Jann Wenner pone fin a su ¡®Rolling Stone¡¯
La revista surgida del San Francisco ¡®hippy¡¯ pasa a integrarse en la empresa editorial de ¡®Variety¡¯
Parece una fatalidad hist¨®rica. A finales de 2017, cuando terminan las conmemoraciones por los 50 a?os de la eclosi¨®n del movimiento hippy, llega la noticia de la venta del principal medio period¨ªstico surgido de la contracultura de 1967. Rolling Stone, que tambi¨¦n estaba conmemorando su medio siglo con n¨²meros especiales, ha dejado de ser propiedad de su fundador, Jann Wenner.
Wenner Media ha vendido su 51% de Rolling Stone a Penske Media, por una cantidad que se estima cercana a los ochenta millones de euros. La empresa de Jay Penske publica medios relevantes en el ¨¢mbito cinematogr¨¢fico, como Variety y, en la Red, IndieWire o Deadline.com.
La transacci¨®n no supone una gran novedad: asfixiada por sus deudas, Wenner Media ha estado liquidando sus activos con cierta premura. El pasado a?o, vendi¨® el 49 % a BandLab Technology, una empresa de Singapur sin ambiciones medi¨¢ticas, que buscaba simplemente una inversi¨®n atractiva. En marzo de 2017, Wenner traspas¨® sus dos otras revistas, Men's Journal y la rentable US Weekly, al grupo American Media; debi¨® ser un trago amargo ya que se trata de un grupo editorial especializado en prensa sensacionalista (National Enquirer) y alineado con Donald Trump.
Pero la joya de la corona era Rolling Stone. Aunque los tiempos digitales hayan erosionado su preeminencia como publicaci¨®n musical, mantiene una posici¨®n beligerante en cuestiones pol¨ªticas y ecol¨®gicas. No puede aspirar a derribar a un presidente -aunque lo intent¨® con George W. Bush y ahora aplica todas sus fuerzas contra Trump- s¨ª tiene la credibilidad necesaria en Washington para conseguir en 2010 el cese del general Stanley A. McChrystal, jefe de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganist¨¢n, que se fue de la lengua ante un colaborador de la revista; muy probablemente, el militar cre¨ªa estar hablando para una publicaci¨®n minoritaria.
Cierto que luego llegaron patinazos. En 2014, Rolling Stone public¨® un explosivo reportaje sobre una violaci¨®n en grupo en la Universidad de Virginia. The Washington Post investig¨® el caso y descubri¨® muchas inconsistencias en el testimonio de la supuesta v¨ªctima. Rolling Stone encarg¨® un informe a la Columbia Graduate School of Journalism, que dictamin¨® que fall¨® el sistema de supervisi¨®n (fact checking) exigible en el periodismo de investigaci¨®n. La revista se retract¨® y pidi¨® disculpas, aunque eso no evit¨® una lluvia de querellas.
Otras heridas fueron autoinfligidas. Jann Wenner conserva un inmenso archivo personal y permiti¨® que su bi¨®grafo, Joe Hagan, indagara all¨ª sin l¨ªmites. El reci¨¦n editado Sticky fingers: the life and times of Jann Wenner and Rolling Stone Magazine no ofrece un retrato amable del personaje, que ocult¨® su homosexualidad hasta 1994. Hagan explica que las diversas metamorfosis de la revista han obedecido a las ambiciones de Wenner: el acercamiento a la pol¨ªtica, el traslado de San Francisco a Nueva York, la celebraci¨®n de la cultura de los famosos, la devoci¨®n por los mitos del rock de los 60, Sin embargo, es m¨¢s discreto respecto a sus intromisiones en textos, que llevaron al despido de periodistas insumisos. O la tendencia hacia el nepotismo, al encargar desdichadas aventuras en el mundo digital a uno de sus hijos, Gus Wenner.
Tanto Jann como Gus continuar¨¢n trabajando en Rolling Stone. El hijo asegura que el futuro de la revista pasa por explotar la marca. Es decir, vivir de las glorias pasadas, rescatando proyectos a?ejos como el Rolling Stone Hotel en Las Vegas. Una iniciativa que, por cierto, no contaba con la bendici¨®n de Mick Jagger, que nunca ha querido definir los l¨ªmites de explotaci¨®n entre Rolling Stone (revista) y los Rolling Stones (grupo).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.