Frank Miller. Hombre, leyenda
La estrella de la Heroes Comic Con se mofa del presunto peluqu¨ªn de Trump, suspira por Alejandro Magno y sue?a con narrar para ni?os
Frank Miller: ?Ha visto mi historieta?
Neil Adams: S¨ª.
FM: ?Qu¨¦ piensa de ella?
NA: Que eres muy malo y que siempre ser¨¢s muy malo.
FM:¡
NA: ?De d¨®nde dec¨ªas que eras?
FM: Vermont.
NA: Pues vu¨¦lvete a Vermont.
Unos meses despu¨¦s¡
FM: ?Ha visto las nuevas historietas?
NA: S¨ª.
FM: ?Y qu¨¦ piensa de ellas?
NA: Lo mismo que te dije.
Unos meses despu¨¦s...
FM: ?Ha visto las nuevas historietas?
NA: S¨ª.
FM: ?Y?
NA:¡ D¨¦jame hacer una llamada.
Hay algo profano y chocante en conocer a las leyendas, porque todas las leyendas que conocemos son humanas y, por tanto, falibles, imperfectas, contradictorias. El Frank Miller leyenda, esas peque?as capitulares FM con las que ha firmado muchas de las mejores vi?etas de la historia del tebeo, se presenta en la mente del amante del noveno arte como un tit¨¢n. C¨®mics como Batman. A?o uno (ECC Ediciones, 2017), Daredevil. Born Again (Panini, 2016), Ronin (ECC Ediciones, 2016), 300 (Norma Editorial, 2014) o la eterna El regreso del caballero oscuro (ECC Ediciones, 2016) engradecen esa imagen casi mitol¨®gica del autor. El Frank Miller persona, el que frisa ya sus 60 camino de sus 61, es un ser de carne y hueso, con sus tics, sus achaques, sus chascarrillos, sus titubeos y sus silencios.
Miller sobre las majors y el tebeo
"Lo primero que quiero decir es que hay mucha gente maravillosa trabajando en Warner Bros, Disney o Netflix. Asumir que son todos unos desalmados buscando pasta es un error. La cruz de mi respuesta es que es esto, precisamente, por lo que insist¨ª tanto en que un creador retenga la posesi¨®n de sus obras. De tal manera que cuando una compa?¨ªa adapta tu obra, te la alquila, no coges a tu ni?o, lo pones en una cesta y lo lanzas al r¨ªo. Es responsabilidad de todos que siga siendo as¨ª".
Sin embargo, por lo que se pudo ver ayer durante su multitudinaria intervenci¨®n en la Heroes Comic Con de Madrid, arropado m¨¢s que acompa?ado por sus amigos del alma Brian Azzarello y Bill Sienkiewicz, por lo que pudimos ver hoy en la breve conversaci¨®n que comparti¨® con Ka-BOOM, las dos caras de Frank Miller se han reconciliado en un rostro apacible. Miller ha vuelto de un t¨¢rtaro, f¨ªsico y existencial. Y el hombre que arropa ahora la leyenda parece mucho m¨¢s sabio, emp¨¢tico y moderado que el que entr¨® al averno y al ostracismo.
Si hay que creer a su exmujer, Lynn Varley, el alma de color de muchas de sus mejores obras, a Miller se le quebr¨® algo cuando esas dos torres cayeron el 11 de septiembre de 2001. ¡°Creo que hay gente que no ha podido superarlo, que continuar¨¢ afectada por ello en sus vidas para siempre. Y creo que Frank es una de esas personas¡±, confesaba a Wired Varley en una entrevista en 2014. Miller y Varley cortaron una relaci¨®n de d¨¦cadas con su divorcio en 2005, poco despu¨¦s de la premiere de Sin city.
En lo profesional, se abri¨® para Miller una etapa singularmente dulce, aduladora, en la que Hollywood lo camel¨® y mim¨® con premieres y alfombras rojas. Varley confes¨® tambi¨¦n que cre¨ªa que la far¨¢ndula hab¨ªa calado en Miller: ¡°Frank se convirti¨® en alguien a¨²n m¨¢s famoso, se expuso a un tipo de celebridad que jam¨¢s hab¨ªa experimentado. Era una verdadera distracci¨®n. No quieres volver a Hell's Kitchen [el barrio neoyorquino, de pasado violento y marginal, hogar de Miller] a dibujar vi?etas despu¨¦s de eso. Parece un fracaso¡±. El fracaso fue, sin embargo, la manzana envenenada de Hollywood. Miller mordi¨® con su adaptaci¨®n del The spirit de su amado Will Eisner y el fracaso cerr¨® las puertas de la Meca del cine con la misma facilidad que las hab¨ªa abierto. Su amigo sincero, Robert Rodr¨ªguez, logr¨® levantar una segunda pel¨ªcula de Sin city en su compa?¨ªa. Pero las llamadas para continuar con esa carrera de director, en la que el genio del tebeo ha confesado en Madrid seguir interesado, parecen haberse extinguido. Por cierto, si pudiera volver a dirigir, Miller lo tiene claro: ¡°?Batman!¡±, exclam¨®, y el p¨²blico madrile?o estall¨® en v¨ªtores.
De 2006 a 2011 algo ocurri¨®. Tal vez ese estr¨¦s post traum¨¢tico del que habla su mujer sobre el 11-S. Tal vez el tormento de una enfermedad que nunca ha aclarado pero que a todas luces se intuye como c¨¢ncer. El caso es que el autor de Martha Washington, una afroamericana de los suburbios que acababa siendo la hero¨ªna de Estados Unidos, de El regreso del caballero oscuro y Sin city, corrosivas cr¨ªticas al capitalismo desaforado y reflexiones hondas, ambiguas, sobre el pulso entre la libertad individual y colectiva, carg¨® de manera salvaje contra el movimiento antisistema Occupy: ¡°No son m¨¢s que una pandilla de ladrones y violadores, una turba rebelde alimentada por la era de Woodstock [el festival m¨¢s legendario del movimiento hippie] y una p¨²trida y falsaria justicia. Estos payasos no pueden hacer otra cosa que da?ar Am¨¦rica¡±. Am¨¦n de sus insultos a Occupy, que desataron la indignaci¨®n de otros t¨®tems del medio como Alan Moore, Miller fijaba una mirilla de francotirador en su enemigo: ¡°Despertad, escoria. Am¨¦rica est¨¢ en guerra con un enemigo sin piedad. [¡] tal vez hay¨¢is o¨ªdo hablar de Al-Qaeda o el fundamentalismo isl¨¢mico¡±. Ese mismo a?o, 2011, Miller publicaba una novela gr¨¢fica titulada Terror sagrado. Y su ostracismo llegar¨ªa a la cumbre.
En un texto extremadamente valiente y de calidad digna de estudio, un tal Julian Darius escribe una largu¨ªsima reflexi¨®n sobre el autor titulada: Entendiendo a Frank Miller. El argumento que esgrime, sim¨¦trico al que hace poco firm¨® Guillermo Alonso en ICON a tenor del muro de olvido que Hollywood quiere imponer sobre Kevin Spacey, toca en la llaga: ¡°La cuesti¨®n, entonces, es c¨®mo juzgar un trabajo art¨ªstico con responsabilidad. Porque, aunque los juicios art¨ªsticos sean subjetivos, que lo son, no pueden ser meramente reducidos a lo que a uno personalmente le gusta o no sobre el arte objeto de an¨¢lisis. No puede, incluso aunque ese arte cargue consigo complicados o reprobables mensajes pol¨ªticos. [¡] El arte puede ser peligroso, desafiante o inc¨®modo y al mismo tiempo ser poderoso, vital e inteligible como arte en s¨ª. Y Holy terror, de Frank Miller, ciertamente cumple con estos ep¨ªtetos¡±.
Para quien esto escribe, despu¨¦s de leer, durante veinte a?os, la pr¨¢ctica totalidad de la obra del autor, Holy terror tiene, como m¨ªnimo, una de las vi?etas m¨¢s estremecedoras, magn¨¦ticas y epatantes del noveno arte. La primera. El fondo es rojo sangre y, sobre ¨¦l, abalanz¨¢ndose sobre el lector como si fueran a atravesar la carne del que mira, siluetas de clavos en negro grafito. El arte, como bien dice Darius, puede incomodar. Me arriesgo a decir que debe incomodar. La dictadura que quiere imponer sobre el arte lo pol¨ªticamente correcto debe poner en guardia a la intelectualidad tanto como cualquier otro tipo de fascismo.
Pero la opini¨®n sobre Miller, tras Holy terror, se polariz¨® como suele ocurrir en la ¨¦poca de las redes sociales. Fascista fue lo m¨ªnimo que le llamaron. Infames fueron las bromas con su aspecto mientras luchaba con la enfermedad. El historietista espa?ol David Rub¨ªn, entre otros muchos, alzaron un grito de indignaci¨®n contra c¨®mo se ha llegado a vituperar a un genio total de su medio hasta extremos inhumanos aprovech¨¢ndose de la inmunidad de la red. Se le dio por juzgado y perdido. El propio Miller, para iron¨ªa de Wired, confes¨® en su entrevista de 2014 que no estaba ya en Internet porque ten¨ªa estropeado el ordenador. Felix Pff?li, el periodista que firm¨® el reportaje, se la jug¨® acorralando a Miller en este asunto:
?Est¨¢ completamente offline?
Completamente, por el momento.
?Por lo de Occupy?
No, han sido problemas inform¨¢ticos. No los he resuelto.
Pues estar¨ªa bien que contratara a un t¨¦cnico m¨¢s diestro para poder volver a estar enchufado.
[Una mirada silenciosa]. Lo har¨¦.
Sin embargo, el 29 de octubre 2016, Miller sorprendi¨® a propios y ajenos con un tuit: "Solo hay una candidata, y voy a votar por ella". Y el enlace en la entrevista a La Repubblica en la que manifestaba, sin asomo de dudas, su sentir pol¨ªtico. En los comentarios de Twitter, abundaba la estupefacci¨®n; ¡°?pero usted no era republicano?¡±, se preguntaba un tuitero. Salto a hoy, a Madrid, Hotel AZ Cuzco, 12 de noviembre de 2017. Este peri¨®dico le pregunta a Miller por Donald Trump y su querencia por Hillary Clinton. Esto es lo que contesta: ¡°Tuvimos la oportunidad de elegir a una presidenta que habr¨ªa sido excelente y revolucionaria, y la rechazamos¡±.
There is only one candidate and I am voting for her https://t.co/OgW1ouoPz6
— Frank Miller (@FrankMillerInk) October 30, 2016
Miller es breve hablando de Trump y la oportunidad perdida de Clinton. Su rostro se nubla y su voz baja varias octavas, hasta casi un susurro, cuando repite su opini¨®n sobre la era Trump: ¡°Vivimos tiempos tristes. Vivimos tiempos realmente desafortunados¡±. Entremedias, de la nada, se desmarca con un destello de humor a lo Chaplin: ¡°Y bueno, en un tono m¨¢s sarc¨¢stico, le podr¨ªa decir a Trump [y se quita el sombrero para mostrar su cr¨¢neo lampi?o] que todos los hombres nos quedamos calvos¡±. Un chiste sobre esa mata de pelo rubio que suena tan a postverdad como su pol¨ªtica tuitera. Eso s¨ª, abundando en la figura de Trump y coment¨¢ndole que Paul Levitz?invitado tambi¨¦n de la convenci¨®n, le coment¨® a este peri¨®dico que cre¨ªa que su presidencia pod¨ªa servir como revulsivo para que la era de la intolerancia de carpetazo, Miller es mucho m¨¢s cauto: "No lo s¨¦. El da?o que hizo Richard Nixon se dej¨® sentir durante largo tiempo... Cuando alguien as¨ª gana de manera tan abrumadora es... descorazonador. No s¨¦, tengamos esperanza en tiempos mejores".
?En qu¨¦ anda este Miller-Alighieri, pues, tras vencer sus demonios? En nada que sus fans pudieran esperar, aunque resulte, a poco que se piense, de l¨®gica aplastante. ¡°?A que no os esperabais que habl¨¢ramos encantados de nuestro amor por los libros para ni?os?¡±, pregunt¨® ret¨®ricamente al p¨²blico de la Heroes Comic-Con tras confesar en directo que s¨ª, que iba a hacer un libro infantil y con Bill Sienkiewicz de escudero. A Ka-BOOM no quiso darle m¨¢s detalles, m¨¢s all¨¢ de confirmar que no le toma el pelo a nadie: ¡°Es un proyecto tremendamente importante para m¨ª. No quiero apresurarme a hablarte de ideas que barajo porque a¨²n estoy estudi¨¢ndolo. Me quiero tomar mi tiempo¡±.
En la ¨²ltima vi?eta del DK 3, tercer cap¨ªtulo de su universo paralelo protagonizado por Batman, Miller y su colaborador Azzarello le tiran un gui?o a la portada m¨¢s famosa de la historia del c¨®mic. La silueta del Caballero Oscuro lanz¨¢ndose a la noche, con un rel¨¢mpago rompiendo el firmamento. En esa vi?eta final hay dos siluetas, fulminando por un lado la eterna soledad del personaje y por otro virando el rumbo de la negrura a la esperanza usando la misma imagen ic¨®nica. Se siente como declaraci¨®n sutil de intenciones que Miller ahond¨® en una entrevista con Deadline: "Mi sentimiento es que el cinismo puro es un refugio. Es el lugar donde van los cobardes. Lo tienes que combatir con idealismo y prop¨®sito. El trabajo que tengo planeado en el futuro... Tal vez haya quien se decepcione por lo poco c¨ªnico que es". Entre estas obras por venir est¨¢ una esperad¨ªsima Superman. A?o Uno en el que Miller reinterpretar¨¢ a ese buc¨®lico Clark Kent que descubre, en la campi?a de Kansas, lo extraordinario de su ser.
Miller ha querido matizar un poco este viraje a EL PA?S: "Depende de la historia. Evidentemente, mi trabajo para Superman s¨ª ser¨¢ luminoso. Mi obra infantil, sea lo que acabe siendo, tambi¨¦n. Pero no voy a convertir a Jerjes en una historia amable. Tenlo por seguro". La vertiente hist¨®rica de su obra, hasta ahora solo explorada en 300, es la otra gran pasi¨®n que obsesiona al Frank Miller presente. Especialmente en dos figuras a las que dedicar¨¢ sendas obras: Jerjes y Alejandro Magno. "Todos los t¨¦rminos que hemos acu?ado, globalizaci¨®n, multiculturalismo, como si pertenecieran a esta ¨²ltima generaci¨®n reflejan algo falso. Porque el origen de este mestizaje es b¨ªblico o preb¨ªblico. Un personaje como Alejandro Magno no solo conquist¨® el mundo conocido. Tambi¨¦n se dej¨® asimilar por otras culturas. Sus amigos llegaron a acusarlo de persa por verstirse como ellos y disfrutar de su comida y cultura".
El gran proyecto de Miller ser¨¢ unir su recreaci¨®n de la batalla de las Term¨®pilas llevada al cine por Zack Snyder con la gesta sin par de Alejandro Magno. El puente entre esos dos grandes momentos de la cultura helena es el persa Jerjes, al que Miller quiere pintar bajo una nueva luz. "Me gusta asumir el punto de vista de mis protagonistas en mis ficciones. As¨ª que Jerjes en 300 no fue para m¨ª m¨¢s que un clich¨¦ megaloman¨ªaco. Pero estoy descubriendo, seg¨²n hablo con gente que lo conoce mucho mejor que yo y a trav¨¦s de lecturas, que era una personalidad de lo m¨¢s compleja. Era un tipo que se disfrazaba para espiar a los dem¨¢s, a pesar de la dificultad de camuflarse por su enorme altura. Y era alguien, est¨¢ totalmente documentado, que dud¨® de s¨ª mismo. Por hacer la analog¨ªa con Darth Vader o Doctor Muerte, hay un aspecto mucho m¨¢s profundo tras el villano".
Miller parece en paz consigo mismo. Lo dicen su voz y sus gestos. Lo dicen sus sonrisas, sus palmadas en la espalda y cuchicheos a su amigo Bill Sienkiewicz durante su conferencia conjunta. Lo dice esa luminosa mirada que le dedic¨® a una joven que le pregunt¨®, ayer viernes, por Martha Washington. "Gracias por preguntarme por ella. A m¨ª tambi¨¦n me encanta". Lo dice su constante menci¨®n a que quiere abandonar el cinismo, "refugio de cobardes". Lo que no dice Miller, y probablemente nunca dir¨¢, es qui¨¦n es realmente. ?Liberal o reaccionario? ?Violento o pacifista? La respuesta m¨¢s cercana a la verdad que le dio a este peri¨®dico lleg¨® de casualidad, hablando de su obra infantil.
¡ª?Qu¨¦ temas quiere usted tratar en su futuro libro infantil?
¡ªLas historias tienen temas que subyacen. Pero yo no me lo planteo jam¨¢s como: "?Voy a decir esto, esto y esto!". Cuento historias que creo que son realmente divertidas y emocionantes de leer. Y, a lo mejor, que ense?an algo. Pero no me voy a poner a dogmatizar y afirmar: ¡®?Solo deber¨ªas vestir zapatos rosas! ?O deber¨ªas votar por tal o cu¨¢l!'. Ese no es mi trabajo.
A buen entendedor...
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