Por un contrato (social) indefinido
Las pol¨ªticas de austeridad han roto la conexi¨®n entre crecimiento econ¨®mico y progreso social. El economista Ant¨®n Costas propone cinco modos de restaurarla
Vivimos tiempos de incertidumbre. Algunos de los principales elementos que dieron seguridad y sentido de pertenencia a las generaciones anteriores hoy hacen aguas sin haber sido sustituidas por nuevas certezas. Esto ha fracturado nuestras sociedades y las ha sumido en la ansiedad y la agitaci¨®n. En Espa?a, a esta crisis generalizada se le suma la incapacidad escandalosa de las ¨¦lites tradicionales y la ausencia, dig¨¢moslo claramente, de una estrategia como pa¨ªs para las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Esta estrategia s¨®lo saldr¨¢ de una conversaci¨®n que necesariamente tendr¨¢ que darse entre diferentes. Por eso, quiz¨¢s incluso para su sorpresa, me ha resultado tan provechosa la lectura -casi me atrever¨ªa a decir estudio- del libro de Ant¨®n Costas. Costas, catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica en la Universidad de Barcelona, ha escrito un libro para explicar las causas de la situaci¨®n social actual en Espa?a y sobre todo para ofrecer ideas concretas sobre cu¨¢les deber¨ªan ser los ejes de un modelo social y econ¨®mico s¨®lido y de futuro. En un momento de inflaci¨®n del ruido, se agradecen ensayos ¨¢giles y rigurosos como ¨¦ste. Costas combina un estilo profesoral, muy did¨¢ctico, con consejos y recomendaciones de un gestor con amplia experiencia.
El libro sit¨²a bien el problema central de nuestra ¨¦poca: se ha roto el contrato social que otorgaba derechos y deberes, hac¨ªa previsible el futuro y prove¨ªa de un marco de seguridad a las mayor¨ªas sociales que no nac¨ªan en cuna privilegiada. El hecho m¨¢s relevante y de m¨¢s calado social y pol¨ªtico de esa ruptura es el aumento lacerante de la desigualdad, que lastra nuestra econom¨ªa y corroe las bases de la democracia. Como bien explica Costas, por primera vez en d¨¦cadas se ha roto la conexi¨®n entre crecimiento econ¨®mico y progreso social, y este v¨ªnculo s¨®lo podr¨¢ ser recompuesto por una pol¨ªtica econ¨®mica decidida y de largo aliento que se fije, en t¨¦rminos del autor, dos prioridades: ¡°evitar que se consolide un elevado grupo de ciudadanos que queden permanentemente en la cuneta del paro o del empleo ocasional y aumentar la renta disponible de los hogares¡±. Esa pol¨ªtica econ¨®mica, de momento, est¨¢ completamente ausente del proyecto del Gobierno y sus socios parlamentarios, que parecen asumir un escenario de fragmentaci¨®n social y de crecimiento macroecon¨®mico sin recuperaci¨®n social -y por tanto un crecimiento de patas cortas, que puede volver a meternos en el callej¨®n sin salida de intentar paliar con el cr¨¦dito f¨¢cil lo que los salarios no resisten. La crisis espa?ola es en primer lugar una crisis de distribuci¨®n de renta y, en segundo lugar, de modelo productivo.
Para pensar otro modelo de crecimiento, Costas parte de la cr¨ªtica a las improvisaciones y ocurrencias de corto plazo que caracterizaron la gesti¨®n de la crisis en Espa?a. Errores derivados de lo que el autor denomina ¡°s¨ªndrome de Berl¨ªn¡±, por el cual la mayor¨ªa de las ¨¦lites econ¨®micas, pol¨ªticas e intelectuales de nuestro pa¨ªs compr¨® una explicaci¨®n fan¨¢tica, moralizante y -por qu¨¦ no decirlo- sutilmente racista, que contra toda evidencia emp¨ªrica y econ¨®mica, dibuj¨® la mal llamada austeridad como una justa penitencia para los derrochadores y vividores pa¨ªses del sur. Si algo se le puede reprochar a nuestras viejas ¨¦lites es la escasa confianza y estima en su propio pa¨ªs y su vergonzante prisa en correr a ponerse al servicio de pol¨ªticas err¨®neas, fan¨¢ticas e interesadas, que han dejado una profunda herida pol¨ªtica y social en Espa?a.
De entre los cinco grandes retos para una estrategia de desarrollo consistente que el autor se?ala en la segunda parte del libro, me interesa destacar en particular dos aspectos, que adem¨¢s discute espec¨ªficamente con las ideas tradicionales de la izquierda, desde un enfoque que me parece muy enriquecedor. En primer lugar, Costas reivindica el valor de la competencia: ¡°Una pol¨ªtica progresista ha de plantear la lucha contra los monopolios y los c¨¢rteles como una de las pol¨ªticas sociales prioritarias¡±. Por eficacia y por filosof¨ªa pol¨ªtica, el pensamiento emancipador tiene que ser capaz de imaginar combinaciones virtuosas -e instituciones que las regulen- de competencia y cooperaci¨®n social al servicio de la innovaci¨®n para vivir mejor, cuidando m¨¢s de nuestros semejantes y del planeta.
En segundo lugar, Costas acude a la economista italoamericana Mariana Mazzucato y su concepto del Estado emprendedor. Sostiene, de forma convincente, que para financiar un Estado del Bienestar del siglo XXI el Estado no tiene por qu¨¦ limitarse a ser un recaudador de impuestos sino que, sin descuidar la necesidad de una estructura fiscal justa y verdaderamente progresiva, el Estado puede buscar un retorno mayor de las inversiones y proyectos de riesgo en los que participa el sector privado. Esta es una idea fundamental para los pa¨ªses que, como el nuestro, necesitan un esfuerzo sostenido para una industrializaci¨®n inteligente y aspiran a gobernar los cambios y no s¨®lo a verse sacudidos por ellos o por los intereses de los fondos buitre: necesitamos un Estado que asuma sus responsabilidades y que sirva de locomotora para determinados sectores estrat¨¦gicos en los que despu¨¦s se puede dar la colaboraci¨®n p¨²blico-privada.
Costas? sostiene que el Estado no tiene por qu¨¦ limitarse a ser un recaudador de impuestos sino que, sin descuidar una estructura fiscal justa, puede buscar un retorno mayor de las inversiones y proyectos de riesgo en los que participa el sector privado
Sin embargo, cuando llega al momento de clasificar en apuestas pol¨ªticas las posibles salidas a la situaci¨®n de incertidumbre y quiera del acuerdo de convivencia, Costas realiza una simplificaci¨®n que no se corresponde con su rigor en el campo de la econom¨ªa. Dibuja b¨¢sicamente, frente a las pol¨ªticas de austeridad y ajuste fallidas, las alternativas de los ¡°populismos¡± de izquierda y derecha por una parte, y la liberal-socialdem¨®crata por otra, que ve encarnada en Macron ¨Ccuya popularidad, por cierto, contin¨²a en ca¨ªda libre: casi un 60% de los franceses dan ya la espalda a sus reformas. Por supuesto, el autor es libre de manifestar cualquier preferencia partidista, e incluso es saludable que lo haga. Pero esta aparece debilitada si s¨®lo puede ser afirmada por contraste con mu?ecos de paja. Costas entiende los populismos como meras reacciones a la incertidumbre, espasmos que aspiran a terminar con el mercado y la institucionalidad. Un momento meramente destituyente. Conviene recordar que algunas de las fuerzas progresistas que as¨ª cataloga se han hecho cargo de los principales ayuntamientos de Espa?a, saneando sus cuentas, reduciendo la desigualdad, poniendo fin al saqueo de lo p¨²blico y oxigenando la vida institucional. Quienes creen en la necesidad de reformas para que Espa?a funcione deber¨ªan compartir hoy posici¨®n con los Ayuntamientos del cambio contra el inmovilismo que representa la intervenci¨®n de Crist¨®bal Montoro ¨Cverdadero caso cl¨ªnico del ¡®s¨ªndrome de Berl¨ªn¡¯.
Es posible que a Costas se le escape que la aspiraci¨®n de ¡°construir pueblo¡±, de formar parte de una comunidad que no deja a los suyos atr¨¢s, es exactamente la tarea de fundar nuevos acuerdos y equilibrios institucionales que est¨¢ en el coraz¨®n de su propuesta de pactar un nuevo contrato social. Para que ese pacto sea posible y beneficioso para los de abajo hay que equilibrar la balanza recomponiendo un demos, heterog¨¦neo e irreductiblemente plural, pero con horizontes compartidos. Entre esa tarea y la densidad intelectual no s¨®lo no hay contradicci¨®n sino que hoy, aqu¨ª y ahora, ambos fen¨®menos se necesitan mutuamente. Pero este, reconocer¨¢n algunos lectores, es un tema recurrente del debate de nuestro tiempo al que tendremos ocasi¨®n de regresar. En la Europa actual, y muy en particular en Espa?a, la tarea pol¨ªtica fundamental no es aumentar unos puntos porcentuales el voto a la derecha o a la izquierda, no es girar unos grados las pol¨ªticas p¨²blicas en uno u otro sentido. Es una tarea de mucha mayor magnitud y dificultad: hemos de recomponer el contrato social, roto por la desigualdad y por la concentraci¨®n de poder en pocas manos fuera del alcance de la ciudadan¨ªa. Para ello necesitamos recomponer unas sociedades rotas por la ley del m¨¢s fuerte, para sustituirla por la ley del m¨¢s d¨¦bil, acorazada por la soberan¨ªa popular y una correcta y diversificada malla de poderes separados y equilibrados. O, en otras palabras, un plan para una Espa?a viable y m¨¢s justa.? De eso (tambi¨¦n) deber¨ªamos estar discutiendo cuando hablamos de reforma constitucional.
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Autor:?Ant¨®n Costas.
Editorial:?Pen¨ªnsula (2017).
Formato:?tapa blanda (250 p¨¢ginas).
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