Cruce de miradas entre Juan Gris y Mar¨ªa Blanchard
El museo Carmen Thyssen de M¨¢laga confronta la obra de los creadores espa?oles en un per¨ªodo cumbre de la Historia del Arte
Juan Gris y Mar¨ªa Blanchard se conocieron en Par¨ªs hacia 1912. Ella, aquejada de cifoescoliosis, se hab¨ªa instalado en la capital francesa un a?o antes, mientras que ¨¦l hab¨ªa llegado en 1906. El encuentro se produjo a trav¨¦s de la artista ruso-mexicana Angelina Beloff, primera esposa de Diego Rivera y gran amiga de Blanchard, en la tertulia del caf¨¦ de La Rotonde. Por entonces, Picasso y Braque estaban a punto de dejar de trabajar juntos en el movimiento que hab¨ªa revolucionado el arte a principios del siglo XX, el Cubismo.
Ante la inminencia de la Gran Guerra, un grupo de artistas se lanzaron por caminos diferentes en la b¨²squeda de una respuesta a la terrible situaci¨®n que se viv¨ªa en Europa, rutas distintas para llegar a una meta com¨²n: una revoluci¨®n creativa que se conoci¨® como el segundo cubismo. Juan Gris, Mar¨ªa Blanchard, Albert Gleizes, Jean Metzinger o el escultor Jacques Lipchitz fueron algunos de sus protagonistas esenciales. El museo Carmen Thyssen de M¨¢laga recupera ese important¨ªsimo per¨ªodo del arte en la exposici¨®n Juan Gris, Mar¨ªa Blanchard y los cubismos (1916-1927), a trav¨¦s de 60 obras que se podr¨¢n contemplar hasta el 25 de febrero.
Comisariada por el historiador Eugenio Carmona y Lourdes Moreno, conservadora del museo, la exposici¨®n ha sido planteada como un cruce de miradas entre los dos creadores espa?oles que arranca con obras fechadas entre 1916 y 1918, a?os en los que el artista madrile?o era ya un referente internacional con su pintura sint¨¦tica y geom¨¦trica. Blanchard entra de lleno en el cubismo con un nuevo sentido del color y de la composici¨®n del espacio. Las obras de ambos cuelgan a veces frente a frente y otras veces en paredes conjuntas al lado de las de conocidas piezas de sus compa?eros de grupo y de artistas espa?oles que siguieron su estela a trav¨¦s de la Escuela de Par¨ªs, como Benjam¨ªn Palencia o Salvador Dal¨ª.
Es esta la primera vez que se propone al p¨²blico una exposici¨®n que plantee conjuntamente las aportaciones de Gris y Blanchard a la historia del cubismo. Sobre la relaci¨®n que ambos artistas mantuvieron en Par¨ªs, Eugenio Carmona reconoce que son pocos los datos que existen sobre la vida cotidiana de Mar¨ªa Blanchard en la capital francesa.
Tambi¨¦n Gris fue alguien especialmente discreto. ¡°Pero a trav¨¦s de las cartas de Gris o de testimonios como los de Gino Severini¡±, explica Carmona, ¡°sabemos que las tertulias de los cubistas en estos a?os terminaban siempre en el taller de Blanchard, jugando ella un papel determinante en las elaboraciones te¨®ricas o doctrinales del nuevo cubismo. Por las cartas de Gris a Huidobro, escritas en Beaulieu, al final de la guerra, sabemos del afecto fraternal y c¨®mplice entre ambos. Cuando Blanchard abandon¨® el cubismo, Gris se doli¨® por ello y, al mismo tiempo, se alegr¨® del ¨¦xito de p¨²blico y ventas que conllev¨® el cambio de posici¨®n de la pintora. Con ello, Gris mostraba una capacidad de comprensi¨®n que solo se tiene con alguien a quien se aprecia sinceramente¡±.
Sobre la aportaci¨®n espec¨ªfica de Gris y Blanchard al cubismo surgido durante la Gran Guerra, el comisario precisa que entre los a?os 1916 y 1919, el cubismo de Gris y Blanchard fue m¨¢s diverso de lo que en principio parece. Pero ambos trabajaron en la concepci¨®n y realizaci¨®n de una nueva pintura pura. Esta nueva concepci¨®n de la pintura quer¨ªa que el cuadro fuera valorado por sus valores pl¨¢sticos en s¨ª mismos sin por ello renunciar al encuentro sobre la tela de elementos reconocibles de la experiencia visual.
¡°As¨ª mismo¡±, a?ade Carmona, ¡°ambos trabajaron el cuadro entendi¨¦ndolo como construcci¨®n de formas; construcci¨®n en la que le color cobraba un protagonismo comunicativo ¡ªpero no emocional ni sentimental¡ª antes no admitido en el cubismo. Y construcci¨®n de formas, tambi¨¦n, en la que, a trav¨¦s de formas diagonales e inclinadas, se evocaba la sensaci¨®n din¨¢mica del espacio, como si se quisiera plantear una relaci¨®n vivencial entre el espacio y el tiempo. Y quiz¨¢s Blanchard fue m¨¢s exigente que Gris en la concepci¨®n del cuadro como superficie abstracta¡±.
?Por qu¨¦ la guerra resulta un est¨ªmulo para la creaci¨®n art¨ªstica? ¡°En 1916, en las p¨¢ginas de la revista L¡¯?lan, Amed¨¦e Ozenfant hizo una llamada a los cubistas para que prosiguieran con su trabajo. Ven¨ªa a decir que los alemanes llegar¨ªan a ganar realmente la guerra si el cubismo desaparec¨ªa, pues la desaparici¨®n del cubismo implicar¨ªa la desaparici¨®n del verdadero esp¨ªritu de la modernidad creativa. Es por ello que, ante la destrucci¨®n, el desastre y la aniquilaci¨®n del contrario, el cubismo reaccion¨® queriendo ser a¨²n m¨¢s ¡®cubismo¡¯ o m¨¢s propiamente ¡®cubista¡¯, buscando su propia esencia como promesa de un mejor mundo futuro¡±.
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