¡°Como llegue al cielo y no haya nadie... ?Me van a o¨ªr!¡±
Familiares y amigos despiden a Forges, genio del humor gr¨¢fico, en el cementerio de la Almudena
Pocos han sabido sacar tantos matices al blanco y al negro. Pero, este viernes, predominaba una oscura y hu¨¦rfana tristeza entre los que se acercaron a despedir a Antonio Fraguas en el cementerio de la Almudena. Soplaba biruji. ¡°Sin ti, hace mucho m¨¢s¡±, como dijo su nuera Andrea. Pero a pesar de la rasca, el calor del cari?o fue bienvenido por sus hijos, sus hermanos, sus sobrinos y por su viuda, Pilar Garrido, en el min¨²sculo habit¨¢culo para despedidas civiles, abarrotado a las 11 de la ma?ana.
Muchos quedaron fuera. Dentro hubo palabras entrecortadas por el llanto y por lo que a ¨¦l m¨¢s le gustaba sentir: las carcajadas. Como las que provoc¨® su hija Irene cuando record¨® la primera vez que de ni?a, al morir su abuelo, le pregunt¨® a su padre si cre¨ªa en el cielo o en el infierno: ¡°No tengo ni idea, hija m¨ªa. Pero como llegue y no haya nadie¡ ?Me van a o¨ªr!¡±.
Y aun se siente su voz, multiplicada en las reacciones y las vi?etas que a modo de p¨¦same circulan hoy por todas partes. En ellas se entrecruza y orbita el planeta Forges. Tan cercano. Poblado por esa legi¨®n de narigudos en plena zancada, por esas se?oras trotamundos con pa?uelo y faldas al viento o por sus n¨¢ufragos con mensaje y sin botella. Por esos matrimonios que se lanzan dardos en la alcoba mientras luchan por rescatar sus resquicios de cari?o entre la amargura y la grieta del sill¨®n-ball. Por quienes demandan ser escuchados al ir a informarse o a interponer alguna queja oficial entre la sordera de los funcionarios.
Porque Forges era un maestro del di¨¢logo hasta para ser explorado entre enemigos, tal y como recordaron all¨ª. Y del coloquio con uno mismo, recalca Andr¨¦s R¨¢bago, El Roto, que ahora debe aprender a echar de menos a su compa?ero de vi?etas en EL PA?S. ¡°Se nos marcha una personalidad. Ya fue singular desde el principio. Los dibujantes vamos encontrando nuestro estilo por el camino y eso nos lleva a?os. ?l hab¨ªa nacido ya con ¨¦l y esos personajes que se preguntaban y se respond¨ªan a s¨ª mismos. Entre reiteraciones y contrarr¨¦plicas. As¨ª invent¨® no solo un lenguaje propio. Tambi¨¦n una manera de comunicar¡±. A R¨¢bago le secundaban varios compa?eros del peri¨®dico, con Juan Luis Cebri¨¢n, su presidente, primer director y amigo de Forges desde que lo descubri¨® en los sesenta en el diario Pueblo, as¨ª como colegas y periodistas de otros medios.
Todos llevaban marcados dentro aquellos palabros de cosecha propia. Esos en que nos hemos visto representados cotidianamente en sus siempre sorprendentes adaptaciones del habla com¨²n pero absolutamente ¨²nica. Ese soplo refrescante de fonemas intr¨¦pidos, que volaban envueltos en la prote¨ªna de sus filetes recuadrados en negro y cocinados a la parrilla de una caligraf¨ªa sin parang¨®n. La voz de todo un pa¨ªs.
Y de buena parte del mundo, como asegur¨® su hermano Rafael. Desde el jueves, cuando se anunci¨® su muerte, la familia no ha dejado de recibir mensajes de Am¨¦rica, Europa y, por su puesto, Espa?a. ¡°Eso me ha hecho pensar en que mi hermano ten¨ªa el don de saber crear afecto. La gente comprend¨ªa muy bien ese lugar que ocupaba. Entend¨ªan que llegaba a saber m¨¢s acerca de nosotros que nosotros mismos y que eso implica mucho amor. Como hermano, nos ha orientado e invitado a dudar¡±.
Tambi¨¦n a disfrutar. Hasta el ¨²ltimo momento, como record¨® su hija Micaela. ¡°Cuando apenas le dejaban comer ya en el hospital y el m¨¦dico sal¨ªa de la habitaci¨®n, me dec¨ªa: 'Anda, saca el bocata'. Ese era mi padre¡±.
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