El coraz¨®n puede ser otro ¨®rgano
Para Jeanet?te Winterson, escribir es un ejercicio de riesgo y curiosidad, la exigencia de experimentar y ser art¨ªsticamente ambiciosa
"Eso es lo que la literatura ofrece: un lenguaje suficientemente poderoso para decir las cosas como son. No es un escondite. Es un lugar de encuentro¡±. Tanto esta cita de Jeanette Winterson (M¨¢nchester, 1959) como la lectura de las dos obras que Lumen, con preciosas ilustraciones de Ana Juan, ha editado en espa?ol, Fruta prohibida (1985), su primera novela autobiogr¨¢fica, y Escrito en el cuerpo (1992), me han llevado a recordar el debate sobre la conveniencia de que los escritores ¡ªlas escritoras tambi¨¦n¡ª practiquen la cr¨ªtica. He vislumbrado el peligro. Porque yo no fui adoptada por una familia evang¨¦lica pentecostal ni soy lesbiana ni inglesa ni jam¨¢s mi madre me habr¨ªa dicho?Por qu¨¦ ser feliz cuando puedes ser normal? (2012), una frase de mam¨¢ Winterson que titula las memorias de la autora. Sin embargo, me he identificado tanto con estos textos que caigo en la tentaci¨®n de justificar cada palabra. Entiendo ¨ªntimamente de d¨®nde provienen sus decisiones estil¨ªsticas. Leo desde un lugar privilegiado, pero no s¨¦ si ese lugar es cr¨ªtico. Me parece honesto aclararlo igual que me parece honesto reconocer las similitudes en la concepci¨®n autobiogr¨¢fica, en algunas asociaciones quiz¨¢ tan obvias como la que enlaza clav¨ªcula con clave o en la centralidad del cuerpo que se encarniza en escritura y, a la vez, seg¨²n Wikipedia, ha convertido a Winterson en due?a de una charcuter¨ªa. Puede ser un fake, pero el asunto tiene gracia.
Descubro a Winterson con Fruta prohibida. Para la autora, escribir es un ejercicio de riesgo y curiosidad, la exigencia de experimentar y ser art¨ªsticamente ambiciosa, ¡°una manera original de expresar las circunstancias de la condici¨®n humana¡±. En su intento de que el discurso sea y no sea autobiogr¨¢fico, se oye la voz de la exp¨®sita adoptada que se rebela contra la obligaci¨®n de ser agradecida. Tambi¨¦n articula una teor¨ªa del relato: la historia est¨¢ llena de invenci¨®n y las invenciones est¨¢n llenas de historia. Esta declaraci¨®n de principios, colocada justo en el eje de simetr¨ªa del texto, es una justificaci¨®n human¨ªsima, un lanzar la piedra y esconder la mano: ¡°Soy pero no soy¡±. Existe un prejuicio contra el impudor del yo, un residuo de espuria humildad aprendida de las religiones, que en Winterson se neutraliza con el dandismo de la diferencia sexual. Fruta prohibida est¨¢ escrita en espirales, desde el presente hacia el pasado, y la palabra es cuchillo que rompe la piel de la fruta; en la narraci¨®n autobiogr¨¢fica ¡ªcasi¡ª se interpolan historias legendarias que contravienen los martillazos represores del verbo del predicador. Los escritores se parecen m¨¢s a los creativos profetas dispuestos a clamar en el desierto. A los seis a?os, la autora pronunciaba sermones; pronto la apartaron de tan viril tarea que forjar¨ªa su vocaci¨®n de escritora sin llegar a encorsetar su imaginaci¨®n insumisa. El personaje de su madre, Constance, es magistral; contra ella proyecta su resentimiento, pero tambi¨¦n su ternura. La contradicci¨®n se resuelve a trav¨¦s del humorismo: la madre relata a la hija sus escarceos en Francia y le revela que el mariposeo estomacal del amor fue, en su caso, una ¨²lcera, as¨ª que ¡°lo que parece el coraz¨®n puede ser otro ¨®rgano¡±. Fruta prohibida es una iconoclasta y divertid¨ªsima novela de aprendizaje sobre el proceso de socializaci¨®n, el peso castrador o liberador de los relatos ¡ªm¨ªticos y religiosos, reales o fant¨¢sticos¡ª, la construcci¨®n de la identidad sexual y el orgullo de la diferencia.
A trav¨¦s de la heterodoxia de sus textos, dinamita categor¨ªas, vocabularios y convenciones tristes
En Escrito en el cuerpo me deslumbra la capacidad de Winterson para transitar entre lo peor y lo mejor qued¨¢ndose con lo mejor. Las frases sentenciosas cinceladas en torno al erotismo se transforman en pensamiento de la fiebre y en un lema: ¡°Escrito en el cuerpo hay un c¨®digo secreto¡±. Solo los dedos adecuados podr¨¢n desvelarlo. Los f¨¦rreos l¨ªmites entre homosexualidad, adulterio, v¨¦rtigo y pasi¨®n y una domesticidad marcada por la hipocres¨ªa del matrimonio se empiezan a fundir cuando aparece un amor prohibido que aspira a perdurar. La narradora deja de sentirse c¨®moda en el territorio de los promiscuos diablillos, y el estilo oscilante constata una crisis: a Winterson le interesan la lealtad y el amor por encima del matrimonio. La escritura oscilante es artefacto: cuando aparece la enfermedad, Escrito en el cuerpo pierde su tono peque?oburgu¨¦s, deja de ser una novela de adulterio para erigirse en eleg¨ªa rom¨¢ntica, tratado de anatom¨ªa y patolog¨ªa, poema de amor necr¨®filo que se apropia, en clave subversiva y l¨¦sbica, de ese t¨®pico del romanticismo heterosexual que identifica las grandes pasiones con las diferencias insalvables entre los que aman, o de ese otro que liga el deseo de eternidad er¨®tica con la inexorabilidad de la muerte. En un doble mortal, la normalidad se nutre y ensancha con el cambio de perspectiva que ofrece la diferencia. Winterson, oficial de la Orden del Imperio Brit¨¢nico, a trav¨¦s de la heterodoxia de sus textos, dinamita categor¨ªas, vocabularios y convenciones tristes. Una escritora maravillosa.
¡®Fruta prohibida¡¯. Jeanette Winterson. Traducci¨®n de M. Cav¨¢ndoli y H. Gonz¨¢lez Trejo. Ilustraci¨®n de Ana Juan. Lumen, 2017. 240 p¨¢ginas. 20,90 euros.
¡®Escrito en el cuerpo¡¯. J. W. Traducci¨®n de xxx. Ilustraci¨®n de A. J. Lumen, 2017. 224 p¨¢ginas. 19,85 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.