Los ?ngeles Azules: del arrabal mexicano al para¨ªso ¡®hipster¡¯
Los reyes de la cumbia de Ciudad de M¨¦xico tocar¨¢n esta primavera en el festival californiano Coachella
Un fantasma latino recorre el mundo. La reserva musical de occidente flojea, el rock-blanco-anglosaj¨®n da se?ales de aburrimiento y la industria, ese Pantagruel que siempre quiere m¨¢s, ha encontrado un nuevo fil¨®n donde clavar el diente. En realidad, se trata del eterno zigzag del p¨¦ndulo econ¨®mico-cultural. De los m¨¢rgenes, al coraz¨®n del mercado. En el siglo XX fue el expolio de lo negro: de la plantaci¨®n de algod¨®n a las listas Billboard. Ahora le toca a la tradici¨®n popular latinoamericana: de la favela a romper Spotify.
Despacito ha sido la canci¨®n m¨¢s escuchada del a?o, los reguetoneros son los nuevos rockeros y a Enrique Iglesias se le ha olvidado la canci¨®n ligera del pap¨¢ y ya solo quiere Caribe. La ¨²ltima prueba del algod¨®n es la entrada al para¨ªso h¨ªpster de los ritmos del arrabal mexicano. Los ?ngeles Azules, los emperadores de la cumbia chilanga, tocar¨¢n esta primavera en Coachella, uno de los festivales m¨¢s caros, aspiracionales y marquetinianos, donde, por cierto, los tres cabezas de cartel de este a?o son artistas de rap o r¡¯n¡¯b: Beyonce, The Weeknd, Eminem.
La historia oficial del pop est¨¢ plagada de sabrosos saqueos, expediciones de nuevos colonos en busca del latido original, apropiaciones culturales para seguir alimentando a Pantagruel. Elvis exprimi¨® y blanque¨® en los cincuenta la semilla de rock ¡®n¡¯ roll de Little Richard. En los sesenta, los Rolling Stones primero copiaron a Muddy Waters y luego redescubrieron a los estadounidenses la fuerza magn¨¦tica del blues. La m¨²sica africana se convirti¨® en los setenta en algo cool y sofisticado al entrar en la batidora de David Byrne, padrino de exploradores de los noventa como Manu Chao y Damon Albarn.
Ya en tiempos de Facebook, el amigo americano ha seguido pase¨¢ndose por la otra orilla. El productor de Missisipi Diplo fue de los primeros en meter reguet¨®n, dancehall y dem¨¢s ritmos de la favela dentro de las discotecas chic; y otro productor, el ingl¨¦s Quantic, hace ahora lo mismo con la salsa y otras variantes tropicales.
El viaje de los Los ?ngeles Azules sigue una l¨®gica parecida. Un grupo familiar ¨Ctodos son hermanos¨C nacido al filo de los 80 en Iztapalapa, la delegaci¨®n m¨¢s poblada de la capital mexicana, la que registra el mayor n¨²mero de delitos, la que m¨¢s presos aporta a las c¨¢rceles, donde la escolaridad media es de ocho a?os y el paro juvenil ronda el 70%. Para apartarlos de la calle, su madre les pone a escuchar y tocar m¨²sica: cumbia colombiana, la mam¨¢ de la cumbia, que llevaba un par de d¨¦cadas desparram¨¢ndose por el resto de Latinoam¨¦rica.
Se hacen grandes en los barrios, suenan en los sonideros ¨Cfiestas en la calle al estilo de los soundsystem jamaicanos¨C y son parte de un nuevo subg¨¦nero: la cumbia rom¨¢ntica. Entran incluso en las listas de m¨²sica regional mexicana ¨C?se imaginan a Bob Dylan con la etiqueta m¨²sica regional estadounidense?¨C y giran por Sudam¨¦rica. Pero en 2009, la cumbia pierde el oremus en las radios y se quedan sin discogr¨¢fica. Empieza la traves¨ªa por el desierto y en ese camino se cruzan con Camilo Lara, productor, ex A&R de EMI, un arque¨®logo respetuoso y emp¨¢tico con los sonidos de su pa¨ªs.
Punto de inflexi¨®n. Lara produce y edita su nuevo disco, son invitados a tocar en el Vive Latino, el mayor festival de M¨¦xico, llega la oferta de una multinacional, y el disco definitivo de su renacimiento para todos los p¨²blicos. Una selecci¨®n de sus ¨¦xitos antiguos cantados a d¨²o por artistas pop mexicanos ¨CCarla Morrison, Ximena Sari?ana¨C acompa?ados por una orquesta sinf¨®nica. ?Boom! En M¨¦xico, donde la cultura popular es de por s¨ª mucho m¨¢s transversal que en Europa o EE UU, se termin¨® de romper el tab¨² de clase. Bailar cumbia ya no es cosa de nacos. T¨², publicista, dise?ador gr¨¢fico, emprendedor, t¨² tambi¨¦n puedes bailar la cumbia.
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