Por qu¨¦ no importa lo que llevabas puesto ese d¨ªa
Llega a Europa la exposici¨®n estadounidense que desmonta el mito de que la ropa de la v¨ªctima influye en la agresi¨®n sexual
?Qu¨¦ llevabas puesto aquel d¨ªa? La pregunta persigue a la mayor parte de las mujeres que han padecido alguna vez agresiones sexuales. La polic¨ªa, un allegado, una jefa: las personas que asisten a una v¨ªctima de violaci¨®n acaban interrogando por la ropa, como si ese detalle despejara alguna clave del caso. Una modest¨ªsima exposici¨®n en el distrito de Molenbeek (Bruselas) recoge una veintena de episodios que demuestran que el atuendo de la persona es irrelevante. Vaqueros y camiseta, pijama, uniforme, vestido con tacones o una chilaba son algunos de los ejemplos que relatan las v¨ªctimas. Sus testimonios alertan de que la mera pregunta supone responsabilizarlas ¡ªal menos en parte¡ª del delito sexual.
La idea original surgi¨® en Estados Unidos. Un equipo de la Universidad de Kansas recopil¨® las vivencias de estudiantes que hab¨ªan sufrido agresiones sexuales. Delphine Goossens, responsable de proyectos del servicio de prevenci¨®n del Ayuntamiento de Molenbeek, conoci¨® esta iniciativa a trav¨¦s de Twitter. ¡°Ped¨ª autorizaci¨®n y me la dieron. Solo hac¨ªa falta encontrar un lugar y traducir los testimonios. Nos facilitaron 30 y elegimos 18¡±, explica Goossens en conversaci¨®n telef¨®nica. El resultado es una muestra de una sencillez sobrecogedora, compuesta por brev¨ªsimos testimonios escritos sobre folios blancos, expuestos junto a la ropa que intenta recrear la que describ¨ªan las v¨ªctimas. La del centro cultural de Molenbeek, un barrio tocado por las desigualdades y el estigma del terrorismo, es la primera parada europea de este proyecto.
¡°Ven¨ªa de entrenar, as¨ª que llevaba pantal¨®n corto y camiseta, supongo. Estoy segura de que ol¨ªa mal, me acuerdo incluso de haberlo pensado. Pensar: c¨®mo debo de apestar. Deb¨ªa estar pensando en cualquier cosa salvo en lo que me estaba pasando¡±, relata uno de los carteles. Entre los paneles blancos que sirven de soporte a la exposici¨®n, varias ropas min¨²sculas dan cuenta de la cara m¨¢s amarga de este problema: los abusos a menores.
Otra de las historias ¡ªilustradas con ropa modesta, por lo general ajada¡ª alude a la incomprensi¨®n que esa pregunta genera en la v¨ªctima: ¡°Hab¨ªa faltado varios d¨ªas al trabajo. Cuando se lo dije a mi jefa, ella me lo pregunt¨®. Respond¨ª: camiseta y vaqueros, est¨²pida, ?qu¨¦ crees que lleva una cuando va a un partido de baloncesto? Me fui inmediatamente y no volv¨ª nunca m¨¢s¡±.
En apenas una veintena de casos, la exposici¨®n pretende que el visitante tome conciencia de que no existe un prototipo de persona m¨¢s o menos proclive a sufrir agresiones sexuales. La violaci¨®n puede ocurrir en cualquier ¨¢mbito, tambi¨¦n en el de la pareja: ¡°Llevaba un pantal¨®n negro y una camisa blanca. Me preparaba para ir a trabajar. Comenz¨® a venir hacia el ba?o. Lo rechac¨¦ y le dije que no ten¨ªa tiempo. Todo se fue de las manos muy r¨¢pido¡±. Ni siquiera una polic¨ªa armada es inmune al ataque: ¡°Llevaba un uniforme de polic¨ªa y ten¨ªa un arma conmigo. No sirvi¨® de nada¡±.
Debates de estudiantes
Durante los 13 d¨ªas que ha permanecido abierta, la muestra ha sido visitada en buena medida por estudiantes. ¡°La primera semana vinieron m¨¢s adultos. Pero los ¨²ltimos d¨ªas han venido bastantes grupos de estudiantes. Algunas personas parec¨ªan impactadas, hab¨ªa mujeres que lloraban al leer los testimonios¡±, explica Fabio Checcucci, coordinador del Centre Communautaire Maritime, el local que ha acogido la exposici¨®n clausurada este s¨¢bado.
Uno de esos grupos de estudiantes recal¨® en el centro cultural el pasado mi¨¦rcoles. Las chicas le¨ªan con detenimiento los testimonios; los chicos se mostraban m¨¢s remisos y se refugiaban pronto en las mesas donde aguardaba la profesora para debatir lo observado. Uno de los j¨®venes que m¨¢s se deten¨ªa en los casos particulares concluy¨®: ¡°Eso es una v¨ªctima¡±. M¨¢s tarde la profesora les explic¨® que los casos expuestos recreaban otros originales y que nada ¡ªni la ropa ni la relaci¨®n previa ni las circunstancias¡ª justifica una violaci¨®n. La insistencia no es gratuita. Uno de cada cinco belgas cree justificado el sexo no consentido si se produce bajo los efectos del alcohol o las drogas.
Sarah Turine, concejal de Cohesi¨®n Social de Molenbeek, se muestra sorprendida por la repercusi¨®n de la muestra. Otras ciudades europeas, desde Gante hasta Glasgow, se han interesado por acogerla. ¡°Es una idea simple y eficaz. Han venido a verla muchos alumnos. La visita vale por varias horas de curso¡±, concluye.
Babelia
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