Venancio Blanco, la inmortalidad de la belleza
¡°Antes o despu¨¦s nos reuniremos todos otra vez, dibujando y modelando en el ¨²ltimo taller glorioso que nos espera a cada uno¡±. Son palabras de mi padre, que comparto con ¨¦l desde la fe con esa misma persuasi¨®n. Expresan el premio por su correspondencia durante toda una vida a unos dones recibidos, que siempre supo agradecer y valorar, y que maduraron en sabrosos frutos.
Poco antes de fallecer, me reiteraba estas consideraciones con una profunda convicci¨®n: ¡°Lo hermoso de un artista cuando llega la muerte es que has sido feliz en tu vida, que has elegido lo que te gustaba; y en tus ¨²ltimos a?os reconoces la suerte que has tenido, y sigues dando gracias al Creador que te eligi¨® para contemplar la belleza del arte y desde ah¨ª la belleza de la amistad, de la familia, de la Naturaleza, y de tantas cosas. As¨ª es como yo entiendo la vida, y la muerte, que es un nuevo y definitivo nacimiento¡±.
Venancio Blanco (Matilla de los Ca?os, Salamanca, 1923)nos transmite el legado de una dilatada existencia de trabajo, de vida plena,lograda, en la que recorri¨® muy diversas etapas, fecundas todas ellas, desde la juventud de los inicios hasta las ¨²ltimas ilusiones. La escultura, pero tambi¨¦n la m¨²sica, el color, la fiesta y el baile, el buen humor, son sus protagonistas. Y siempre el dibujo: continu¨® dibujando hasta el final; era su primer Padrenuestro del d¨ªa, como ¨¦l mismo afirmaba, y ha sido su ¨²ltimo adi¨®s,cuando ya no pod¨ªa modelar. ¡°El dibujo te ense?a a mirar, para aprender a ver¡±, ?qu¨¦ gran lecci¨®n!
¡°La Naturaleza muere, pero la belleza se desprende de la muerte y da paso a otra belleza. La belleza nunca muere.¡± Es una reflexi¨®n que me hac¨ªa mi padre un d¨ªa lluvioso del ¨²ltimo oto?o, contemplando los ¨¢rboles del jard¨ªn de su taller, en una amalgama de tonos ocres y dorados, escarlatas, sobre una alfombra de hojas secas. ¡°?Qu¨¦ d¨ªa tan bonito!¡± exclamaba, en esta ocasi¨®n y en tantas otras. Un enamorado de la Creaci¨®n, que ahora gozar¨¢ m¨¢s a¨²n sin duda, aguardando ese momento inefable que tallara en su Cristo que vuelve a la Vida. ?Cu¨¢ntas caricias, cu¨¢ntos mimos le dedic¨® a su Cristo, que ahora le ser¨¢n restituidos!
Pienso adem¨¢s en el reencuentro con la que fue sin duda su mejor valedora: m¨¢s unido a ella si cabe desde que nos dej¨®, mi madre ha permanecido siempre junto a ¨¦l, junto a nosotros. Las referencias hacia Mar¨ªa Pilar eran constantes en estos ¨²ltimos a?os. La espera, que no la ausencia, acrisola el amor, lo acrecienta. La vida de mi padre como persona y como artista, no habr¨ªa sido la misma sin la mujer que fue tambi¨¦n su vida, su est¨ªmulo y apoyo constantes.
Venancio no nos deja: su obra y su esp¨ªritu forman ya parte de nuestro patrimonio. Ilusi¨®n, libertad, trabajo, esfuerzo, la grandeza de la amistad y de la alegr¨ªa, del arte y de la belleza, ?qu¨¦ son sino cimientos que han de sostener el devenir de los seres humanos, de la sociedad?
La Fundaci¨®n Venancio Blanco asumi¨® desde el principio la responsabilidad de dar continuidad a la obra y a la personalidad del escultor salmantino, y ese reto constituye su raz¨®n de ser: una tarea apasionante, que ya ha proporcionado tantas satisfacciones. Mi agradecimiento y afecto a todos los que hacen posible este empe?o, que bien vale la pena.
¡°La belleza de la muerte perdura m¨¢s all¨¢ que la belleza de la vida¡±, le escuch¨¦ muchas veces a mi padre. Hermoso colof¨®n de quien fue un gran artista y un gran hombre. Descanse en paz.
Francisco Blanco Quintana es hijo de Venancio Blanco y vicepresidente de su fundaci¨®n.
Babelia
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