Muere a los 74 a?os el m¨²sico g¨®spel Edwin Hawkins
Su versi¨®n de 'Oh happy day' supuso uno de los pin¨¢culos comerciales del g¨¦nero
Edwin Reuben Hawkins, m¨²sico de g¨®spel de 74 a?os, falleci¨® el lunes 15 de enero en su casa de California, v¨ªctima de un c¨¢ncer de p¨¢ncreas. Al frente de lo que luego se conocer¨ªa como los Edwin Hawkins Singers, grab¨® en 1968 una jubilosa versi¨®n del himno Oh happy day que fue un enorme ¨¦xito al a?o siguiente.
Tiene el g¨®spel una curiosa posici¨®n en la industria de la m¨²sica: funciona por su cuenta, con discogr¨¢ficas y emisoras especializadas, habitualmente ignoradas por los grandes medios. Sin embargo, sus estilemas son omnipresentes: los melismas que ganan aplausos en los concursos de talentos televisivos suelen proceder de artistas formados en iglesias donde se honra a Dios con una expresi¨®n arrebatada. Fuera de su circuito natural, el aut¨¦ntico g¨®spel solo saca su cabeza como atracci¨®n para turistas o excusa para ciclos navide?os. Sin embargo, ocasionalmente se produce el milagro, nunca mejor dicho, y llega al gran p¨²blico.
As¨ª ocurri¨® con Oh happy day, un himno con ra¨ªces en el siglo XVIII, convertido con el paso del tiempo en una cr¨®nica de redenci¨®n: ¡°feliz d¨ªa cuando Jesucristo lav¨® mis pecados¡±. Nacido en Oakland en 1943, Edwin Hawkins cantaba desde ni?o y se profesionaliz¨® como m¨²sico religioso. En compa?¨ªa de la vocalista Betty Watson, fund¨® en 1967 el Coro Juvenil del Norte del Estado de California, basado en Berkeley. Hawkins deseaba renovar los arreglos, acerc¨¢ndolos al soul contempor¨¢neo. Pretend¨ªa conectar con los oyentes desprejuiciados de la ciudad universitaria: sin renunciar a las t¨²nicas, sus cantantes pod¨ªan usar ropa de calle e incluso peinados afro.
Con su piano en primer plano, Hawkins dejaba el micro a varios vocalistas, a los que respond¨ªa el resto del grupo con gozosa potencia. Oh happy day era una de las ocho canciones que grabaron en 1968 para su primer LP, Let us go into the House of the Lord, registrado en la pentecostal Iglesia de Dios en Cristo de Berkeley, con un magnetof¨®n de dos pistas. Hawkins encarg¨® mil copias para vender en sus actuaciones. Por intermedio de un aficionado, un ejemplar cay¨® en manos de Tom Donahue, locutor de San Francisco que defend¨ªa la free form, una radio donde cab¨ªan todas las m¨²sicas.
Donahue pinch¨® Oh happy day y sus oyentes respondieron positivamente; dentro del movimiento hippy hab¨ªa un sector ¨Clos Jesus freaks- que simpatizaban con el cristianismo originario. Tambi¨¦n son¨® en otras emisoras californianas que pudieron hacerse con el disco. Tan ins¨®lito fen¨®meno lleg¨® a o¨ªdos del sello neoyorquino Buddah Records, que en 1969 compr¨® los derechos del ¨¢lbum y fich¨® a los Edwin Hawkins Singers como artistas exclusivos.
Oh happy day result¨® un ¨¦xito universal. Y abri¨® un nuevo territorio a m¨²sicos pop con las antenas bien puestas: Paul Simon indag¨® en el g¨®spel y as¨ª destil¨® el mayor ¨¦xito de Simon & Garfunkel, Bridge over troubled waters; George Harrison se sinti¨® inspirado por la exuberancia de Oh happy day para escribir su My sweet Lord.
Aunque se suele considerar a los Edwin Hawkins Singers como paradigma del grupo de un solo ¨¦xito, en 1970 volvieron a la zona alta de las listas como acompa?antes de otra artista de Buddah, Melanie Safka: su Lay down (candles in the rain) retrataba los sentimientos de la cantautora tras su actuaci¨®n en el festival de Woodstock.
Fracasaron los siguientes intentos de llegar al mainstream, con versiones de Ooh child o la dylaniana Blowing in the wind. De todos modos, el fenomenal impacto de Oh happy day les permiti¨® girar y grabar hasta bien entrados los a?os ochenta. Del coro salieron figuras como Dorothy Combs Morrison y Odia Coates; Hawkins pasar¨ªa a dirigir otra formaci¨®n, el Music and Arts Seminar Mass Choir.
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