El cambio radical y feminista del fin de ¡®Carmen¡¯ escandaliza a Italia
El Maggio Musicale de Florencia estrena una versi¨®n de la obra de Bizet donde la protagonista mata a su maltratador El montaje pretende denunciar el problema de los feminicidios
?Hasta d¨®nde puede el arte reescribirse para seguir las exigencias pol¨ªticas, ¨¦ticas y morales de cada ¨¦poca o para denunciar problemas actuales? El teatro del Maggio Musicale de Florencia decidi¨® el pasado domingo, de forma m¨¢s o menos voluntaria, experimentarlo y estren¨® una Carmen de Bizet que supone un ins¨®lito paso m¨¢s all¨¢ en esta reflexi¨®n. Los espectadores comprobaron c¨®mo en el ¨²ltimo acto de la propuesta del director de escena Leo Muscato la protagonista arrebata una pistola a Don Jos¨¦ y le descerraja un tiro. El resultado: muere el maltratador y no su v¨ªctima. El motivo, explican los responsables del teatro, era denunciar la violencia contra las mujeres, que deja un cad¨¢ver en Italia cada tres d¨ªas y cuya lucha carece de altavoces relevantes. Pero en un pa¨ªs donde la l¨ªrica es religi¨®n, manipular la conclusi¨®n de una obra poniendo en riesgo su significado ha generado el efecto contrario.
La supervivencia de la ¨®pera oblig¨® el siglo pasado a proponer todo tipo de experimentos sobre los escenarios. Directores como Peter Sellars transportaron principios de los ochenta las obras cl¨¢sicas al mundo contempor¨¢neo ¡ªel punto de inflexi¨®n fue su Don Giovanni inyect¨¢ndose hero¨ªna sobre el escenario del Monadnock Music Festival de Manchester en 1980¡ª y, desde entonces, la tentaci¨®n de adaptar los cl¨¢sicos ha constituido el mainstream de la modernidad teatral. Tambi¨¦n esta Carmen, ambientada en un asentamiento de gitanos rumanos en la periferia de una gran ciudad italiana y con un Don Jos¨¦ convertido en polic¨ªa antidisturbios. Pero esa no es la cuesti¨®n que le ha costado a Muscato los abucheos de una parte del p¨²blico, amenazas en las redes sociales y hasta la incomprensi¨®n de grandes amigos, como relata a este peri¨®dico sin comprender todav¨ªa la pol¨¦mica desatada.
Las voces cr¨ªticas con el cambio de final de Carmen aluden al clima general en el que transcurre la pol¨¦mica. Un periodo donde lo pol¨ªticamente correcto se mezcla con logros como la visualizaci¨®n y denuncia social del acoso a las mujeres en la industria del cine, por ejemplo, pero que corre el riesgo de maquillar groseramente los aspectos hirientes, inc¨®modos o violentos de grandes obras.
Cuando el arte ofende, la culpa no suele ser del arte. Se recurre ahora como burla a cierto revisionismo aquellas 24 obras de Shakespeare corregidas por Thomas Bowdler en 1807 donde, entre otras cosas, Ofelia no se suicidaba sino que mor¨ªa accidentalmente. Los cr¨ªticos ilustran tambi¨¦n el fen¨®meno a trav¨¦s de la petici¨®n con 8.700 firmas que recibi¨® el MET para retirar El sue?o de Teresa, la pintura de Balthus de una ni?a de unos 13 a?os con la pierna levantada sobre una silla dejando entrever su ropa interior. El museo neoyorquino no trag¨® y la prensa italiana se escandalizaba ayer de que, aparentemente, lo hubiera consentido el teatro florentino. ¡°?Y si hacemos un Moby Dick donde la ballena no muere y solo es anestesiada¡±, se interrogaba La Repubblica. En Francia, patria de Bizet y M¨¦rim¨¦e, el cambio tambi¨¦n ha recibido cr¨ªticas.
Pero los defensores de Muscato, entre los que se cuenta el alcalde de Florencia, Dario Nardella ¡ªviolinista, presidente del teatro en cuesti¨®n y gran aficionado a la ¨®pera¡ª, alegan que se trataba de una provocaci¨®n pol¨ªtico-social fundada en las obligaciones del arte de llamar la atenci¨®n sobre las cuestiones contempor¨¢neas. ¡°Aprecio su elecci¨®n porque lo hizo con un objetivo preciso: reflejar un tema grav¨ªsimo y serio en Italia como es la violencia contra las mujeres. Ha habido un gran debate y muchas cr¨ªticas. Pero algunas no las he entiendo. No es una cuesti¨®n ideol¨®gica sobre cambiar una ¨®pera o su significado. El teatro debe ser denuncia, la cultura debe ser reinterpretada en el tiempo presente. Y vale tambi¨¦n para la gran cultura del pasado. Eso no significa cambiar el pasado, no soy un est¨²pido que piensa en rescribir el arte. El mensaje de la elecci¨®n de este director de escena es social y cultural: llamar la atenci¨®n sobre una cuesti¨®n tan seria como son los feminicidios¡±, se?ala Nardella a EL PA?S.
Muscato, al tel¨¦fono, se muestra abatido por la pol¨¦mica. ¡°Se ha creado una polvareda exagerada, gratuita¡±, se?ala. Las 6 funciones ¡ª1.600 localidades por noche¡ª est¨¢n agotadas y el superintendente del teatro, de quien parti¨® la idea de cambiar el final, quiere reponerla. Pero el escarnio p¨²blico, sumado al infortunio de que la pistola con la que Carmen mata a Don Jos¨¦ fall¨® estrepitosamente en el estreno, se ha vuelto insoportable. ¡°El ¨²nico motivo por el que acepto llevar un cl¨¢sico a escena es para que suscite un debate y un motor de emociones. No buscaba epatar. Yo nunca habl¨¦ de feminicidio, pero me alegra que se vea as¨ª¡±, explica mientras rechaza la etiqueta de pol¨ªticamente correcto y le da la vuelta al argumento. ¡°Me preocupa que ya no tengamos la libertad cultural e intelectual de dejarnos sorprender. No me pueden mandar a la hoguera sin ver toda la ¨®pera¡±. De momento, quien quiera hacerlo ya no encontrar¨¢ entradas.
Babelia
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