Marisa Merz, el ¡®arte povera¡¯ femenino
La Fundaci¨®n Serralves de Oporto muestra medio siglo de trabajos de la creadora italiana
Marisa Merz ha cumplido los 91. Ni la edad ni su peque?a estatura le impiden seguir trabajando. ¡°Mi madre se sube a una escalera y pinta cuadros m¨¢s grandes que nunca¡±. Su hija Beatriz asiste a la mayor retrospectiva de la artista, la ¨²nica protagonista femenina del arte povera que, en los a?os sesenta rompi¨® con formatos, c¨®digos y sobretodo con los materiales cl¨¢sicos de los artistas, en un gesto por acabar con sus limitaciones.
Esta primera retrospectiva de la pintora y escultura italiana llega a la Fundaci¨®n Serralves de Oporto, hasta el 22 de abril, despu¨¦s de haberse exhibido el pasado a?o en el MoMA de Nueva York y el Hammer de Los ?ngeles.
Una de las obras expuestas es un barullo de hilos de que forman la palabra Bea. Pese al reconocimiento, su hija, que asiste a la retrospectiva, rechaza cualquier influencia. ¡°Ella es un esp¨ªritu libre, siempre lo ha sido. Yo no he influido en su trayectoria art¨ªstica ni tampoco contaba sus proyectos, iba haciendo¡±.
Los materiales pobres, reciclados, encontrados por su casa de Tur¨ªn, donde trabaja, o en los alrededores unen el medio siglo de obras, desde la monumental Living Sculture de los a?os 60 a las pinturas de hace un lustro. Las obras no tienen nombre ni fechas pues Marisa Merz quer¨ªa romper con el tiempo y hasta con los materiales, que llega a reutilizar de anteriores obras.
¡°Su obra, desafiadora y evocativa, es profundamente personal¡±, explica la comisaria Connie Butler. ¡°Es tanto una respuesta a su propia experiencia como a la historia del arte y la atm¨®sfera turinesa de la posguerra¡±.
Ceras, barro, hilos de cobre, luces y agua son protagonistas del medio siglo de la artista povera. Si en los 60 colgaba del techo gigantescos monstruos, como pulpos de metal, que asustaban a los ni?os, en los 70 creaba enigm¨¢ticas esculturas de cabezas. Una veintena de ella se muestran en la Serralves, en este caso elaboradas en colaboraci¨®n con su marido, el tambi¨¦n artista Mario Merz (1925-2013). Son arcillas sin hornear. ¡°Marisa no tiene tiempo que perder, pasa de un trabajo a otro y no le importa que la obra sea fr¨¢gil¡±, se?ala la comisaria. Sus tricot con hilos de cobre tirados por el suelo de la Fundaci¨®n as¨ª lo prueban.
Aunque la pintura y el dibujo siempre estuvieron presentes en su obra, nunca como hoy. ¡°Siempre dibujaba, pero en peque?os formatos, ahora, con 91 a?os son m¨¢s grandes que ella, va a m¨¢s¡±, cuenta Beatriz, feliz del reconocimiento a su madre. ¡°Siempre estuvo fuera de los focos porque no le gustaban y eso tambi¨¦n influy¨® en el escaso reconocimiento de su obra, incluso en Italia¡±.
Las grandes paredes de Serralves se llenan de sus tricotados de cobre como si fueran constelaciones, pero desde finales de los 90 la pintura centra su producci¨®n. En las telas aparecen rostros de mujer como madonnas y de ¨¢ngeles envueltos en agresivos c¨ªrculos, que recuerdan a los grandes del futurismo italiano, y entre dorados y plateados, m¨¢s propios del bizantino. Merz no se olvida de la madera y las velas para completar el c¨ªrculo. ¡°El ojo gu¨ªa la mano¡±, escribi¨® la propia artista. ¡°?Es el ojo el ¨¢ngel?".
Babelia
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