?Vaya faena!
Eduardo Arroyo recala en el Bellas Artes de Bilbao con 'Le retour des croisades', antol¨®gica que muestra su mundo y el nuestro
Con el melanc¨®lico t¨ªtulo, al gabacho modo, como corresponde a su autor, Le retour des croisades (El retorno de las cruzadas), Eduardo Arroyo (Madrid, 1939), siempre en busca de la nacionalidad perdida, que para ¨¦l es ya definitivamente una inc¨®gnita, y justo en el a?o en que cumple 80 a?os, ha inaugurado una exposici¨®n antol¨®gica, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, con una selecci¨®n de su obra realizada durante los ¨²ltimos tres lustros, aunque en su gran mayor¨ªa de ejecuci¨®n reciente. La muestra est¨¢ centrada en la r¨¦plica que hace Arroyo, m¨¢s de un siglo despu¨¦s, del cuadro del pintor guipuzcoano Ignacio Zuloaga (Eibar, 1870-Madrid, 1945) La v¨ªctima de la fiesta (1910), propiedad de la Hispanic Society de Nueva York, pero depositado en el de Bellas Artes de Bilbao, donde un picador y su desvencijado jumento se perfilan, sobreimpresionados, en un paisaje castellano altomesetario, avanzando con cansino paso, maculados por todas sus derrotas, dudando si acaso llegar¨¢n a la aleatoria venta que circunstancialmente les ha acogido y que consideran su, nunca mejor dicho, aventurado hogar. ?Zas!, te das cuenta enseguida, que esta r¨¦plica pastichera de Arroyo es el mejor de sus autorretratos.
Cambiando ahora yo de tercio, me pregunto en qu¨¦ consiste ese retrato posmoderno de Arroyo identific¨¢ndose con los zuloaguescos picador y ensangrentada y cansina cabalgadura, y, al punto, me respondo: ?En su com¨²n incertidumbre! ?En la duda sobre sus respectivos destinos! Les une la misma interrogaci¨®n: ?Llegaremos, acaso, a nuestra casa-corral? M¨¢s: ?D¨®nde se ubica? Mejor: ?Nos mandar¨¢n a tomar viento fresco? ?Ay! ?Qui¨¦n lo sabe? A mi modesto parecer, sin esta pesquisa es imposible sacarle la debida enjundia a la exposici¨®n de Arroyo, que recrea, grandeur nature, el descomunal cuadro de Zuloaga, aunque, a su vez, convierte el paisaje altomesetario en un expositor con postales tur¨ªsticas cortadas con el patr¨®n publicitario de Spain is diferent.
?Todo Arroyo es una exposici¨®n-expositor? Pues ?s¨ª!, ?qu¨¦ quieren que les diga? Desde luego, que hay muchas corridas de por medio, algunos triunfos y muchas derrotas en ambos casos, con o sin rocinante entre las piernas, pero estamos hablando ahora del tema crucial del ¡°d¨ªa despu¨¦s¡±, el de la activa rememoraci¨®n, algo en parte pintoresco, pero pict¨®rico, lo cual, esto ¨²ltimo, es inseparable de ese rendir cuentas del arte cuando holla el emocionante y terrible momento de la verdad.
No he hecho nada m¨¢s que empezar y ya se me ha acabado la munici¨®n de las palabras acotadas, pero no me arrepiento. La r¨¦plica-pastiche del cuadro zuloaguesco de Arroyo es un testamento, un testimonio, de lo vivido y de lo por vivir; o sea: del porvenir de ¨¦l mismo y de todos nosotros. Porque todo el cent¨®n de las im¨¢genes y esculturas acopiadas por Arroyo en esta exposici¨®n giran sobre este quicio o puente que aventa lo que pas¨® y pasar¨¢; esto es: que, pase lo que pase, no pasa nada. Pero ?cu¨¢ntas cosas pasan como si nada! Y ?qu¨¦ ser¨ªa de ellas sin el fotomat¨®n de su registro ic¨®nico! Arroyo, que lo ha vivido y visto casi todo dentro y fuera del corral, convierte en un recordatorio premonitorio esta exposici¨®n, sin prisas, pero sin pausas. A trav¨¦s de un sinf¨ªn de visajes nos muestra su mundo y el nuestro: ?Vaya faena!
S¨ª; estamos ante una faena muy adornada, pues, adem¨¢s de las vicisitudes autobiogr¨¢ficas, hay no poco de una rigurosa autorreflexi¨®n sobre el arte. Hay ah¨ª dos cuadros escalofriantes, significativamente fechados en 2016 y 2017, al margen del de Zuloaga que porta la data del presente a?o a¨²n inconcluso: los titulados Ferdinand Hodler et son mod¨¨le y Van Gogh sur le billard d¡¯Auvers-sur-Oise, la vida y el sentido del arte resueltos en un par de pantallazos. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir? Pues les garantizo que hay mucho m¨¢s sobre todas las cosas posibles, sobre todas las ocurrencias. Desde aqu¨ª, les invito a que no se pierdan la oportunidad de comprobarlo en vivo. Porque, por mi parte, yo, que me he pasado un mont¨®n de tiempo escribiendo sobre Arroyo, he descubierto ahora, frente a estas obras, que no es nada en relaci¨®n con lo que me resta por escribir tras la ¨²ltima corrida del maestro.
¡®Le retour des croisades¡¯. Eduardo Arroyo. Museo de Bellas Artes de Bilbao. Hasta el 9 de abril de 2018.
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