Rabia, ¨¦pica, papel cuch¨¦ y literatura
Un repaso por el minimalismo de Tom Gauld, las aventuras de Spirou, la biograf¨ªa familiar de Camille Vannier o el relato period¨ªstico de Cristina Dur¨¢n y Miguel ?ngel Giner
El d¨ªa 3 de julio de 2006 deber¨ªa estar grabado a fuego en la conciencia de los valencianos. El terrible accidente de metro en el que murieron 43 personas fue un mazazo para una sociedad adormilada que tard¨® demasiado en reaccionar, dej¨¢ndose manipular para echar al olvido a las v¨ªctimas. Afortunadamente, la asociaci¨®n de v¨ªctimas y periodistas como Laura Ballester siguieron luchando para que ese recuerdo, apenas esbozado, fuera grab¨¢ndose con mayor profundidad hasta que, por fin, esa sociedad anestesiada reaccion¨®. Cristina Dur¨¢n y Miguel ?ngel Giner tomaron como punto de partida el libro Lluitant contra l¡¯oblit, de Ballester, para contar esta larga e inacabada historia desde el c¨®mic, en un autoimpuesto reto envenenado: la abundancia de datos t¨¦cnicos y jur¨ªdicos ten¨ªa que sintetizarse y explicarse con claridad, pero siendo compatibles con el profundo respeto a la memoria de las v¨ªctimas.
Evitar el morbo era necesidad, pero el libro ten¨ªa que hacer testimonio del dolor. La denuncia desde la profunda indignaci¨®n marca el relato, pero la rabia debe ser contenida para buscar la justicia. Un equilibrio nada sencillo que los autores consiguen lograr en El d¨ªa 3 (Astiberri) con un trabajo tan escrupuloso como brillante, en el que el estricto recuerdo de la historia no est¨¢ re?ido con una dura denuncia de la miseria de los dirigentes y de la inacci¨®n de la sociedad civil en su momento, pero dejando una puerta abierta a la esperanza en el ser humano. No es poco.
En esto de ser de Tint¨ªn o Spirou no hay medias tintas: o se opta por la militancia ac¨¦rrima e incombustible, o uno se deja llevar por una dicotom¨ªa ambivalente de coraz¨®n part¨ªo de mala soluci¨®n. Eso s¨ª, los que estamos m¨¢s en el segundo grupo no somos ajenos a momentos de perdici¨®n hooliganista, como el que provoca la lectura de La mujer leopardo, de Yann y Schwartz (?Dibbuks), continuaci¨®n natural de aqu¨¦l logrado El botones de verde caqui para seguir ajustando cuentas con el pasado del personaje y, de paso, con la historia del c¨®mic franco-belga. Yann aprovecha el talento de un Schwartz reconvertido en el mejor disc¨ªpulo de Yves Chaland para retomar en cierta medida los escenarios de las aventuras africanas de la inconclusa Corazones de acero, enviando a Spirou y Fantasio a enfrentarse a la amenaza de los nazis refugiados en el coraz¨®n de la ?frica colonial belga.
Con un ritmo endiablado, el guionista plantea un relato cl¨¢sico del personaje, can¨®nico en su forma, pero aprovecha para dejar segundas lecturas tan jugosas como afiladas, que van desde la contraposici¨®n al Herg¨¦ de Tint¨ªn en el Congo hasta el fundamentalismo de la l¨ªnea clara, desde la denuncia del colonialismo hasta la reivindicaci¨®n de una irreverente incorrecci¨®n pol¨ªtica. El resultado, una obra disfrutable tanto para aquel que busca la lectura ociosa como para el amante del icono de Marcinelle.
Poulou y el resto de mi familia, de Camille Vannier (Sapristi), es un libro tan extra?o en su catalogaci¨®n como fascinante en su lectura. Jugando con el lenguaje de la ilustraci¨®n y el de la historieta a parte iguales, Vannier investiga la vida de su abuelo para descubrir un relato propio de las p¨¢ginas de papel cuch¨¦. Una historia de ¨¦xito, famoseo y fracaso, todo un cl¨¢sico si se quiere ver as¨ª, pero que la autora mete en una potente batidora donde el reportaje de revista de coraz¨®n se impregna del kitsch almodovariano, para luego ser contado con un at¨ªpico humor que oscila entre la pantomima ingenua y bufonesca de Louis de Fun¨¨s y el humor negro berlanguiano, sin soluci¨®n de continuidad. El c¨®ctel, sorprendentemente, funciona, con fuerza apabullante que obliga a la lectura entregada y el disfrute. Y a encari?arse obligatoriamente con Poulou.
Tom Gauld es un maestro de la distancia corta, exprimiendo la tira de prensa para reflexionar con originalidad sobre la literatura, en un curioso equilibrio donde el juego intelectual referencial m¨¢s high brow se combina con la cultura popular como una bomba de relojer¨ªa. El minimalismo gr¨¢fico del dibujante contrasta profundamente con la profundidad de sus propuestas, generando tiras cuya lectura provoca una discreta sonrisa en su momento, pero se queda en un ralent¨ª que tarde o temprano explotar¨¢ en carcajada socarrona. En la cocina con Kafka (Salamandra Graphic) es la nueva y recomendable recopilaci¨®n de las tiras que publica en el prestigioso The Guardian.
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