Antes de ayer y pasado ma?ana
Varias exposiciones en Madrid se acercan al futuro como un lugar para la especulaci¨®n donde lo poscontempor¨¢neo se ha convertido en una nueva unidad de tiempo
Hace tiempo que el arte transita por el mapa del futuro. M¨¢s que una prospecci¨®n, lo que parece haber es una reiterada vuelta a lo pos. A falta de nociones que describan las nuevas disciplinas que ya casi est¨¢n aqu¨ª, volvemos a ello una y otra vez, buscando un lugar que defina el ahora. Con el cambio de siglo hubo un punto de inflexi¨®n. Jos¨¦ Luis Brea, uno de nuestros te¨®ricos m¨¢s sagaces, ensay¨® algunos nombres desde la m¨ªtica revista Acci¨®n Paralela, uno de los lugares por donde han circulado m¨¢s teor¨ªas sobre el presente. Habl¨® de la posfotograf¨ªa y el posv¨ªdeo asociados a las nuevas plataformas de comunicaci¨®n, a las comunidades web y a esa velocidad que ya entonces acuciaba la Red. Era 1999 y el futuro pasaba por el arte electr¨®nico y el net.art, los nuevos formatos que respond¨ªan al intento de dejar atr¨¢s todo lo asimilado hasta entonces. Casi 20 a?os despu¨¦s, parece prehistoria de lo contempor¨¢neo. En esta era posmedia propia del siglo XXI, dec¨ªa Brea casi como un or¨¢culo, ¡°el arte no se expondr¨¢. Se difundir¨¢¡±.
Por ese circuito discurren muchas m¨¢s palabras con las que seguimos etiquetando el porvenir: pos-Internet, posverdad, posdemocracia, poslectura¡ Hay mucho de especulaci¨®n y de agotamiento ah¨ª, un signo general de los tiempos. En esa vuelta al futuro para tratar de superar lo posmoderno est¨¢ tambi¨¦n el auge del realismo especulativo, la gran corriente filos¨®fica de la ¨²ltima d¨¦cada que editoriales como la argentina La Caja Negra teorizan desde la pr¨¢ctica del arte con nombres como Harum Farocki o Hito Steyerl. No es gratuito que sean artistas reclamados por grandes museos y bienales. En Espa?a coincidieron ambos hace tres a?os. Farocki, con una gran exposici¨®n coproducida por el IVAM y la Fundaci¨®n T¨¤pies, Empat¨ªa se llamaba, uno de los t¨¦rminos m¨¢s demandados en el arte hoy. Steyerl tuvo una gran retrospectiva en el Reina Sof¨ªa justo despu¨¦s de pasar por la Bienal de Venecia. Su Duty-Free Art tambi¨¦n arrastra un prefijo. De ella se dice que es una artista posrepresentacional en su intento de analizar este mundo sobrecargado de im¨¢genes por el que todo circula a gran velocidad. En el peque?o ensayo Too much world: is the Internet dead?, escrito para e-flux, lugar de cultivo de las teor¨ªas del ma?ana, Steyerl da un giro de 180 grados a la predicci¨®n de Brea: ¡°El arte pos-Internet camin¨® fuera de la pantalla directamente hacia el cubo blanco¡±.
¡®Hiper¡¯ parece ser el nuevo ¡®pos¡¯. Vivimos en una hiperhistoria ¡®hiperlinkeada¡¯ e hipereditada
Y en esa diatriba estamos. Dentro y fuera, en todos sitios y en ninguno a la vez. Esta nueva era de lo pos-pos parece situarnos en un momento en que la historia se ha aplanado y ha dejado de tener una estructura jer¨¢rquica. Wikipedia, por ejemplo, es la cuna de lo hipereditable y donde nadie tiene la ¨²ltima palabra. Hiper parece ser, de hecho, el nuevo pos. Vivimos en la hiperhistoria hiperlinkeada. Toda trascendencia e incluso ¨¦xito se mide en t¨¦rminos de viralidad. Clics, likes, retuits. Tambi¨¦n en el campo del arte.
De todo eso habla el colectivo DIS. Formado por Lauren Boyle, Solomon Chase, Marco Roso y David Toro, naci¨® en Nueva York de un incansable intercambio de correos electr¨®nicos entre ellos tras estallar la crisis econ¨®mica. En 2009 empezaron a filmar y a encargar textos, y en 2010 lanzaron DIS Magazine, alentados por el profundo cambio cultural, est¨¦tico y mental en Internet. Contribuyeron lo suyo a que surgiera lo que conocemos como ¡°arte pos-Internet¡±, creando el tipo de im¨¢genes que fomentan las redes antes, incluso, de que muchas de ellas existieran. Lo vemos con las ¡°intervenciones culturales¡± que hacen en un amplio espectro de medios, desde proyectos online a exposiciones site-specific.
Es lo que han hecho en La Casa Encendida bajo el t¨ªtulo Pulgares que escriben y se deslizan. Red de entretenimiento educativo de DIS. No es una exposici¨®n al uso, ni en el planteamiento, ni el cartel de artistas invitados ni en el rol que adoptan como comisarios. Tampoco en el formato. Piensen eso cuando vean un sill¨®n enorme de paja en medio de una sala y tengan la tentativa de pensar que todo es una extensi¨®n de ¨¦l. Tienen la gran virtud de generar discurso donde parece no haberlo. DIS ha construido un proyecto oblicuo, resultado de la colaboraci¨®n con un grupo de escritores, pensadores y artistas. Todo evoca un lugar atemporal y deslocalizado, como presupone el presente hoy. Seguramente ese sill¨®n sea su gran met¨¢fora: demasiado duro para estar c¨®modo en ¨¦l, demasiado profundo para tocar con los pies en el suelo, demasiado extra?o para asumirlo como propio.
En global, la propuesta se acerca mucho a esa idea de ¡°el futuro es el presente¡± que lanzaron, tambi¨¦n como comisarios, en la ¨²ltima Bienal de Berl¨ªn. Aqu¨ª vuelven a analizar art¨ªsticamente la digitalizaci¨®n, la est¨¦tica de la publicidad y una larga lista de paradojas: lo virtual como real, las naciones como marcas, los seres humanos como datos, la cultura como capital, el wellness como pol¨ªtica o la felicidad como producto. Si para la bienal se inventaron la palabra paradessence, un concepto que combina paradoja y esencia, aqu¨ª es edutainment, que entrecruza el entretenimiento y la educaci¨®n. Hay que pensar en La bola de cristal para entender en qu¨¦ punto exacto se sit¨²an, entre el ocio creativo y a la vez educativo.
En esta vuelta al futuro para dejar atr¨¢s lo posmoderno est¨¢ el realismo especulativo teorizado desde el arte
En un mundo con tanta facilidad para informarse, DIS ve la posibilidad de un futuro posalfabetizado como una amenaza real. Es lo que les ha llevado a mutar en un canal de v¨ªdeo llamado dis.art, que definen ¡°como una televisi¨®n p¨²blica educativa para la generaci¨®n Z o como un cruce entre El siglo del individualismo, de Curtis, y Barrio S¨¦samo¡±. ?El objetivo? Formarse en la complejidad.
No est¨¢ lejos de esa idea la exposici¨®n Adverbios temporales, comisariada por Cristina Anglada, aunque el recorrido aborda maneras de entender el tiempo, tambi¨¦n el futuro. Imaginaci¨®n, ciencia-ficci¨®n y distop¨ªa son varios de los pasajes para llegar a ¨¦l. La muestra habla de las tecnolog¨ªas y las industrias culturales, de lo precario, el control y la vigilancia. Hay mucho nombre e ideas asociadas a esa generaci¨®n que tanto alz¨® la Trienal del New Museum de 2015 en manos de Ryan Trecartin, el artista mainstream del pos-Internet. Nombres reclamo que circulan a velocidad del rayo por la esfera global del arte: C¨¦cile B. Evans, Nina Canell, Shana Moulton, Laure Prouvost, Camille Henrot¡
Nombres muchas veces sobrevalorados. Todos rodean el tema de ese futuro como terreno de conjeturas, aunque cuesta un poco ver un di¨¢logo fluido entre las obras. El espacio laber¨ªntico de CentroCentro en Madrid poco ayuda. Pero es una exposici¨®n a la que hay que ir. Dediquen tiempo a ver Grosse Fatigue, de Henrot, una de las obras que mejor definen la era pos-pos, la Caosmotrop¨ªa, de Marian Garrido, y la ¨²ltima producci¨®n de Regina de Miguel, Decepci¨®n, un diario de viaje interno y externo por la isla del mismo nombre situada en la Ant¨¢rtida. Tambi¨¦n ella aporta otro pos m¨¢s, posabismal, al hilo de Boaventura de Souza y su inter¨¦s por descolonizar el saber. Viendo el v¨ªdeo, es f¨¢cil imaginarnos como f¨®siles en un universo futuro, no vac¨ªo de vida ni de pensamiento, pero s¨ª de nosotros. ?Qui¨¦nes somos?, insiste en el v¨ªdeo una voz.
Y a partir de ese enigma, las preguntas se precipitan. ?Son conservadoras las teor¨ªas sobre el futuro del arte? ?Tiene el tiempo un campo pol¨ªtico? ?Decimos lo que realmente pensamos? Si las im¨¢genes pueden circular y compartirse, ?por qu¨¦ no todo lo dem¨¢s?
¡®Pulgares que escriben y se deslizan¡¯. La Casa Encendida. Madrid. Hasta el 13 de mayo.
¡®Adverbios temporales¡¯. CentroCentro. Madrid. Hasta el 6 de mayo.
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