El d¨ªa en el que el ¡®soul¡¯ se estrell¨® en un avi¨®n
Hace 50 a?os, se mat¨® Otis Redding. Justo cuando planeaba un giro profesional que partir¨ªa del ¡®(Sittin' on) the Dock of the Bay¡¯, el tema que le dar¨ªa un n¨²mero 1 p¨®stumo
El 10 de diciembre de 1967, el bimotor Beechcraft H18 de Otis Redding se estrell¨® en el lago Monona, en Wisconsin. Solo uno de los pasajeros sobrevivi¨®. Las terribles fotos del rescate del cuerpo de Otis, un gigante todav¨ªa atado a su asiento, alentaron malsanas teor¨ªas conspirativas: hab¨ªa beneficiarios dado que todo lo que grab¨® para Stax se convirti¨® en oro. Universalmente, se sinti¨® la frustraci¨®n de verle desaparecer en la cima de sus poderes, con 26 a?os, interrumpiendo su proyecto de crecimiento art¨ªstico y autonom¨ªa profesional.
El avi¨®n facilitaba los desplazamientos de un artista que dejaba su base regional (el Sur de Estados Unidos) para atender a una demanda nacional. Aparte de comprar un rancho para su familia, Redding acababa de fundar una discogr¨¢fica y una editorial, para lanzar a sus protegidos y cultivar repertorio nuevo. Seg¨²n algunos, se le subi¨® el ¨¦xito a la cabeza: ¡°Ese negro ya no cabe en sus zapatos¡±, dec¨ªan. Pero el Beechcraft ten¨ªa sentido incluso en t¨¦rminos simb¨®licos: Otis ven¨ªa de una familia proletaria. Sab¨ªa que deb¨ªa aprovechar la oportunidad: los artistas de soul trabajaban en el duro circuito chitlin¡¯, por cach¨¦s modestos; Redding confiaba en establecerse en el mercado del rock, donde el trato y el dinero eran superiores.
No busquen motivos raciales o pol¨ªticos: era una sensata decisi¨®n empresarial. Otis desarroll¨® su carrera en Stax, discogr¨¢fica de Memphis cuyos due?os (blancos) fueron desplumados impunemente por los listillos neoyorquinos (blancos) de Atlantic Records. El truco consist¨ªa, debi¨® de pensar, en esquivar a los tiburones de cualquier color.
En marzo de 1966, los artistas de Stax giraron por Europa y los Beatles enviaron sus limusinas a recoger a los visitantes sure?os en el aeropuerto de Heathrow. Al mes siguiente, Otis incendi¨® el Whisky A Go Go, el club m¨¢s cool de Los ?ngeles. Hubo muchos famosos entre los asistentes, incluyendo a Jim Morrison, cuyos Doors despedir¨ªan a Otis con el tema Runnin¡¯ blue.
En 1967, Redding alcanz¨® una apoteosis en el Monterey Pop Festival. Venciendo sus reticencias ¡ª¡°?qu¨¦ es eso de actuar gratis¡±¡ª arras¨® ante el naciente movimiento hippy. Hasta se permiti¨® una broma particular: ¡°Esta es la multitud del amor, ?verdad?¡±. En su Georgia natal, los conflictos no se resolv¨ªan con flores sino con negociaciones t¨¢citas y, en ¨²ltimo caso, a tiros.
El viaje a California le permiti¨® parar unos d¨ªas, alojado en un barco-vivienda en la bah¨ªa de San Francisco. All¨ª escuch¨® el disco Sgt. Pepper, de los Beatles; no era su m¨²sica pero entendi¨® que exist¨ªan otras maneras de trabajar en el estudio. Sometido a un calendario implacable de bolos, Otis grababa deprisa y corriendo. Su tercer elep¨¦, Otis blue, se hizo en poco m¨¢s de 24 horas, con una parada para que la banda de acompa?amiento actuara, como hac¨ªa cada noche, en un local de Memphis.
Carec¨ªa de pretensiones de artista. Sus elep¨¦s sumaban canciones propias, hits recientes, alg¨²n blues y ¡ªcasi siempre¡ª una composici¨®n de su idolatrado Sam Cooke. Si ve¨ªa interesantes ideas ajenas, se las apropiaba: King & Queen, el chispeante ¨¢lbum con Carla Thomas, ofrec¨ªa la traslaci¨®n rural de los pulcros duetos de Marvin Gaye con diferentes compa?eras del sello Motown.
Otis no ten¨ªa una voz tan cremosa como la de Cooke pero sab¨ªa sacarla provecho jugando con el fraseo y la din¨¢mica. Si atacaba una balada, aumentaba paulatinamente la intensidad hasta llegar a una verdadera catarsis. En los temas r¨¢pidos, funcionaba como el equivalente de un lanzallamas. Asimilaba cualquier canci¨®n con facilidad: no hab¨ªa escuchado Satisfaction hasta que su mano derecha, el guitarrista Steve Cropper, le sugiri¨® probarla. Era evidente la afinidad: los autores, Mick Jagger y Keith Richards, se resistieron inicialmente a editarla como single ya que se trataba de un ejercicio de estilo, la aproximaci¨®n rollinstoniana al contundente sonido Stax.
No le val¨ªa cualquier cosa: Bob Dylan le llev¨® un adelanto de Just Like a Woman y Otis pill¨® enseguida el concepto. Sin embargo, cuando se enfrent¨® a la letra, se le atragant¨® el verso que mencionaba las anfetaminas. Como cualquier veterano de la carretera, conoc¨ªa el speed pero su nombre oficial no le sonaba musical.
Otis sab¨ªa que necesitaba componer m¨¢s. Solo o asociado a colegas, ya hab¨ªa facturado joyas como These Arms of Mine, I¡¯ve Been Loving you Too Long o Respect (que rebot¨®, en forma de exigencia feminista, en la majestuosa voz de Aretha Franklin). En California le brot¨® una canci¨®n melanc¨®lica que luego rematar¨ªa Steve Cropper, (Sittin' on) the Dock of the Bay.
En realidad, no se trataba de una ruptura tan radical: recordaba otra pieza introspectiva suya, Cigarettes and Coffee. La letra, eso s¨ª, destapa el estado emocional de un trotamundos, cansado pero empe?ado en mantener un rumbo propio. Entre olas y gaviotas, pasa revista a sus vivencias y se despide silbando, sin imaginar que se acababa su tiempo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.