En los suburbios del para¨ªso
Esta pel¨ªcula tiene virtudes caracter¨ªsticas del cine independiente y tambi¨¦n algunos de sus defectos
En la sombr¨ªa, ¨¢spera y turbadora pel¨ªcula rusa Sin amor solo vemos al muy solito ni?o que marca el argumento en las primeras secuencias, pero existe un plano de su rostro que te puede remover el alma, recordarle a perpetuidad. Escondido en el cuarto de ba?o ha sido impotente testigo una vez m¨¢s del salvaje combate verbal entre esos padres que van a divorciarse y que siempre han pasado cantidad de un cr¨ªo que no fue deseado. Tiene el rostro cubierto de mudo y desesperado llanto, su expresi¨®n me recuerda El grito, esa terror¨ªfica pintura de Edvard Munch sobre el dolor absoluto. Siendo particularmente sensible a la soledad de los ni?os, a su insomnio, su fr¨ªo, su desamparo y su miedo, me acerco con cierta prevenci¨®n a The Florida Project,ya que me cuentan anticipadamente que va de infancias desoladas al borde de la marginalidad. As¨ª es, pero esas criaturas no han perdido la alegr¨ªa de vivir, corretean con jolgorio durante todo el d¨ªa, conocen prematuramente el ritmo, la picaresca, los enga?os y las inconfesables normas de la calle, muy mal se tiene que dar la cosa para que no pillen por el morro su raci¨®n diaria de helados y chuches. Y me quedo colgado con la desbordante criatura de seis a?os que interpreta (o vive con absoluta naturalidad) la ni?a Brooklyn Prince, con su alegr¨ªa, su incesante correteo, su imaginaci¨®n pr¨¢ctica, su instinto de supervivencia.
The Florida Project retrata una zona de Miami que el cine nunca ha frecuentado. Aqu¨ª no hay playas, hotelazos, salsa, gansterismo, exilio cubano, monta?as de farlopa pura, jubilaciones de lujo al amparo del sol. Hay moteles cochambrosos del extrarradio, gente bordeando la frontera del lumpen, pederastas convencidos de que el terreno est¨¢ abonado porque las madres de sus presas est¨¢n prostituy¨¦ndose o currando todo el rato en trabajos lejanos, gente a punto de desahucio de ese techo miserable que constituye su ¨²nico refugio. La c¨¢mara del director, Sean Baker, no hace juicios morales. Se limita a registrar el movimiento, los tiempos muertos, la inmediata necesidad de inventarse soluciones provisionales para seguir tirando, las tensiones y la violencia entre adultos que provoca la miseria. Y tambi¨¦n habla de la generosidad, la tolerancia, la comprensi¨®n, la piedad hacia los perdedores, el razonable hartazgo ante tanto problema irresoluble, de una especie de ¨¢ngel guardi¨¢n que ejerce de portero y hombre para todo en ese miserabilista motel. Ese personaje lo interpreta Willem Dafoe, ese se?or de rostro inquietante y expresi¨®n viciosa, un especialista ancestral en dar vida a villanos. Y aqu¨ª resulta tan cre¨ªble haciendo de santo humanista como anteriormente encarnando a tipos siniestros. Es muy meritoria su creaci¨®n, digna de ese Oscar al que le han nominado.
Esta pel¨ªcula tiene virtudes caracter¨ªsticas del cine independiente y tambi¨¦n algunos de sus defectos. Me resulta particularmente bonito y emotivo el desenlace, que al parecer fue rodado con un iPhone y en plan clandestino en Disney World, ese lugar con el que sue?an los ni?os pero cuya visita est¨¢ cruda para los que no tienen claro si van a comer todos los d¨ªas. No s¨¦ si el grupo de cr¨ªos, con mi peque?a reina ejerciendo el protagonismo, est¨¢ admirablemente dirigido, o simplemente ellos son as¨ª de naturales. Da igual. Su presente es duro, pero son luminosos, no han perdido la pureza. Ojal¨¢ que tengan un futuro soportable.
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