Mirar hacia fuera
Richard Ford escribe de la muerte de su padre y su madre en 'Entre ellos', que ilustra la evoluci¨®n de un autor que ha depurado su estilo y amansado el ego hasta hacerse grande
Richard Ford (Jackson, 1944) ha reunido en este volumen dos piezas escritas con una diferencia de m¨¢s 30 a?os. La primera, dedicada a su padre, que muri¨® de un ataque al coraz¨®n cuando ¨¦l ten¨ªa 16 a?os, y la segunda, a su madre, muerta de c¨¢ncer ya en la vejez, en 1981, fue escrita al poco de fallecer ¨¦sta. Adem¨¢s del placer de leer a un escritor de la talla del norteamericano, esa diferencia de tres d¨¦cadas y media de escritura nos muestra c¨®mo un buen escritor puede depurar su estilo y amansar el ego hasta convertirse en un gran escritor, m¨¢s atento a mirar y preguntar que a explicar(se).
El libro tiene tambi¨¦n otros intereses y muchos m¨¦ritos, en especial la parte dedicada a su padre, Parker, un comerciante de almid¨®n, un hombre de otra ¨¦poca. Ford realiza un portento en cuanto fondo y forma en esta pieza. Y lo hace con amor y rigor pero al mismo tiempo reconociendo ¡ªcon sus padres muertos y ¨¦l, sin descendencia y de edad avanzada¡ª que el misterio nunca es desvelado. La l¨ªnea recta de aprovechar el tiempo para saber qui¨¦nes son los tuyos, con los que compartes casas, biograf¨ªa, an¨¦cdotas y cataclismos, es recta, s¨ª, pero nunca se cubre, porque siempre hay otras cosas que hacer porque la vida consiste en eso, hacer. El Ford anciano sabe m¨¢s de la imposibilidad de acceder al otro en sus deseos y frustraciones. Un hombre es m¨¢s que un cuerpo, pero tambi¨¦n m¨¢s que una cabeza. La vida, para la lucidez de Ford, son los hechos. No tus prop¨®sitos, intenciones o sue?os. Y el escritor se pregunta sin contestar qu¨¦ sent¨ªan sus padres cuando ¨¦l a¨²n no estaba, cuando el comerciante llegaba solo a una habitaci¨®n de hotel y encend¨ªa un cigarro, o aquella vez que su madre le dej¨® llorando en un parque, abrumada de desarraigo y lloros de un cr¨ªo que lleg¨® 15 a?os tarde ¡ªdeseado, esperado pero no imprescindible¡ª. El retrato es certero porque la ficci¨®n no impone respuestas. No sabemos nada m¨¢s que estuvieron y se quisieron y no estropearon a un ni?o. El misterio es postergado, nunca hay tiempo, no sabemos c¨®mo hacerlo si no es desde querer y ser querido sin argumentario ni periodo de devoluci¨®n por garant¨ªa.
El libro tambi¨¦n es un retrato de un mundo muy distinto al nuestro. Con reglas, ritos y convenciones que indicaban que las cosas eran como hab¨ªan de ser. Una manera correcta y algunas incorrectas. Un mundo m¨¢s de mirar y mirarse hacia y desde fuera. La conducta y la vivencia eran casi el mismo sendero. Uno era lo que hac¨ªa y a eso se le llamaba comerciante, yerno, marido, padre, vecino, soldado o estafador. Ford mira a sus padres desde y hacia fuera, con ese soberbio tono seco marca de la casa, de latido limpio y preciso. Huecos en blanco asumiendo que hay acciones y planteamientos que, simplemente, sus progenitores nunca se plantearon. Las cosas eran, pasaban, se hac¨ªan o se soportaban. O no. El abuelo paterno del escritor se suicid¨® ante una ruina por malas inversiones, por ejemplo, pero suicidarse tambi¨¦n es hacer algo, contribuir a que la vida de los otros se mueva. En ambas piezas elegiacas, sin ajustes de cuentas ni pornograf¨ªa emocional, Ford comparece s¨®lo como testigo, nunca v¨ªctima o denunciante. An¨¦cdotas, casas, coches, intuiciones, ciudades, equ¨ªvocos, sacrificios, trabajos, lucha y buena educaci¨®n. Algo as¨ª como la vida.
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Autor: Richard Ford.
Editorial: Anagrama (2018).
Formato: versi¨®n kindle y tapa blanda (168 p¨¢ginas).
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