El pintor moderno y la culpa
La visi¨®n de un Picasso oportunista y abusador de mujeres es tan excesiva que entra en lo rid¨ªculo
El Pintor
M¨²sica: Juan Jos¨¦ Colomer. Libreto y direcci¨®n esc¨¦nica: Albert Boadella. Direcci¨®n musical: Manuel Coves. Escenograf¨ªa: Merc¨¨ Paloma. Coreograf¨ªa: Blanca Li. Reparto: Alejandro del Cerro, Josep Miquel Ram¨®n, Bel¨¦n Roig, Toni Comas, Cristina Faus, Iv¨¢n Garc¨ªa.
Orquesta del Teatro Real. Coro de la Comunidad de Madrid. Producci¨®n: Teatros del Canal en colaboraci¨®n con el Teatro Real. Teatros del Canal de Madrid, 8, 9, 10 y 11 de febrero.
Una de las muchas claves que hacen tan problem¨¢tica la ¨®pera reside en el automatismo de que se puede contar cualquier historia en el g¨¦nero. El Pintor, del m¨²sico Juanjo Colomer y el hombre de teatro Albert Boadella, es buen ejemplo de esos problemas.
En primer lugar, veamos en qu¨¦ consiste esta propuesta. Boadella, libretista y director de escena, ha realizado un repaso sumario a la vida y obra de Picasso; el gran h¨¦roe del arte moderno es puesto en solfa bajo su ¨¢cida visi¨®n. Es un g¨¦nero que domina desde sus a?os de gran desmitificador, cuando comandaba el grupo Els Joglars. Tambi¨¦n ha tenido interesantes incursiones en la ¨®pera y con interesantes resultados, como El pimiento Verdi, una fantas¨ªa del conflicto Verdi-Wagner; o su montaje de Don Carlo. Ahora lo intenta dando una zurra a Picasso y, con ¨¦l, a la pintura moderna.
El problema, en esta ocasi¨®n, es que el guiso est¨¢ saturado; la visi¨®n de un Picasso espantoso, oportunista, abusador de mujeres, adorador de la fama, el dinero y la gloria, y todo ello a trav¨¦s de un pacto con Mefist¨®feles, que pretende sembrar el caos en el mundo gracias a los talentos del embaucador pintor, es tan excesiva que entra en lo rid¨ªculo. Si estuvi¨¦ramos ante una s¨¢tira sangrante, una suerte de las revistas El Jueves o Mongolia, donde todos los excesos est¨¢n permitidos, nada que a?adir, all¨¢ cada cual con sus obsesiones.
Pero el problema es que El Pintor no resuelve ese problema estil¨ªstico, es una ¨®pera muy seria y el mecanismo desmitificador ni siquiera se pone a funcionar. A ra¨ªz de ello, todos los exabruptos que Picasso recibe se convierten en gratuitos, cuando no absurdos para alguien m¨ªnimamente versado en la historia del arte. Es el caso del reproche de Mefist¨®feles cuando recrimina al pintor que sus "mitos comunistas" han provocado el caos del movimiento grafiti. Aqu¨ª Boadella se muestra como un viejo atrabiliario al que le vale cualquier cosa para querer llevar raz¨®n.
Con todo, el problema principal de esta ¨®pera es de g¨¦nero. Los recursos de teatro independiente de los setenta no fertilizan la m¨²sica de Colomer, que se pone a componer como si la ¨®pera espa?ola ya fuera un g¨¦nero estable, y no lo es, hay que inventarla, e inventarla es algo que se hace desde la relaci¨®n entre palabra y canto. Al no entrar a este trapo, El Pintor fracasa donde lo hacen casi todas. Pero como se trata de dos grandes profesionales, todo lo que se sit¨²a al margen de este conflicto fallido es excelente. Colomer hace una m¨²sica instrumental extraordinaria, en general, y sublime por momentos; la orquestaci¨®n es rica, la inspiraci¨®n es buena, pero a la hora de cantar es otra cosa. Y Boadella no ayuda, conceptualmente su libreto es bueno para los fines que persigue, pero su cantabilidad es nula.
Y, como es esperable, su direcci¨®n de escena y su montaje son magn¨ªficos. Solo elogios merecen el equipo art¨ªstico: escenograf¨ªa, coreograf¨ªa y el equipo de im¨¢genes y proyecci¨®n. Solo por esto ya merece la pena la asistencia.
La parte musical es de alta calidad, tanto la Orquesta del Teatro Real, colaborador en el proyecto, como la direcci¨®n musical de Manuel Coves son admirables, aunque quiz¨¢ algo saturadas, tapando no pocas veces a las voces, aunque puede que la ac¨²stica de la Sala Roja de los Teatros del Canal tenga algo que ver.
Los cantantes se entregan y consiguen la duplicidad de cantar y actuar igual de bien, destacando el Picasso de Alejandro del Cerro y la Fernande de Bel¨¦n Roig, con una menci¨®n al Mefisto de Josep Miquel Ram¨®n.
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