Espa?a, un pa¨ªs sin contrato social
El pa¨ªs se enfrenta al reto de volver a reconciliar econom¨ªa de mercado, progreso y democracia plural
?Cu¨¢l es el pegamento que hace que una sociedad se mantenga unida y evite una fractura social y el caos pol¨ªtico? Si tuvi¨¦ramos respuesta podr¨ªamos afrontar mejor el malestar ciudadano y los conflictos pol¨ªticos territoriales que tenemos delante. Para ver cuales son sus componentes conviene volver la vista atr¨¢s. Las sociedades occidentales desarrolladas vivieron una etapa de armon¨ªa social y pol¨ªtica en las d¨¦cadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Fueron los "Treinta Gloriosos".
?C¨®mo se logr¨®? Con un contrato social entre fuerzas anteriormente antag¨®nicas. Los partidos socialdem¨®cratas aceptaron que la econom¨ªa de mercado era un instrumento v¨¢lido de creaci¨®n de riqueza. Por su parte, el liberalismo cl¨¢sico acept¨® la creaci¨®n de un estado social. Por un lado, un sistema educativo orientado a garantizar la igualdad de oportunidades. Por otro, un sistema de seguros p¨²blicos y programas sociales orientados a cubrir las contingencias de p¨¦rdidas de ingresos por raz¨®n de desempleo, enfermedad y jubilaci¨®n. Ese contrato social fue el pegamento que permiti¨® reconciliar econom¨ªa de mercado, progreso social y democracia.
Espa?a construy¨® un contrato de ese tipo en la transici¨®n a la democracia. Los llamados Pactos de la Moncloa de 1977 fueron su expresi¨®n. Esos acuerdos, firmados por el gobierno de Adolfo Su¨¢rez, las principales fuerzas pol¨ªticas y sindicales de izquierda y las organizaciones empresariales, fueron tomados en consideraci¨®n por las Cortes constituyentes que se comprometieron a desarrollarlos. La Constituci¨®n de 1978 a?adi¨® una dimensi¨®n territorial: el nuevo Estado de las Autonom¨ªas, con el reparto territorial de poder pol¨ªtico entre el gobierno y la administraci¨®n central y las nuevas instituciones politicas auton¨®micas.
Sin embargo, ese contrato comenz¨® a resquebrajarse ya en los a?os noventa. La semilla fue la ca¨ªda de los salarios y el retorno de la desigualdad, tanto social como territorial. El golpe definitivo lo dio la pol¨ªtica de austeridad. Atac¨® los pilares b¨¢sicos de la educaci¨®n, la sanidad, las pensiones y las prestaciones de desempleo. La explosi¨®n de malestar social que provoc¨® vino acompa?ada de la quiebra del sistema pol¨ªtico tradicional, del independentismo catal¨¢n y de la aparici¨®n de nuevas izquierdas alternativas, reticentes con la econom¨ªa de mercado.
Espa?a es hoy un pa¨ªs sin contrato social ni territorial. Necesitamos reconstruirlo. En mi libro El final del desconcierto: Un nuevo contrato social para que Espa?a funcione analizo las causas que actuaron como disolvente de ese pegamento y propongo cinco tareas para restaurarlo. A grandes rasgos, son las siguientes:
- Primera. Una mejor gesti¨®n macroecon¨®mica para estabilizar la econom¨ªa y acabar con el recurrente ciclo man¨ªaco-depresivo, con fases de fuerte expansi¨®n y creaci¨®n de empleo seguidas por otras de intensa ca¨ªda y destrucci¨®n. Los m¨¢s perjudicados por este comportamiento bipolar son los m¨¢s d¨¦biles. Dado que los instrumentos de estabilizaci¨®n han sido transferidos a las autoridades monetarias y fiscales europeas esa es su responsabilidad. Su gesti¨®n durante la larga recesi¨®n de 2010-2014 fue manifiestamente mejorable.
- Segunda. La defensa de la competencia como un vector fundamental de la nueva pol¨ªtica social. La pobreza y la desigualdad no vienen solo de los bajos salarios sino de los precios superiores a los costes que pagan los hogares espa?oles por muchos de los servicios y bienes de consumo. Eso es otra forma de decir que tenemos un problema grave de eficiencia. Pero las nuevas izquierdas no saben ver el valor social de la competencia.
- Tercero. Poner el foco en los factores olvidados del crecimiento, la productividad y el empleo. Las pol¨ªticas est¨¢n sesgadas hacia la desregulaci¨®n y precarizaci¨®n del mercado de trabajo. Hay que equilibrarlas prestando atenci¨®n al liliputismo empresarial, al modelo de empresa jer¨¢rquico y tradicional y al clima social.
- Cuarto. Redistribuir y no fomentar de nuevo el endeudamiento. Eso es lo que provoc¨® la crisis financiera y econ¨®mica de 2008. Los principales perjudicados fueron los m¨¢s d¨¦biles. Ahora sabemos que una sociedad m¨¢s equitativa genera una econom¨ªa m¨¢s eficiente y estable.
- Quinto. Democratizar la democracia para que las pol¨ªticas respondan al bien com¨²n y puedan reducir la desigualdad y la pobreza. Y tambi¨¦n escribir el manual de funcionamiento del estado de las autonom¨ªas, que de flexibilidad para responder al mayor apetito de autogobierno de algunas comunidades, sin que este implique privilegios en cuanto a la igualdad de todos los espa?oles en el acceso a los servicios p¨²blicos b¨¢sicos.
Los pa¨ªses se enfrentan de vez en cuando al reto de reconsiderar decisiones pasadas y pensar el futuro. Son momentos en que se ponen a prueba. Como en 1977, Espa?a se enfrenta al reto de construir un nuevo contrato social que permita volver a reconciliar econom¨ªa de mercado, progreso social y democracia plural.
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