El mundo prohibido de la Princesa Jaguar
La periodista aventurera ¡®Jungle¡¯ Jane Dolinger recogi¨® en un libro su encuentro con la legendaria diosa blanca del Amazonas
Tambores en el infierno verde. La luna que se espejea en el ancho r¨ªo traicionero. Un corro de guerreros indios con cerbatanas, adornados con plumas de papagayo. C¨¢nticos. Fogatas. Y en medio de todo ello, encarnando el misterio, la seducci¨®n y los peligros de la selva, una hermosa mujer blanca que ejecuta semidesnuda una danza salvaje y voluptuosa. Desde luego, est¨¢n servidos los elementos de una gran aventura como la imaginaron los cl¨¢sicos. Pero no estamos en los predios de ficci¨®n, en los reinos de la Ayesha de Ridder Haggard, la Antinea de Pierre Benoit o la reina y sacerdotisa La de Opar de Edgar Rice Burroughs (todas ellas, claro, ¨¦mulas de la m¨ªtica reina de Saba, a la que siempre materializaremos en la rotunda anatom¨ªa de Gina Lollobrigida), sino en la pura realidad.
Ha ca¨ªdo en mis manos por azar, descubierto en las selvas de papel de una librer¨ªa de lance, The forbidden world of the Jaguar Princess (The Adventurers Club, Londres, 1965), un libro cuyo t¨ªtulo sensacional me atrajo incluso m¨¢s que la cubierta, en la que aparece retratada una mujer en cuclillas ataviada con un somero atuendo de piel de jaguar, con el cuello rodeado por un b¨¢rbaro collar de dientes del felino, mirada retadora y labios entreabiertos. Caray, me dije, Jacinto, si con esto no olvidas el proc¨¦s es que has perdido irremediablemente tu alma aventurera.
El libro result¨® ser lo que promet¨ªa y mucho m¨¢s. Narra la b¨²squeda (y el hallazgo) de una mujer blanca legendaria que dominaba un amplio y rec¨®ndito territorio en medio de la selva amaz¨®nica, reinando como un Brook, un Mayrena o un Dravot, con toques de Circe. Esa mujer, a la que se conoc¨ªa entre los indios como Shia Shia Nua, la Princesa Jaguar, result¨® ser Pamela Hawkins, de 25 a?os, nacida en Australia y trasladada de ni?a con su padre a la inmensa hacienda de ¨¦ste en el coraz¨®n de la jungla. Al morir su progenitor, en las garras de un jaguar, precisamente, la chica se convirti¨® en su heredera, ama y se?ora en un territorio habitado ¨²nicamente por indios; y en algo m¨¢s: un personaje de poderes sobrenaturales para las tribus, una diosa y una hechicera (el nombre de Princesa Jaguar le viene de que de peque?ita la encontraron jugando con un jaguar que, a diferencia de lo sucedido con su padre, le perdon¨® la vida).
Hace a¨²n m¨¢s extraordinaria la historia el que la persona autora del libro y que realiz¨® el peligros¨ªsimo viaje en busca de la Princesa Jaguar sea otra mujer, la escritora y periodista de Pennsylvania Jane Dolinger. El relato del encuentro entre ambas (Hawkins se le aparece a Dolinger cruzando un remoto tributario del Putumayo en un fr¨¢gil caj¨®n colgado de una cuerda y ataviada con su bikini de piel moteada) es digno del de Stanley y Livingstone. Las dos mujeres congenian y la periodista es invitada a quedarse en el reino de diosa blanca donde, entre cacer¨ªas de cocodrilos y ataques de serpientes, recibir¨¢ las confidencias de ¨¦sta y presenciar¨¢ cosas asombrosas, tratando de averiguar sus secretos ¨ªntimos (como un armario lleno de ropa de ¨²ltima moda parisina y neglig¨¦s). La periodista descubrir¨¢ que su anfitriona, orqu¨ªdea blanca, Eva sin Ad¨¢n en el para¨ªso de la jungla iluminado por las alas azul iridiscente de las grandes mariposas Morpho, es el centro de un culto inici¨¢tico de corte orgi¨¢stico y que en ¨²ltima instancia todo lo que cuentan las leyendas, caramba, es verdad.
Al morir su progenitor, en las garras de un jaguar, precisamente, la chica se convirti¨® en su heredera, ama y se?ora en un territorio habitado ¨²nicamente por indios
Si el encuentro con la Princesa Jaguar me ha dejado el cuerpo hecho trizas, de tanta intensidad, descubrir la personalidad de Jane Dolinger ha sido igualmente extraordinario. Bautizada Jungle Jane, Dolinger (1932-1995), a la que se ha comparado con Indiana Jones y Lara Croft (v¨¦ase su biograf¨ªa The adventorous life of an american travel writer, de Lawrence Abbott), se labr¨® un prestigio de consumada viajera y aventurera escribiendo, lo que no era nada habitual para una mujer, en las revistas pulp para hombres solteros de los a?os cincuenta y sesenta, que eran todo un g¨¦nero.
Public¨® cientos de historias sobre temas que previsiblemente les interesaban a ellos como una ceremonia vud¨², la visita a la trastienda de un har¨¦n o la t¨¦cnica de reducir cabezas de un hechicero j¨ªbaro (bajo el impagable t¨ªtulo, El brujo tard¨® cinco d¨ªas en reducir la cabeza de la chica, entonces la org¨ªa comenz¨®, que hoy cosechar¨ªa buenos dividendos en la red). En un singular caso de polivalencia, la autora fue ella misma portada de alguna de aquellas revistas (Modern Man, diciembre de 1959), combinando la labor de escritora y pin-up. As¨ª estaba el mundo entonces.
Varios de sus reportajes se convirtieron en libros. Su carrera se inici¨®, como la de tantos aventureros, por casualidad, mientras trabajaba de secretaria de una aerol¨ªnea brasile?a en Miami, al responder un anuncio que rezaba: ¡°Autor necesita a chica amante de aventuras. Debe estar libre para viajar. Paga excelente¡±. El solicitante era el escritor de viajes y guionista de Hollywood Ken Krippene, con el que luego Dolinger se cas¨®. Juntos viajaron mucho y ella desarroll¨® su propio estilo, gan¨¢ndose el apelativo no solo de Jungle Jane sino de "la m¨¢s glamurosa escritora de viajes del mundo". Curiosamente, alguna de sus observaciones no dudar¨ªa en suscribirlas una Jane Morris, como la de que viajar resulta m¨¢s f¨¢cil y menos peligroso siendo mujer que hombre. Los indios del Amazonas, recalcaba, incluso los m¨¢s amenazadores, la recib¨ªan como si fuera simplemente una visitante de otro poblado, y las mujeres la acog¨ªan siempre con solidaridad.
¡°A los 22 era ya una madura exploradora¡±, escribi¨® Jane Dolinger, ¡°no lo hab¨ªa planeado as¨ª, pero sin el azar y aquel anuncio en un diario de Miami, yo hoy probablemente ser¨ªa una m¨¢s del ej¨¦rcito de secretarias desencantadas, aburridas y perdidas en una oficina en el laberinto sin fin de la rutina¡±.
Dos mujeres valientes, Jungle Jane y la Princesa Jaguar, que unieron sus extra?os destinos en la inmensa frondosidad de la Amazonia y que regresan para fascinarnos en este hoy tan plagado de mediocridad y de sombras.
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