Viaje al fin de la noche
Un exmarine reconvertido en ¡°conseguidor¡± a sueldo tiene que rescatar a la hija de un pol¨ªtico, abducida por una red de prostituci¨®n infantil
EN REALIDAD, NUNCA ESTUVISTE AQU?
Direcci¨®n: Lynne Ramsay.
Int¨¦rpretes: Joaquin Phoenix, Ekaterina Samsonov, Alessandro Nivola, Judith Roberts, John Doman.
G¨¦nero: thriller. EE UU, 2017
Duraci¨®n: 85 minutos.
Cuando debut¨® con Ratcatcher (1999), Lynne Ramsay dej¨® claro que no hab¨ªa llegado al cine para someterse a modelos de lenguaje que limitaran su invenci¨®n. Su materia prima era la misma que nutri¨® a la escuela realista anglosajona, pero el estilo se alejaba radicalmente de esos patrones: su gusto por la sin¨¦cdoque, capaz de aislar y amplificar detalles reveladores en el desolador universo moral de la historia, deslizaban lo testimonial hacia el ¨¢mbito de lo alucinatorio, de lo casi on¨ªrico. Su cuarto largometraje, En realidad, nunca estuviste aqu¨ª, que lleg¨® in extremis e inacabado a la Secci¨®n Oficial del ¨²ltimo Cannes, ha sido recibido como un considerable cambio de registro en su carrera, pero no existe tal ruptura: la escritura visual de Ramsay no ha hecho m¨¢s que evolucionar y radicalizarse sin traicionar sus principios, acredit¨¢ndola como una de las m¨¢s sofisticadas formalistas del cine contempor¨¢neo. Su ¨²ltimo trabajo es un triunfo del estilo. Del estilo como creador de contenido, complejidad y sutileza.
Jonathan Ames, autor de la brev¨ªsima novela que inspira este viaje (alucinante) al fin de la noche, reconoc¨ªa al Donald Westlake de las novelas de Parker como una de las fuentes de inspiraci¨®n para su ejercicio de estilo en clave hardboiled. Es posible que la Ramsay no haya necesitado inspirarse en el A quemarropa (1967) de John Boorman para encontrar la clave estil¨ªstica de En realidad, nunca estuviste aqu¨ª, pero en esa adaptaci¨®n de la primera novela de Parker se manifestaba una revoluci¨®n del lenguaje y un prop¨®sito similares: un retorcimiento de la expresi¨®n para canalizar la turbulenta subjetividad del protagonista.
En la pel¨ªcula, un exmarine reconvertido en ¡°conseguidor¡± a sueldo tiene que rescatar a la hija de un pol¨ªtico, abducida por una red de prostituci¨®n infantil. La fragmentaci¨®n de la mirada llega en esta ocasi¨®n a forzar los l¨ªmites de la gram¨¢tica, igualando en una misma secuencia vivencia, observaci¨®n, trauma, recuerdo y alucinaci¨®n culpable. La directora asfixia la palabra al m¨¢ximo para dejar que sean las im¨¢genes las que tomen el mando de un discurso inteligible, pero nada sumiso a las convencionales expectativas de satisfacci¨®n narrativa. La planificaci¨®n y el montaje no est¨¢n al servicio de la literalidad, sino del matiz en esta pesadilla que, entre otros hallazgos, resume una violenta irrupci¨®n en un burdel mediante im¨¢genes de videovigilancia y abre inesperadas puertas de sentido ¨Cla foto a las turistas orientales- en sus (supuestos) tiempos muertos.
Babelia
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