Magia y compasi¨®n
Creo que Guillermo del Toro ha logrado su obra maestra, en la que todo funciona
En todo el cine de Guillermo del Toro, ese hombre adulto que nunca ha perdido la pasi¨®n y la fidelidad al cine, las historias, los personajes, los ambientes y las enso?aciones que le fascinaron desde ni?o, existen convicciones que nacen en la infancia, aplicables al cine y a la vida. Los espectadores peque?itos ten¨ªamos muy claro (y quiero pensar que a los actuales les ocurre lo mismo) que en cine exist¨ªan los buenos y los malos y, por supuesto, desconoc¨ªamos el significado del manique¨ªsmo ni falta que nos hac¨ªa. Y ganaban los buenos. Posteriormente el cine y la vida te demostrar¨¢n que existe algo llamado matices, que adem¨¢s del blanco y el negro hay m¨¢s colores, que son intercambiables, y que en el mundo real casi siempre vencen los malos.
Su cine ser¨ªa siempre identificable aunque no apareciera la firma. Hay faunos enternecedores y dragones salvajes (algunos de ellos con apariencia humana), gente acorralada y sola que busca un refugio y que solo se lo proporcionar¨¢ su imaginaci¨®n, historias de terror conviviendo con una po¨¦tica muy personal, un tono y una atm¨®sfera que remiten a pel¨ªculas de otro tiempo.
Reconociendo la singularidad de su obra, sospechando que cada que vez que escribe y rueda siente un embeleso similar al de los cr¨ªos con sus juguetes, que su relaci¨®n con el cine viene marcada por el coraz¨®n, nunca por el mercenariado o la calculadora, que su huella es igual de poderosa y aut¨¦ntica con los grandes presupuestos y con el posibilismo, ruede en M¨¦xico, en Espa?a o en Hollywood, hay pel¨ªculas suyas que me gustan mucho y otras menos. Hasta ahora, mis favoritas eran El laberinto del fauno y La cumbre escarlata. Con La forma del agua creo que ha logrado su obra maestra, en la que todo funciona. Me fascinan sus im¨¢genes, me preocupa el presente y el futuro de sus atribulados personajes, me creo algo tan irrazonable como el romance (abarrotado audazmente de sexo en un presunto cuento de hadas) entre el sufriente monstruo anfibio y la muda que jam¨¢s perdi¨® la pureza, me da mucho miedo el villano, me empapo sin esfuerzo de esa atm¨®sfera tan ins¨®lita, me transmite emoci¨®n, sentimiento y magia. Y puedo entender ante la arriesgada y po¨¦tica fabula que ha filmado Guillermo del Toro que determinados espectadores la encuentren irreal e incluso rid¨ªcula. Pero no estoy dispuesto a discutir con nadie sobre ello. O entras, o te quedas fuera. No hay t¨¦rminos medios con esta extra?a pel¨ªcula. En cualquier caso, no quiero imagin¨¢rmela doblada.
Mi cuelgue es inmediato con esa protagonista tan poco glamurosa. No solo es muda. Tampoco es guapa. Se despierta en plena noche para ir a fregar y a limpiar en unos inquietantes laboratorios gubernamentales durante la Guerra Fr¨ªa. Se masturba ritualmente en la ba?era. Se dirige en un autob¨²s muy triste a su rutinario trabajo. Pero no maldice su suerte ni reniega del mundo. No se siente sola ni desamparada. Sonr¨ªe mucho y llora poco. Porque hay dos personas tan perdidas como ella que son sus amigos, una compa?era de trabajo que la protege y un anciano homosexual, artista y casi siempre desolado, al que ella cuida y mima. Le basta para seguir tirando. Esa perdedora tambi¨¦n posee algo luminoso. Est¨¢ dispuesta para embarcarse en la aventura m¨¢s irracional, comenzar un amor con un monstruo que es mucho m¨¢s humano que aquellos que le recluyeron y esclavizaron.
Esta pel¨ªcula habla de la compasi¨®n, del calor que se pueden otorgar los marginados, de la capacidad de amar en las circunstancias m¨¢s duras. Lo cuenta con un lenguaje visual admirable, retratando sensaciones.
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