Fernando Savater: ¡°Todos llevamos un brote nacionalista dentro¡±
El escritor y fil¨®sofo recibi¨® ayer el Premio Antonio Sancha de los libreros madrile?os
En caliente. As¨ª escribi¨® Fernando Savater (San Sebasti¨¢n, 1947) su panfleto Contra el separatismo (Ariel). Una diatriba ¨Centre el art¨ªculo largo y el libro corto- contra lo ocurrido no solo recientemente en Catalu?a, sino tambi¨¦n hist¨®ricamente en otros lugares. Savater, que en unos d¨ªas presentar¨¢ el volumen en la Feria de Guadalajara (M¨¦xico), recibi¨® ayer el Premio Antonio Sancha de los libreros madrile?os.
Pregunta. El Fernando Savater m¨¢s jacobino que uno se pueda imaginar¡, ?no?
Respuesta. S¨ª, si por jacobino se entiende la defensa de la ciudadan¨ªa sin territorios, sin ideolog¨ªas religiosas, sin sexo, es decir la ciudadan¨ªa de los libres e iguales a partir de la cual cada uno dise?a su propio perfil.
P. Sorprende la virulencia del panfleto, aun revestida de la iron¨ªa marca de la casa¡
R. Por eso lo he llamado panfleto. En mis columnas para EL PA?S procuro templar y moderar un poco las cosas para hacerlas m¨¢s aceptables, pero en un panfleto escribo lo que de verdad pienso sin masticar mis palabras.
P. A¨²n queda gente que cree que un panfleto es algo malo, sigue teniendo un deje peyorativo¡
R. ?Es un g¨¦nero! Y quien lo va a leer ya sabe que no se va a encontrar una teor¨ªa acad¨¦mica ni nada parecido. Hay panfletos estupendos. El Manifiesto Comunista, por ejemplo.
P. En este usted disculpa, o dice comprender, al nacionalismo. No as¨ª al separatismo, al que compara con el diablo¡
R. Que el nacionalismo es un mal es evidente, solo hay que recordar que en el siglo XX provoc¨® dos guerras mundiales. Lo que pasa es que yo no quiero darle reclutas involuntarios al separatismo llamando obligatoriamente ¡°separatistas¡± a todos los nacionalistas. Todos llevamos un brote nacionalista dentro, todos nos reconocemos en esos mecanismos de identificaci¨®n con lo propio, lo cual se hace inaguantable cuando se convierte en algo declamatorio. El separatismo es la inflamaci¨®n y utilizaci¨®n maliciosa de esos sentimientos hasta convertirlos en un arma contra la democracia.
P. En 1984, en Contra las patrias, usted escrib¨ªa: ¡°El peor de todos es sin duda el patriotismo propiamente espa?ol, porque ha sido el que con sus abusos prepotentes y su ceguera ha terminado provocando todos los otros¡±. ?Lo suscribe hoy?
R. Eso est¨¢ escrito justo al final del franquismo. En aquel momento, el balance que todos nos hac¨ªamos, y la relativa simpat¨ªa con que mir¨¢bamos a los nacionalismos perif¨¦ricos nos llevaba a decir ¡°Hombre, hay que compensar un poco a toda esta gente tan maltratada por el nacionalismo espa?ol¡±. Tan falso es el "Por el Imperio hacia Dios" de Franco como la Rep¨²blica de Puigdemont.
P. Escribe en Contra el separatismo: ¡°Desde el origen de los tiempos los hombres nos hemos agrupado limando diferencias y buscando similitudes para formar colectivos m¨¢s potentes, m¨¢s eficaces¡±¡
R. S¨ª.
P. Ya, pero tambi¨¦n desde el origen de los tiempos esos colectivos se ha estado masacrando entre s¨ª¡
R. Es que cuando dos colectivos ya son suficientemente potentes se enfrentan. Y la funci¨®n humana es superar eso. En ese sentido incluso los imperios fueron un intento de extender la civilizaci¨®n y no vivir siempre en tribus enfrentadas cada una en su rinc¨®n.
P. ?Es irremediable sostener que todo nacionalismo se sustenta en una base xen¨®foba o de exclusi¨®n? ?No puede haber nacionalistas que simplemente quieran m¨¢s lo suyo que a lo dem¨¢s, aun gust¨¢ndoles lo dem¨¢s?
R. Es explicable que las colonias sometidas y sojuzgadas se separen. Pero dentro de un pa¨ªs, no, no veo la posibilidad de crear el antagonismo entre las regiones de un pa¨ªs m¨¢s que con el enfrentamiento malicioso. Todos sabemos que Catalu?a est¨¢ llena de espa?oles como todo lo dem¨¢s, o sea que si de pronto unos se?ores conciben que son tan diferentes que no pueden soportar la visi¨®n del otro, eso es porque se les ha inducido, porque se ha creado una conciencia artificial.
P. ?Hablar¨ªa usted de separatismos justificados y nacionalismos pijos?
R. Eso me parece. La diferencia, por ejemplo, entre el separatismo vasco y el catal¨¢n es que el catal¨¢n es profundamente esnob. Los vascos podemos ser m¨¢s bien brutos, pero no somos esnobs. El esnobismo es un signo de la cultura catalana, aunque no sea nacionalista.
P. Es un poco fuerte eso que dice¡
R. No. Nadie se hubiera cre¨ªdo todas estas trolas que han contado si antes no hubiera habido como una mentalidad de creerse tan estupendos, tan ¨²nicos y tan por encima de todo. Eso, y que ahora mismo, en Catalu?a, ser nacionalista o fingir serlo no tiene m¨¢s que ventajas, y claro, la gente se apunta a eso, no es una cuesti¨®n de sentimientos. Y luego est¨¢ eso de la singularidad catalana. ?Pero qu¨¦ es eso? Oiga, los singulares son los individuos, no los territorios. Catalu?a es tan singular como Murcia. Una butifarra tambi¨¦n es muy singular y yo cuando voy a Catalu?a me la pido. Pero no tiene derechos pol¨ªticos.
P. Espa?a no siempre existi¨®. Se form¨®, y lo mismo los otros grandes estados. ?Qui¨¦n decide y en virtud de qu¨¦ cu¨¢ndo se pone punto final a ese proceso de uniones y separaciones?
R. No, ese proceso no ha terminado, hace mil a?os no hab¨ªa Espa?a ni Francia y dentro de mil a?os volver¨¢n a no existir, ser¨¢n otra cosa, y no pasar¨¢ nada. Lo que no se puede es volver atr¨¢s. No es excusa que las cosas vayan a cambiar dentro de mil a?os para cargarme lo que hay hoy¡ sobre todo para sustituirlo por algo peor.
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Los cisnes un¨¢nimes
Hay un momento en todas las apariciones p¨²blicas de Fernando Savater en que el auditorio mira embobado, sonriente, prendado del verbo divertido, es decir, diverso, del fil¨®sofo de ra¨ªz donostiarra. Anoche, en la sede del Instituto Cervantes en Madrid, tuvo adem¨¢s ante el auditorio a un contertulio que comparti¨® con ¨¦l erudici¨®n, profundidad y risa: el poeta e historiador Jon Juaristi, que es de Bilbao. Juaristi se crio leyendo, como Savater; el donostiarra le mostr¨® al bilba¨ªno senderos filos¨®ficos e incluso v¨ªas para llegar a lo m¨¢s hondo de la cultura pop. Y mostraron juntos, en un coloquio al que el p¨²blico asisti¨® entusiasmado, esa erudici¨®n que es tambi¨¦n complicidad hist¨®rica.
A Savater le entregaron en ese acto el Premio Antonio de Sancha que conceden los editores de Madrid a quienes se hayan distinguido por defender los libros y la lectura. Es el que mejor recibe, dijo. Savater se ha pasado la vida leyendo; en realidad ¨¦l no hubiera escrito nada si no fuera para seguir entre libros. Y a Juaristi, elegido por los organizadores del acto para dialogar con el premiado, le ha pasado otro tanto. Y a veces se unen, dijo el poeta, "m¨¢s para hablar de lo que hemos le¨ªdo que de lo que hemos escrito". Savater y Juaristi compartieron an¨¦cdotas, de Cioran, de Ram¨®n de Basterra, de Rub¨¦n Dar¨ªo; y defendieron la lengua com¨²n, el espa?ol, como un modo hist¨®rico de vertebrar la naci¨®n. El autor de ?tica para Amador record¨® que su padre era un enamorado de Rub¨¦n Dar¨ªo y cada d¨ªa le recitaba Margarita est¨¢ linda la mar. Al llegar a un verso que evoca Los cisnes un¨¢nimes el ni?o que era entonces Fernando Savater imagin¨® cualquier cosa para explicarse el adjetivo. Hasta que un d¨ªa, en la plaza de Gipuzkoa de su pueblo natal hall¨® que nadaban ufanos dos cisnes, y en su actitud doble encontr¨® la raz¨®n de ese verso con el que despert¨® a la curiosidad por las palabras de la poes¨ªa. Eran verdaderamente un¨¢nimes.
Autor: Fernando Savater
Editorial: Ariel (2017)
Formato: tapa blanda (96 p¨¢ginas).
Babelia
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