Loquillo marca su ley
El m¨²sico cierra por todo lo alto con su 'rock and roll' imponente su gira ante 17.000 personas en el WiZink Center de Madrid
A estas alturas de la pel¨ªcula, a sus 56 a?os y cuando la memoria es simplemente aquello a lo que nos agarramos ¡°cuando ya no queda nada¡±, como reza la canci¨®n Memoria de j¨®venes airados, Loquillo vive su mejor momento. Con cuatro d¨¦cadas a sus espaldas de carrera, el veterano m¨²sico est¨¢ m¨¢s vivo que nunca, como un luchador al que quisieron retirar pero que todav¨ªa conserva su mejor gancho. El bigardo del rock espa?ol simboliza mejor que nadie el esp¨ªritu legendario del rock and roll.
Bast¨® este viernes escuchar en directo Rompeolas, a mitad de su concierto en un abarrotado WiZink Center de Madrid con 17.000 personas en el cierre de su exitosa gira, para percatarse de que actualmente, pese a quien pese y rompiendo pron¨®sticos, Loquillo no pierde el tiempo en perderse en recuerdos. Le pega un buen golpe a la memoria de los peces. Tieso como un coloso con su camisa negra de hombreras blancas, fumando su cigarro mientras ve¨ªa a la banda desga?itarse en ese himno de coraz¨®n forajido, su figura impon¨ªa su ley. La ley de un tipo que vive el momento con el hambre de un tibur¨®n, consciente de que el rock and roll se quema en presente, a¨²n jugando con varios elementos de la nostalgia. Como ese fotograma legendario, su figura autoritaria e imponente ilustra toda una vida dedicada a la causa. A la causa del rock and roll.
Es tan irreal como incuestionable. La causa del rock and roll solo se entiende cuando se ha probado. Y Loquillo no solo la prob¨® m¨¢s pronto que nadie en este pa¨ªs siendo un imberbe, all¨¢ por principios de los ochenta, cuando este pa¨ªs era otro y la m¨²sica buscaba conquistar un territorio, sino que lo transmite todav¨ªa con pasi¨®n adolescente, como cuando anoche encar¨® cl¨¢sicos como El ritmo del garaje o Viento del este, una composici¨®n de sus ¨²ltimos a?os pero con el vigor de anta?o, con acorde¨®n bastardo.
En este mundo cada vez m¨¢s escaso de memoria, la cuesti¨®n no es que haya sabido sobrevivir, sino que ha hecho crecer su figura, mientras otros sobresalientes creadores de su generaci¨®n como Santiago Auser¨®n, Jaime Urrutia, Julio Bustamante, Josele Santiago o Jos¨¦ Ignacio Lapido, se han tenido que refugiar en las trincheras. Loquillo no siempre estuvo en la cresta de la ola. En ese doloroso y extra?o transito de la generaci¨®n de los ochenta al nuevo siglo, tuvo momentos de zozobra comercial y art¨ªstica. Pero aguant¨® y centr¨® sus fuerzas en ser el mejor frontman, de primer nivel, digno de estudio, tan magn¨ªfico en eso como en comunicar sus mensajes. Con cada disco, con cada entrevista, sabe siempre vender su mensaje. Un mensaje que jam¨¢s pierde la perspectiva de aquello que todo el mundo entiende por rock and roll. Esto es, romanticismo, pasi¨®n, independencia, carisma y guitarras desatadas. Estos dos ¨²ltimos elementos nadie los conserva como ¨¦l en este pa¨ªs, como bien demostr¨® en la inicial Salud y Rock and Roll, Esto no es Hawaii o Besos robados. El carisma es Loquillo, parado como una efigie en el escenario y homenajeando a Johnny Cash en El hombre de negro o al recientemente fallecido Johnny Hallyday en Cruzando el para¨ªso, mientras ve tocar a tres guitarristas portentosos: Igor Paskual, Mario Cobo y Josu Garc¨ªa. Cada uno en su estilo ha trazado el sonido compacto, fiero, nada artificial, de una banda imparable. Sientan c¨¢tedra de rock and roll, con esos v¨ªnculos al rockabilly y glam.
A estas alturas de la pel¨ªcula, suenan Feo, fuerte y formal, Rock and roll Star, Qu¨¦ hace una chica como t¨² en un sitio como este y Cadillac Solitario con todo su rugido de rock and roll y Loquillo marca su ley. Con todo el pabell¨®n coreando las letras como en la verbena, el presente es la mejor gasolina para alimentar la leyenda.
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