¨®n de cegador esplendor, es una obra que abruma mucho m¨¢s que la mayor¨ªa de t¨ªtulos del presente.
Este 2017 se est¨¢ confirmando una tendencia de la que el videojuego es caso singular. Las restauraciones de obras del pasado en cine han alcanzado el retoque puntual ¡ªa veces terror¨ªfico como en el caso de George Lucas y las ediciones especiales de Star wars¡ª e incluso en literatura vemos remozadas versiones de supuestos intocables como el Quijote. Pero en el videojuego la restauraci¨®n se plasma en otro nivel de complejidad y de ambici¨®n art¨ªstica. Complejidad, porque el lidiar con sistemas en los que el espectador es parte activa de la obra y ser meridianamente fiel al sentido original de esta es una labor muy ardua. Ambici¨®n, porque es posible que el autor original del juego se viera limitado por lo que permit¨ªan las posibilidades t¨¦cnicas del pasado.
As¨ª las cosas, ¨²ltimamente estamos viviendo un fen¨®meno singular de amplificaciones de juegos del pasado. Es el caso de Wonder boy III. The dragon's trap, que ha aunado el talento pl¨¢stico de un dibujante de tebeos franc¨¦s y la minuciosidad obsesiva de un brillante programador para elevar el impacto de la pieza original. Es el caso tambi¨¦n de la trilog¨ªa Crash Bandicoot, un juego con d¨¦cadas de antig¨¹edad que vuelve a vivir con el aspecto de una pel¨ªcula de Pixar. Fue el caso de las excelentes relecturas m¨¢s o menos atrevidas que plantearon Ratchet & Clank, Abe's oddyssey. New n tasty o Metroid Samus Returns. Y es el caso, desde luego, de este Shadow of the solossus. En boca de uno de los responsables de esta restauraci¨®n, con el que EL PA?S habl¨® durante esta primera toma de contacto, "la hemos tratado casi, o sin casi, como si fuera una obra sagrada".
Lo sagrado est¨¢ muy presente en Shadow of the colossus. La atemporalidad de las ruinas y del paisaje. La sensaci¨®n de insignificancia. Y, sobre todo, el escalofr¨ªo de lo sublime que surge de fundirse, desde la insignificancia, con la grandeza de la creaci¨®n. Ese momento lo viv¨ª, esta ma?ana, con una intensidad que me azot¨® como una corriente el¨¦ctrica, al abatir a ese coloso decimotercero. Agarrado a su ala correosa, ascend¨ª con una lentitud desesperante mientras la bestia aleteaba con desd¨¦n. Luego, entre el pelaje que cubr¨ªa su cuerpo de sierpe, me bambole¨¦, amenazando con una ca¨ªda fatal, mientras la anatom¨ªa de la bestia se retorc¨ªa en breves y cambiantes colinas que me dificultaban el paso. Finalmente, llegu¨¦ a su ¨²ltimo punto d¨¦bil, un parche de piel justo bajo una gran protuberancia ¨®sea. Alc¨¦ mi espada con todas mis fuerzas y descargu¨¦ el golpe fatal. La sangre, expulsada a borbotones en un chorro arterial, era negra.
El impacto que tienen estos momentos hace de la obra original, ya de por s¨ª extraordinaria, una experiencia abrumadora. Es una sensaci¨®n, nada infantil, de verse a merced de los elementos, de ser conscientes de la fragilidad de la vida cuando se observa el infinito poder de lo natural. Zozobra (?del alma?) es la mejor palabra que se me ocurre. Shadow of the colossus en PlayStation 2 no pod¨ªa aspirar a sacudir con este nivel de intensidad los cimientos del jugador en 2005. En 2017, s¨ª. Gracias a la magia de los restauradores, ahora es posible admirar la verdadera grandeza que encierra. Porque es, sin el casi, una obra sagrada. Una mirada al infinito.
Babelia
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