La comedia de las inversiones

Parafraseando a Shakespeare, El test podr¨ªa subtitularse ¡®La comedia de las inversiones¡¯. ?Qu¨¦ es m¨¢s elevado para el espiritu, planear a largo plazo o apurar el instante?, viene a preguntarse su joven autor. Jordi Vallejo i Duarri se ha inspirado en The Marshmallow Test (El test del malvavisco), libro en el cual Walter Mischel, psic¨®logo estadounidense de origen jud¨ªo vien¨¦s, asegura que los ni?os capaces de posponer un placer inmediato por la promesa de uno mayor tienen m¨¢s ¨¦xito en la vida; pero tambi¨¦n en la teor¨ªa de las expectativas de Rosenthal y Jacobson, seg¨²n la cual triunfa aqu¨¦l cuyo entorno conf¨ªa en ¨¦l.

Bien constru¨ªda, h¨¢bilmente dialogada, interpretada chispeantemente y dirigida con pujanza por Alberto Castrillo-Ferrer, El test se ha convertido en caso ins¨®lito: ?una opera prima de autor espa?ol programada por segunda temporada completa en un teatro de 800 butacas, a funci¨®n diaria (los s¨¢bados dos)! ?Teatro comercial? S¨ª, claro, pero mejor informado que buena parte del que pasa el filtro poco riguroso de nuestros teatros p¨²blicos. Por algo Daniel Veronese firma el montaje bonaerense, que se estrena en enero en el Multiteatro de la avenida de Corrientes.

Mis compa?eros Juan Ignacio Garc¨ªa Garz¨®n y Andreu Sotorra han comparado atinadamente esta pieza con otras de Yasmina Reza, Jordi Galceran y Cesc Gay, pero Vallejo, adem¨¢s de hablar de la pareja y de la amistad (como hacen dichos autores) introduce un debate vehemente sobre que parte tienen en el logro de cualquier meta el empe?o personal, el entorno humano y las circunstancias dadas. ?Qu¨¦ construye m¨¢s a una persona, la fe en s¨ª misma, la mano tendida de un profesor o las expectativas que sus padres ponen en ella?

Tales preguntas se van deslizando a lo largo de una acci¨®n dram¨¢tica in crescendo. Al principio, El test parece una comedia ingeniosa m¨¢s, llevada a ritmo endiablado (pensando en un p¨²blico que no tiene tiempo que perder), pero a base de precisas incisiones humor¨ªsticoquir¨²rgicas, lo ligero acaba adquiriendo consistencia tr¨¢gica.

Luis Merlo pulsa con ambig¨¹edad exquisita las teclas de su personaje, calculador bajo apariencia impulsiva, y dosifica con inteligencia los colores de su extenso arco emocional. Maru Valdivieso ofrece una versi¨®n plausible de la mujer de convicciones firmes, temperamento modulable y alma insondable. En la vivaz Berta de Marina San Jos¨¦, espoleta min¨²scula de una explosi¨®n termob¨¢rica, se entrecruzan en versi¨®n femenil el empoll¨®n Pitagor¨ªn y El Repelente Ni?o Vicente. Encarnado por Antonio Molero, H¨¦ctor es un torbellino c¨®mico de trayectoria imprevisible, que a cada giro arranca de ra¨ªz la carcajada general.