El testimonio de una esclava sexual del Estado Isl¨¢mico
Una mujer de la minor¨ªa yazid¨ª cuenta en un libro su vida bajo el r¨¦gimen yihadista. Fue violada varias veces al d¨ªa y quiere que ese relato sirva de prueba en La Haya
Nadia Murad ha escrito un libro porque quiere que el mundo entienda lo que siente una chica de 19 a?os cuando la violan cada d¨ªa distintos hombres. Quiere que se sepa que lo que le ha pasado a ella lo sufren las mujeres yazid¨ªes que a¨²n son esclavas sexuales del Estado Isl¨¢mico (ISIS). Pero sobre todo quiere que su testimonio sirva como prueba el d¨ªa en el que sus violadores acaben en el Tribunal de La Haya.
Sentarse frente a Nadia Murad paraliza. La mera presencia de una mujer, cuyo cuerpo y mente han sido sometidos a las barbaridades m¨¢s inimaginables desprende un dolor dif¨ªcil de ignorar. La cita es un c¨¦ntrico hotel de Berl¨ªn, cuyo nombre pide que no se publique. El ISIS la quiere muerta y sabe que debe tener cuidado. ¡°He escrito este libro para que queden documentados los cr¨ªmenes cometidos contra las yazid¨ªes. Para que queden por escrito y en detalle las pruebas tragedia y nuestro genocidio¡±, arranca.
De su sencilla y placentera vida de campesina yazid¨ª en un poblado iraqu¨ª no queda ni rastro. Nadia narra c¨®mo fue secuestrada por los hombres de negro del Estado Isl¨¢mico en Kocho, su aldea del norte de Irak. C¨®mo la transportaron en autob¨²s junto al resto de mujeres del pueblo hasta Mosul y c¨®mo dio comienzo su salvaje cautiverio.
Le pegaron y la violaron un d¨ªa tras otro. En varias casas, en un puesto de control de la carretera. La vendieron como mercanc¨ªa como una pieza m¨¢s dentro de un engrasado y burocratizado mercado de seres humanos. La trataron peor que a los animales. Dese¨® morir y que la mataran, pero lamenta que no tuviera esa suerte.
¡°Los hombres son infieles y les ejecutan porque saben que nunca se convertir¨ªan. Pero con los ni?os, saben que pueden lavarles el cerebro y a las mujeres saben que las pueden usar para violarlas y como mercanc¨ªa para comprar y vender en el mercado¡±, explica ahora en el hotel berlin¨¦s.
A seis miembros de sus familias los ejecutaron. Su adorada madre, como sus hermanos acabaron en fosas comunes. Ella milagrosamente logr¨® escapar, pero su cabeza es a¨²n una c¨¢rcel en la que habitan traumas terror¨ªficos. Yo ser¨¦ la ¨²ltima (Plaza Jan¨¦s) es el t¨ªtulo-promesa de su relato, tan necesario como doloroso.
¡°Nos persiguen por nuestra religi¨®n. No se arrepienten de los que nos hacen. Para ellos somos kufar, infieles, porque no somos una religi¨®n del libro. Antes del ISIS, Al Qaeda atac¨® nuestros pueblos con camiones suicidas en 2007 y cientos murieron. No es la primera vez que nos atacan por nuestra religi¨®n¡±.
Los yazid¨ªes son una de las minor¨ªas m¨¢s antiguas de Irak, que bebe del zoroastrismo persa y creen en un dios y en siete ¨¢ngeles sagrados. El Estado isl¨¢mico les persigue por considerar que adoran al diablo. Naciones Unidas pide a la comunidad internacional que ¡°reconozca el genocidio cometido por el ISIS contra los yazid¨ªes y que de los pasos necesarios para llevar el caso ante la justicia¡±.
La complicidad de los iraqu¨ªes que sab¨ªan que en sus barrios hab¨ªa casas en las que mor¨ªan en vida esclavas sexuales yazid¨ªes, esa es una de las ideas que Nadia m¨¢s repite y que no logra quitarse de la cabeza. No les perdona que miraran hacia otro lado. ¡°Las yazid¨ªes viv¨ªamos entre civiles que no ayudaron. Una minor¨ªa trat¨® de ayudar, pero si los iraqu¨ªes hubieran querido, podr¨ªan haber ayudado a muchas mujeres a escapar. Si los pueblos vecinos no se hubieran sumado al ISIS, nuestro destino habr¨ªa sido muy diferente¡±.
?Callaron porque ten¨ªan miedo de los militantes isl¨¢micos? ¡°No. Alrededor de Sinjar (en el noroeste de Irak, casi en la frontera con Siria), la mayor¨ªa de los pueblos son sun¨ªes y cuando vino el ISIS, los que no cre¨ªan en los islamistas se fueron. Pero la mayor¨ªa en esa zona, cerca del 95% de los sun¨ªes que hab¨ªa all¨ª se unieron a los militantes simplemente porque pensaron que el ISIS estaba all¨ª para liberarles y para ayudarles a vivir bajo los preceptos del islam. Los consideran la representaci¨®n real de la religi¨®n en la que creen. Por eso es dif¨ªcil escapar, porque los que les rodean son del ISIS¡±. Durante casi hora y media de conversaci¨®n, Nadia vuelve varias veces sobre la misma idea. ¡°A los cristianos por ejemplo les dejaron elegir. Pod¨ªan irse o convertirse al islam y se fueron porque no quer¨ªan quedarse en ese r¨¦gimen brutal. Muchos otros tambi¨¦n pod¨ªan haberse ido¡±.
Tampoco cree que haya nada de inocencia ni de?inconsciencia en los j¨®venes que hacen la maleta en Europa y se alistan voluntariamente con el ISIS en Siria. ¡°La gente que se fue de aqu¨ª sabe a lo que iban. Hoy hay acceso a las redes sociales, hay mucha informaci¨®n y a¨²n as¨ª van a unirse a sus filas¡±.
Le da tambi¨¦n muchas vueltas en su cabeza al poder¨ªo econ¨®mico de los terroristas. ¡°Lo que me confunde es c¨®mo consiguen tanto dinero, tantas armas, tanta munici¨®n. Esta es la pregunta que me ronda la cabeza. Es verdad que se les ha expulsado de Irak, pero en los lugares en los que todav¨ªa est¨¢n bajo control, hacen con las mujeres lo mismo que hac¨ªan los primeros d¨ªas del ISIS, cometiendo los mismos cr¨ªmenes, vendiendo a las mujeres¡±.
Nadia logr¨® escapar de su cautiverio de milagro. Un iraqu¨ª de Mosul se jug¨® el pellejo y la sac¨® enfundada en un niqab negro de la zona de influencia del ISIS. M¨¢s tarde, Nadia encontr¨® refugio en Alemania, como otros cientos de miles de demandantes de asilo para los que la pol¨ªtica de puertas abiertas de la canciller, Angela Merkel ha sido un salvavidas. Aqu¨ª vino gracias a un programa del Estado de Baden-W¨¹rttemberg para v¨ªctimas supervivientes del ISIS. De la mano de su hermana, dej¨® atr¨¢s el campo de refugiados en el norte de Irak, en el que viv¨ªan en condiciones penosas y junto a otros mil supervivientes se instalaron en el sur de Alemania.
Y ahora desde Alemania, recorre el mundo con su relato debajo del brazo. Su caso lo defiende Amal Clooney, la conocida abogada defensora de derechos humanos, empe?ada como ella en que el Estado Isl¨¢mico pague ante la justicia por sus atrocidades. ¡°Hay muchos supervivientes que pueden prestar testimonio. El propio ISIS presume en las redes sociales de lo que le hace a las yazid¨ªes. Tenemos la esperanza de que la justicia es posible. Prueba de ello es que algunos pa¨ªses occidentales ya han reconocido el genocidio yazid¨ª¡±, piensa Nadia.
Su lucha le ha hecho merecedora de premios internacionales, entre ellos el S¨¢jarov a la libertad de conciencia y el V¨¢clav Havel de derechos humanos. Es adem¨¢s embajadora de Buena Voluntad de Naciones Unidas para la Dignidad de los Supervivientes de la Trata de Personas.
A¨²n as¨ª, esta joven menuda en ocasiones se desespera porque sabe que no es f¨¢cil y que la historia ha demostrado ser incapaz de frenar la violencia sexual como arma de guerra. ¡°Hablo con muchos representantes de pa¨ªses. Todos dicen que lo intentan, pero no ha habido un esfuerzo real de acabar con el ISIS¡±. ¡°Cuando estuvimos asediados en Kocho, hubo ni?os que murieron de hambre. Los yazid¨ªes trataron de contactar con la gente que conoc¨ªan en el extranjero, pero nadie nos salv¨®. Ahora, mujeres que han sido esclavas del ISIS durante a?os viven en campos de desplazados, en condiciones penosas. Lo pa¨ªses no hacen lo que ha hecho Alemania para acoger a supervivientes. No hay un esfuerzo real. Es una decepci¨®n¡±.
Cree adem¨¢s, que son los pa¨ªses ¨¢rabes los que m¨¢s podr¨ªan hacer, pero no hacen. ¡°Si en las mezquitas se hablara de los cr¨ªmenes del ISIS en el serm¨®n del viernes y tambi¨¦n en las universidades, puede que se evitara que m¨¢s j¨®venes se sumaran. Y tal vez si la frontera entre Siria e Irak estuviera estado totalmente cerrada, se habr¨ªa evitado que los terroristas pudieran viajar de un pa¨ªs al otro¡±.
Nadia lucha porque no le queda m¨¢s remedio y porque hasta ahora no ha sido capaz de imaginarse otra existencia. Pero lo que de verdad le gustar¨ªa es ser una persona normal. ¡°Yo no quiero ser activista para siempre. No quiero tener que contar mi historia una y otra vez. Como otras chicas que han testificado, yo lo hecho y llevo haci¨¦ndolo un tiempo, pero quiero tener mi propia vida¡±. Alg¨²n d¨ªa cuenta, le gustar¨ªa estudiar ingl¨¦s y hacer un curso de maquillaje. En las fotos de antes de que el ISIS destrozara su vida. Nadia aparece muy maquillada. Una de sus aficiones era recortar fotos de novias con la cara bien pintada y guardarlas para poderlas mirar una y otra vez. Hoy Nadia acude a la entrevista con la cara lavada.
La grabadora se para y Nadia charla un poco m¨¢s relajada. Ahora es ella la que pregunta algo que de verdad le preocupa. ?Puede hacer algo por mi hermano?. Tiene las piernas agujereadas por las balas del Estado Isl¨¢mico y vive en Zakho, un campo de refugiados en el Kurdist¨¢n. En Alemania, los programas de reunificaci¨®n familiar est¨¢n congelados y en el resto de Europa tampoco le aceptan. ¡°Igual Merkel escucha esta entrevista y le deja venir¡±, se esperanza. Su caso es la perfecta ilustraci¨®n de las descomunales dificultades a las que se enfrentan los demandantes de asilo en Europa. Si Nadia, una de las refugiadas m¨¢s conocidas del planeta, no es capaz de traer a su familia, no es dif¨ªcil de imaginar la suerte de los dem¨¢s.
Termina la entrevista y Nadia se relaja con el int¨¦rprete de kurdo, otro joven yazid¨ª. Desparramados en el sof¨¢, chateando con sus m¨®viles. A primera vista, podr¨ªan parecer unos j¨®venes cualquiera saltando de un v¨ªdeo de youtube a otro. No lo son.
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